Aquellos cincuenta euros
Me llamo Michael. Hace ya muchos años, iba de camino a España, país de los sueños. Durante el viaje -realizado en una patera pagada entre todos-, la gente iba muriendo por falta de alimentos y por deshidratación, como mi mujer, o mi madre y mi hermana.
Al llegar a España, en la costa había policías esperando a que llegáramos. Creíamos que nos recibirían bien pero no fue así. Cuando estábamos llegando a la orilla, los policías sacaron armamento y empezaron a dispararnos. Nosotros huimos de la playa como pudimos y nos dirigimos hacia una ciudad llamada Huelva: íbamos yo y mi hijo Barcod.
Al cabo de tres horas huyendo, escuché mi nombre detrás de mí:
-¡Michael!-, era mi amigo Merto, que se salvó también pero tenía mal aspecto porque recibió un disparo en la cintura que no le rompió ningún hueso, pero sangraba mucho.
Al día siguiente, nos despedimos el uno del otro: yo porque me iba para Sevilla y él porque se quedaba en Huelva.
Por el camino hacia Sevilla encontramos muchos árboles con frutos para comer. Al subir a un árbol, Barcod resbaló y cayó con el pie izquierdo lastimándoselo. Tuve que cargar con él a la espalda pero menos mal que al día siguiente llegamos a Sevilla.
Empezamos a vivir debajo de un puente, en una casa abandonada.
Al cabo de cuatro meses, mi hijo y yo sabíamos ya manejarnos con el español y todo gracias a mi hijo, que fue a estudiar a un instituto público que daba enseñanza gratis.
Yo me gano la vida vendiendo pañuelitos, ambientadores, y accesorios para coches en los semáforos. Me acuerdo que un día un hombre se me acercó en el coche y me dijo:
-Tú, que vives debajo de un puente, que no tienes nada de dinero, que tienes mucha hambre y, eres el que más sonríe aquí y ahora mismo… Gente como tú tendría que haber más-.
Después de decir esas palabras, con las que me quedé anonadado, el hombre con un gesto de gratitud, me dio 50 euros.
Han pasado quince años desde que llegué a España. Ahora vivo en Marbella, gracias a mi hijo que hizo una carrera de deportes y fue fichado por el Bayern de Munich, jugando de delantero y siendo el mejor jugador del equipo.
Yo con el dinero que recibo de él , pagué mi hipoteca y ahora he formado una ONG para recibir a los visitantes y extranjeros sin papeles y sin dinero. Quiero proporcionarles estudios, papeles y trabajo y, toda esta inspiración surgió de las palabras que me dijo aquel hombre que tan generosamente me dio los 50 euros.



Comentarios
partyflipo - hace más de 11 años
Gracias por esta maravillosa historia, llena de humanidad y esperanza. ¡Sigue escribiendo! (por fa ;)
titomarti - hace más de 11 años
De nada, seguiré esforzándome!!!!
dcf99 - hace más de 11 años
Muy buen cuento titomarti, espero que sigas escribiendo así :)
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