Introducción
Cuando pensamos en la comunicación acostumbramos a pensar en la televisión, la publicidad, la prensa o la radio… la identificamos con “lo que nos cuentan” a través de distintos soportes.
Son espacios en los que no participamos, medios que se dirigen a sus audiencias como receptores o receptoras que simplemente escuchan lo que se les cuenta.
Generalmente se dice que esta comunicación nos hace más indiferentes ante los problemas del mundo, que nos hace pasivos o pasivas y conformistas…
Y además, lo que conocemos del mundo, lo que creemos, a veces se limita exclusivamente a lo que así nos cuentan. Por eso… quien posee esta comunicación tiene poder.
Pero hay otras formas de entender la comunicación.
Una comunicación en la que participamos, que no nos da las conclusiones “masticadas” sino que nos ayuda a reflexionar, a dialogar y compartir. Una comunicación que no parte de unas poquitas personas para dirigirse a todo el mundo, sino que puede ser construida por todas y todos, con las mismas oportunidades. Una comunicación que comparte el poder y nos anima a enfrentarnos a la realidad desde un punto de vista crítico y transformador.
¡Sorpresa! A través de la comunicación… ¡podemos cambiar el mundo!
Foto: Slava Bowman


