volver a creer...

Hace no muchas jornadas, salí como cualquier otro día de casa, con la mochila a la espalda y desenrollando cascos para ponerme la música. Preparada ya, y con canciones motivadoras para empezar bien la mañana, comienzo a andar. Pero hoy me pasa algo extraño. Hoy miro con otros ojos
En la esquina, el repartidor de Panrico deja la caja de palmeras en la puerta del bar de la esquina. El propietario sale, coge los bollos y se mete para dentro. Nada excepcional, salvo que un segundo después, se acerca al mendigo que duerme en la puerta de la oficina bancaria, y le deja al lado de su bolsa, una palmera y un zumo.
Impresionante. Esto no lo había visto nunca. Continuo andando mientras pienso que hasta mi vejez no veré otra cosa así, pero me equivoco. Al lado del quiosco para la furgoneta del repartidor de diarios. Hoy el quiosquero habitual no ha podido venir, no se por qué, y por ello esta abriendo su madre, una anciana sonriente con mas años de los que se pueden contar. El repartidor ve que la señora no puede abrir las pesadas hojas del quiosco, y sin dudarlo la ayuda, como hace a diario con su hijo. Sin embargo entre los dos tampoco pueden. Mientras me apresuro a ayudarles, observo como dos peones de obra se me adelantan, y sin decir nada aportan su fuerza, y entre todos consiguen abrir. Un simple gracias, pasen un buen día, y cada uno por su lado.
No me lo puedo creer. Esto es irrepetible. O eso creía yo. Me subo al autobús, y ahí me da otra vez el bajón. Al mirar las caras siempre me entristezco, porque el que no esta cabizbajo, esta con la mirada perdida y si no, hay pelea por el asiento, y si no, habrá pelea por lo que sea… Después de mi entran una madre y una niña pequeña, supongo que irían al colegio. Y la hija saluda con gran energía al autobús. Todo el mundo empieza a mirarla, es una ricura, nadie lo puede evitar, y ella continua con la charla típica de los niños pequeños: mama esto, mama por que, mama cuéntame, etc. Y cuando cinco minutos después bajan del autobús, la niña se despide con gran energía otra vez de todo el autobús, pero esta vez pasa algo diferente. Todo el mundo dice adiós, y continúa el viaje con una sonrisa en la cara.
Y recordar esto me plantea una pregunta: ¿estas cosas no pasan todos los días, o es que no todos los días estoy dispuesto a verlas? Me inclino por lo segundo. Los que leáis esto y digáis que estoy loca, intentad recuperar un poco la fe en el ser humano, y el ser humano os recompensara. Como dice el eslogan, encontrareis razones para creer.


Comentarios
jose luis - hace más de 13 años
Quién es tu prójimo?? Lo he pensado al ver la imagen que acompaña, que es una imagen de la parábola del buen samaritano con la que Jesús nos quiere enseñar en los evangelios que nuestro prójimo (que pena que la palabra ya no tenga tanto uso) es todo aquel desfavorecido y necesitado. Creo que deberíamos replantearnos tantas cosas pensando en ello.
partyflipa - hace más de 13 años
¡Me ha encantado este post! Yo a veces sí que voy fijándome especialmente en estas escenas, anotándolas en mi mente. Creo que es uno de mis "deportes" favoritos :)