Cibercorresponsales

Sobre los últimos tres meses...

Publicado por h.ada_madrina el 12/06/2020 · Categorías: Pensamientos, Noticias, Sobre mí, Participación, Opinión, Reflexiones, Coronavirus

¡Hola!

Antes de nada, quiero pedir disculpas por la poca participación que tengo en ciber. Al principio me hacía muchísima ilusión unirme y poder escribir sobre las cosas que me gustan, pero supongo que el miedo a ser juzgada me acompañó desde el día que entré a ciber, y a pesar de haber conocido a un montón de personas geniales que me han demostrado lo contrario, no soy capaz aún de expresarme del todo siendo yo misma sabiendo que alguien más lo va a leer.

Pero bueno, eso en algún momento tenía que cambiar, ¿no?

Por eso, he dedicido empezar a abrirme con un tema bastante serio: el coronavirus, la desescalada, ¿qué estamos haciendo?

SE VIENE POST LARGO, YO AVISO.

Primero quiero dejar claro que no vengo a hablar de estudios científicos, ni de estadísticas ni nada de eso (aunque la verdad es que también me gustaría, pero es un tema que genera mucho debate), vengo a hablar de cómo lo estamos viviendo mi familia, algunos amigos cercanos y yo.

Empecemos por el principio. El origen del virus, ¿qué es? Pues cada persona tiene su teoría: hay gente que piensa que alguien se comió una sopa de murciélago, otros que fue creado en un laboratorio y algo salió mal o lo soltaron, he oído incluso decir que estaba congelado en el hielo y que con el tema del calentamiento global se ha descongelado... aún me acuerdo de aquella clase de historia en la que un compañero le preguntó al profesor si el virus llegaría a Sigüenza, y toda la clase comenzó a reirse de él diciendo que eso era imposible. Yo sin embargo, no las tenía todas conmigo.

A la semana siguiente, el jueves doce de marzo, se debatía el cierre de las clases. Teniendo una madre enfermera, y gracias a Dios inteligente y previsora, nos montó a mi hermano pequeño y a mi en el coche para ir a comprar al Día. Nosotros no sabíamos que aquella sería nuestra última salida hasta después de tres meses. Al principio me negué a ir, porque al día siguiente yo tenía examen de literatura y quería quedarme en casa estudiando, pero ella insistió y al final accedí a acompañarles.

Cuando volvimos a casa, nos llegó un correo del colegio comunicando el cierre oficial de las clases. Debí de ser la única niña en todo el pueblo a la que esa noticia le molestó. La verdad es que me enfadé muchísimo, ya que a mi me gusta ir a clase. Por mucho que te quejes de ir, luego te lo planteas y no es tan malo, allí aprendes cosas nuevas y ves a tus amigos.

Los días fueron pasando, comenzamos las clases virtuales, que menos mal no hemos tenido muchas, y los deberes. Cuando empezamos mandaban cosas que aún eran razonables pero, ¿ahora? Ahora no tiene ni pies ni cabeza. Mandan un montón de actividades, exámenes, vídeos y trabajos diarios en todas las asignaturas. Pero bueno, qué os voy a contar, a nivel de estudiantes estáis viviendo lo mismo que yo. A mí ya me han dado las notas finales y aún siguen mandando tareas.

A pesar de que es una lata, los deberes eran el menor de mis problemas. Teniendo un padre médico, una madre enfermera y un hermano pequeño que no sabe estar quieto, las cosas no han sido fáciles.

Hemos tenido mucha suerte porque no ha pasado nada grave, hasta el once de mayo, mi hermano y yo sólos en casa, esperando que mi madre llegase a las tres de trabajar como todos los días, cuando de repente llega a la una. Yo había escuchado desde el piso de arriba que alguien abría la puerta del garaje y ya me estaba temiendo lo peor. Y desgraciadamente, así fue. Me encontré a mi madre con los ojos llorosos desinfectando absolutamente todo lo que traía de fuera. Casi no hizo falta que habláramos, a mi se me llenaron los ojos de lágrimas y enseguida fui al piso de abajo del todo para hacer la cama, abrir el agua del baño y recojer un poco. Mi madre se iba a pasar allí confinada quién sabe cuánto tiempo: tenía fiebre, dolores muy intesos de cabeza y vómitos. Ella obviamente dejó de ir a trabajar pero mi padre no podía, así que me tocó adentrarme un poco más en el maravilloso mundo de la cocina, para poder cuidar de mi madre y de mi hermano cuando mi padre no estaba, a quien, por cierto, le hicieron un test rápido, el de sangre, para comprobar si él lo tenía. Mi padre maldijo todas las cosas existentes por haber dado negativo, ya que eso significaba que ni la tenía ni la había pasado. Si hubiera dado positivo, le habrían hecho la PCR  (siglas en inglés de “Reacción en Cadena de la Polimersa”) para comprobar si ya la había pasado o si su sistema inmunológico estaba luchando contra la enfermedad en ese momento. Si esa prueba hubiera dado positivo, significaría que podía cuidar de nuestra madre con total tranquilidad. Pero no fue así. Maldita nuestra suerte.

Mientras tanto, yo seguia ejerciendo la labor de estudiante, de "profesora" con otros compañeros míos y de mi hermano, y de cocinera. Cuando cogía el móvil por las noches, leía los mensajes de mis amigos enfadados diciendo que nunca contestaba. Yo no quería contar a nadie lo de mi madre, así que me limitaba a poner la excusa de que los deberes me tenían agobiada. Mi madre intentaba animarme de vez en cuando llamándome al movil, una vez me mandó una foto de una camiseta que ponía "ser hija de enfermera: si mi madre arriesga su vida para salvar la de gente que no conoce, imagínate lo que haría para salvar la mía", y un mensaje suyo diciendo "te la voy a comprar ;)".

Al mismo tiempo, ocurrían las discusiones entre mis compañeras por nuestro grupo de clase. Cada una defendía ideas que a mí me parecían extremas por todos lados por lo que me limitaba a hacer de intermediaria y solucionar el asunto, pero cuando acababa una pelea empezaba otra. Un motivo más por el que casi no usaba el móvil. Si para mí ya era difícil tener que hacer todos los labores de casa, apoyar a mi padre cuando venía cansado de trabajar, hacer los deberes, ayudar a mis compañeros y a mi hermano con los suyos, no necesitaba tener que comerme también las peleas de las de mi clase. No, gracias.

Otro inconveniente de coger el móvil, era Instagram. Es horrible ver las historias de tus amigos juntándose en la calle para hacer botellones, y saltarse el confinamiento. Muchas veces, por el enfado, llegué a desear que les sucediera a ellos una situación como la que estaba viviendo, que tampoco era extrema, que tuvieran un familiar expuesto al virus diariamente, que se llevaran algún que otro susto. Ahora que la situación se ha calmado, me doy cuenta de que no fue un buen gesto por mi parte. Mal de muchos es consuelo de tontos.

El  miércoles 20 le dieron el resultado de la PCR a mi madre, y dió negativa. Yo estaba estudiando en mi haitación cuando sentí que alguien me abrazaba por la espalda, y al girarme descubrí que era mi madre. Os prometo que no había estado tan feliz desde hacía mucho tiempo. Ese mismo día fue la primera vez que salí en todo el confinamiento, ya que mi padre quiso ir a celebrarlo.

Ahora, lo que me molesta es ver cómo yo me he quedado en casa dos meses y medio sin salir ni a sacudir el mantel, para que mis amigos salgan cuando quieren, no lleven la mascarilla, y les de absolutamente igual la distancia de seguridad. A ver, que tampoco es que yo no me acerque a la gente pero dentro de unos límites. Lo que me reconforta es que tengo una amiga en Palencia que opina exactamente lo mismo que yo en cuanto al tema de salir, es con ella con la persona que más he hablado durante la cuarentena. Cuando sale, al igual que yo, ella también intenta concienciar a sus amigos para que no se pasen de la raya.

Bueno, al final las cosas por casa acabaron bien, pero no todo el mundo tiene la misma suerte que hemos tenido nosotros. Por eso, lo último pero lo más importante del post me toca decirlo ahora: a todos los que hayan pasado o estén pasando por una situación complicada, ¡ánimo!, que al final las cosas se arreglarán y todo volverá a la normalidad tarde o temprano. He de recordaros también que el hecho de que podamos salir no quiere decir que el virus se haya ido. Sigue aquí, y se están temiendo otro rebrote. Ahora que podemos salir, tenemos que actuar con más precaución y conciencia que antes.

Un abrazo virtual a los que os habéis quedado a leerme, y, esta vez lo prometo, que intentaré subir posts más a menudo (o directamente subirlos ._.).

Muchísimo ánimo y un saludo,

Adalía