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Algunas aproximaciones sobre la participación

1.- La autonomía como necesidad básica: la teoría de las necesidades humanas de Doyal y Gough


Estos autores se esforzaron por demostrar que si el fin de las necesidades humanas es ser cubiertas para la integración social del ser humano…la salud física y la autonomía (necesidad que se podría traducir como “participación en el medio en el que se desarrolla un ser vivo”), serían las más básicas.

Estos autores definen la autonomía como “la capacidad de las personas para “iniciar” acciones formulando objetivos y estrategias en relación a  determinados intereses”. Y entre otras cosas interesantes, definen tres variables fundamentales que ayudan a potenciarla:

  1. Grado de comprensión de la cultura que uno vive para poder desarrollarse en ella de manera autónoma, para poder interaccionar con los individuos que conforman la sociedad.
  2. Capacidad psicológica o salud mental definida como la capacidad de poder formular opciones. Entendemos una enfermedad mental como una disminución significativa de la autonomía individual.
  3. Oportunidades objetivas que la sociedad le ofrezca para poder actuar en consecuencia. son posibilidades que se abren ante el individuo.


Todas las referencias muestran acuerdo en asumir la necesidad de preservar la salud y el desarrollo biológico de la infancia, pero se muestran mucho más cautas a la hora de aceptar la autonomía como necesidad fundamental del ser humano. A Doyal y Gough les debemos la valentía de intentar defenderla como una necesidad.

 

2.- Algunos apuntes sobre derecho

El Derecho nos va a sugerir ciertos elementos para entender la participación desde un punto de vista de las posibilidades que la sociedad se ha comprometido a facilitar a las personas para que puedan participar.

Los filósofos del Derecho muestran su reticencia por definir la participación social como una necesidad por tres motivos:

  • Entienden la autonomía (la participación) en el sentido adulto, como la capacidad para definir por uno mismo sus propias opciones personales.
  • Se entiende la autonomía como un estado final y no como a una meta a la que tiende el desarrollo y la educación de los seres humanos
  • Necesitan recurrir a disciplinas ajenas, como la Psicología Evolutiva para entender la tendencia constante del ser humano desde el nacimiento a construir su propio desarrollo y a integrarse de forma satisfactoria en la sociedad.

La Constitución Española (1978), reconoce en su articulado (Art. 23.Apdo.Iº), el derecho a la participación directa de la ciudadanía en los asuntos públicos:

“La ciudadanía tiene el derecho a participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes, libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal”.

Ya en la Declaración universal de los Derechos humanos, 30 años antes de nuestra Constitución, se reconocía el Derecho a la participación (Art. 21. Apdo. Iº):


“Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos”.

Pero el reconocimiento del derecho no es suficiente, porque no garantiza que existan los recursos necesarios para desarrollarlos y potenciarlos. Es necesaria la producción de reglamentos de participación, para adecuar los cauces de participación a los distintos contextos y actores, asegurando la igualdad, la solidaridad y la cooperación entre todos los niveles sociales.

 

3.- Haciendo pie en el concepto


Con un poco más de paciencia, nos vamos acercando despacito al concepto de Participación. Asumamos algunas ideas de diversos autores y empecemos haciendo caso al profe de Latín, que decía que siempre hay que volver la mirada al pasado si queremos entender el presente.

Habíamos quedado que etimológicamente, participar proviene de “participatio” y “parte capere”, que significa tomar parte. 1ª pista.

2ª pista, por parte de los filósofos del Derecho: la participación tiene que ver con el poder real de decidir y, sobre todo, con las posibilidades de control y con los efectos que produce en las organizaciones ciudadanas y de vecinos.

3ª pista, (esta vez de mano de los filósofos puros y duros): la participación es cosa de dos: participar de alguna cosa o tomar parte en alguna cosa es reconocer la no-posesión de esa cosa. no se participa de aquello que uno mismo es, ya que lo posees.

Otra pista, recogida de autores como Hart, que dice que la participación real es algo más que la consulta respecto de medios y fines. Es un proceso en el cual dos partes o más se influyen mutuamente en la realización de planes, programas y objetivos. Para ello debe haber un compromiso de compartir el poder de decisión, además de que previamente a la participación está la información que la estimula, la favorece y la promueve.

Entonces:

  • La participación fundamenta la sociabilidad humana, ya que el ser humano como ser social necesita relacionarse, comunicarse y compartir con los demás.
  • La participación es un derecho del ciudadano y ciudadana, ya que el ser humano como persona libre, tiene derecho a estar informado, opinar e intervenir en la vida política y social de su comunidad (ojo, tener derecho no equivale a ejercerlo…)

Y es que,

  • Las cosas no se hacen sin nosotros/as. Y no deberíamos dejar “nuestras” cosas en manos de otros. No participar significa asentir y consentir con lo que decidan otros sobre “¿nuestras?” cosas.
  • La sociedad no está respondiendo actualmente a los intereses y aspiraciones de toda la población.
  • La participación busca mejorar sustancialmente la calidad de vida y acerca la solución de los problemas para el bien de todos/as.
  • La participación educa, rehabilita y previene: desarrolla nuestras capacidades, crecemos como personas, porque nadie puede sustituirnos en nuestro desarrollo personal, aprendiendo a responsabilizarnos, a dialogar, a escuchar, a planificar, a evaluar, aprendemos a hacer algo en común, a trabajar en equipo, a ser y a pensar en plural y a convivir al mismo tiempo.

Por tanto, la participación es:

  • Un valor en sí misma.
  • Es un medio, no un fin.
  • Es un derecho fundamental.
  • Es una condición para el cambio, para la construcción social, para la transformación social.
  • Es una responsabilidad ciudadana que supone un compromiso.
  • Es una dimensión positiva de la libertad.
  • Es una forma de legitimar la democracia real.

Y no es:

  • Querer decidir sin trabajar
  • Hablar sin escuchar
  • Criticar por sistema
  • Picotear sin acabar ninguna acción
  • Considerarse una víctima de la falta de participación de los demás
  • Votar y pagar impuestos.

Si estamos todos de acuerdo y todo es tan bonito… ... ¿Por qué no participamos?

  • Desconfianza hacia las Instituciones políticas, hacia la sociedad, hacia los miembros de la comunidad, hacia los vecinos y hasta hacia nosotros/as mismos/as.
  • Falta de información.
  • Concepto de POLÍtICA como algo lejano, complejo, formal, algo relacionado con el quehacer de esas personas llamadas “políticos”.
  • Valores y actitudes individualistas, consumistas y competitivos, con profundas raíces en nuestra sociedad occidental.
  • Falta de “cultura participativa”: desánimo y falta de estimulación para tomar parte activa en el desarrollo de la comunidad.
  • Visión negativa de aquellos/as que más se mueven por los demás, ya que se confunde la crítica y la protesta con “sindicalismo”, “juventud”, “reaccionarios”, “anti-sistema”...
  • Existen déficits educativo y falta de igualdad de oportunidades en gran parte de la población, que inhibe su participación real en los asuntos sociales.
  • Debilidad del movimiento asociativo (¿Causa o efecto?)

Así, si fuésemos cocineros sociales, la receta para un buen plato de participación, constaría de:

  1. Entrantes: sensibilidad, consciencia y comprensión.
  2. Primer plato: toma de decisiones, compromiso y responsabilidad.
  3. Segundo plato: organización, esfuerzo e interacción.
  4. Postre: disfrute, valoración y evaluación.

Desmenuzando la mezcla anterior, podemos ver que es necesario tener:

  • Sensibilidad: lo que mueve a la persona para participar, ya sea amigos, la familia, el entorno en el que vive…para participar hay que estar motivado intrínsecamente.
  • Consciencia: es necesario comprender y entender bien lo que está pasando y dejar que la tendencia natural de todo ser humano actúe. Es decir, que es necesario que la persona elabore un criterio, que se forme una opinión acerca de lo que ocurre y de lo que debería ocurrir. Para mantener la motivación para participar se requiere hallar el sentido a lo que hacemos: o porque nos gusta, o porque es de justicia y solidaridad, porque mejoramos el entorno… y nunca porque nos obliguen o “esté mejor visto hacerlo que no hacerlo”.
  • Toma de decisiones: tras la valoración, hay que ponerse manos a la obra y éste es el primer paso para hacerlo, ya que elaboramos mínimamente un plan de acción.
  • Compromiso y responsabilidad: una vez se decide lo que se va a hacer, llega el momento de expresarla y traducir así nuestra convicción en conducta manifiesta. A veces, no es necesario expresar ni manifestar externamente nuestra decisión de participar, porque sin duda, la mayoría de las veces, el compromiso es con nosotros mismos y nosotras mismas. Este compromiso nos hace responsables del cambio a producir, no podemos saltárnoslo, ya que estaríamos engañando a los demás y a nosotros mismos.
  • Organización: que implica saber cómo participar. Se refiere a los modos en que voy a ejecutar mis acciones para lograr el resultado deseado. Y esto es costoso, puesto que a veces, implica modificar alguna cosa de la propia vida, es decir, re-organizarnos.
  • Esfuerzo: como todo lo que merece la pena en la vida. Participar tiene un componente de esfuerzo, de trabajo minucioso, de romper la tendencia a que las cosas sigan igual, de romper el inmovilismo. La participación requiere un esfuerzo, porque a menudo no participar sería más fácil y más cómodo.
  • Interacción: normalmente, para participar se requiere la comunicación y la relación con otras personas, por lo que podríamos decir que es una manera de relacionarnos, de dar algo a los demás y de recibir. Como apunta la Fundació Catalana de l´Esplai: “(…) es estar dispuesto a tocar un instrumento en una orquesta donde hay otros músicos, y con una partitura que todos debemos seguir de manera coordinada (…)”
  • Disfrute e ilusión: quien ha participado en algo en lo que creía y ha conseguido resultados, quien ha soñado con poner en marcha algún proyecto y finalmente lo ha visto desarrollado…ha caído en las redes de un apasionado proceso que crea adicción: a la participación se le toma el gusto participando, ya que el hecho de formar parte activa de algo, saber que estás dando lo mejor de ti, de tu vida, por algo que es más grande que tú mismo/a, hace feliz y satisface las necesidades sociales y personales del más exigente.
  • Interiorización y evaluación: tras participar, es necesario retomar y valorar el por qué lo hicimos, ese juicio rector que nos movió a ponernos en marcha. Y la participación debe enriquecer/confirmar/reforzar/ cuestionar aún más nuestra voluntad inicial de actuar. Este feed-back nos servirá sin duda para enriquecer nuestra mochila de experiencias y nos hará más sensibles a otras situaciones que requieran de una actuación personal y/o grupal.

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