Cibercorresponsales

Ellos.

Publicado por bely. el 18/10/2014 · Categorías: Pensamientos, Creación, Sobre mí, Música

La primavera ha llegado, y el viejo espíritu del rock and roll parece haberse escabullido en un descuido del tocadiscos, entre el botón rojo y los dos grises, saltando el brazo, y envolviendo el sótano ensuciado de cerveza y ron barato.  Ha inundado el tiempo el sabor a notas que no parecen caducarse. Teníamos dieciseite, dieciocho y los principios recién cumplidos. Sonaba TNT, y nos levantábamos del sofá atravesando las botellas medio vacías. Veía a mi amiga de la infancia, que ahora mismo era más desconocida que a la que besaba. Ardiendo en el fuego de cada roce con lo ajeno y lo nuevo. Arrancando a la experiencia ésa sensación de ser eternos. Y de paso, quemar el congreso, las prohibiciones. Hablando de los errores del sistema, del 22M,  defendido derechos entre proposiciones de tríos.  Teníamos diecisiete, dieciocho,  y miles de revoluciones que llevar a cabo, mientras componían nuevas canciones para Distrito punk y esperábamos que en la mala mezcla del vaso de plástico, hubiera un poco de esperanza, y quizás algo más. Éramos jóvenes y no queríamos desperdiciar ningún momento, sino darnos prisa en quitarnos la ropa, en quitarle los miedos a los días, a las noches.

" Con los ojos rojos y los labios destrozados, alzamos los brazos y nos quedamos de puntillas para intentar tocar el cielo "  Mariele

Puedo verla con los brazos extendidos dando vueltas en la arena, sonriendo, y abriendo los ojos, como si estuviera descubriendo el mundo y estando en contacto con el aire por primera vez. Palpitando, palpando, pasándonos límites que dejan de tener sentido. Puedo verle. Riendo tan fuerte que le hace sombra al atardecer.  Y en ese momento,  pertenezco al mundo. Sé que no importa, que dentro de unas horas querré desaparecer de él de la misma manera, que no hay suficiente papel como para escribir cuánto odio vive conmigo,y  sin embargo, estoy viva, grito. Estoy viva, vuelvo a gritar. Y me da por imitar a Mushu restregándome en el suelo, y ellos no entienden. Pero, con los ojos rojos y los labios destrozados, alzamos los brazos y nos quedamos de puntillas para intentar tocar el cielo, y eh, que casi que lo conseguimos. Que la gravedad era más fuerte, pero parecía que nosotros lo éramos más.

"Si nada nos salva de la muerte, que el amor nos salve de la vida"

No escribiré más en tercera persona, ni me dirigiré a invisibles. Hoy, niña azul, hoy no tengo miedo, o al menos no quiero tenerlo. El odio y el amor vacilan oscilantes la superficie de la brava mar. Me repudio, me alabo, me violento y quebranto, pero hoy, una ráfaga de los hijos de la madrugada me da el coraje infantil de escribirte en primera persona del singular.  De hablar de mi, y de ella. De como me senté en el banco de madera vieja mientras daba cinco pasos y convertía el parque oscuro en su escenario. Me recita un monólogo y las ganas de llorar a borbotones inundan la tierra agria, que la luna la besa en cada verso, en cada sonrisa y termino sintiéndome infinita. Habla de un hombre que dejó de vivir y se dedicó a existir en su barco. Y en ese momento creo que bajé tímida del mío, pisando el mundo, sintiendo la vida golpeándome y abrazándome al mismo tiempo.

"Éramos, y seremos"

Me mira, y dice sonriendo, ellos no te cambiaron, ni definieron quién eras, pero, te dieron la oportunidad de de ser sin prejuicios. Porque éramos Roma, en su auge y decadencia. Éramos rock and roll de los años cincuenta. Éramos punk de los 70. Éramos arte, cultura, drogas, mucho sexo, mucha política, pero sobretodo, amor, éramos libertad. Y eso, nadie nos lo podía quitar.  Sólo estaba su música retumbando en mis oídos, desgarrando la superficie de la gélida, creando olas a modo de gritos, a modo de sentir en cada compás que estaba despertando. Si bien estábamos devastados, movíamos los dedos de la mano. Sobrevivíamos con demonios que no contábamos a nadie, íbamos acompañados de la muerte, y sin embargo, crecían constantemente rosas, porque no nos gustaba conformarnos, le hacíamos el amor a la vida y nos follábamos, terminábamos convirtiendo un nombre, un punto en el mapa, en la posibilidad de ser quiénes éramos.

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