DepExpress: Parte 2
DepExpress, así se llamaba la empresa de mi nuevo trabajo. Trabajaba en una agencia de correos, yuju -véase aquí el tono de ironía- Que patético. Aih... Con lo bien que estaba yo en la cárcel macho... En fin, al igual que mis tres compañeros, lo único que tenía que hacer era clasificar los sobres y paquetes que recibíamos según su código postal, simple, pero más difícil de lo que parece.
Cuando llegué por primera vez se me quitaron por completo las ganas de entrar, no quería caer tan bajo; pero no me quedaba otra.
Nada más pasar lo primero que vi fue a la recepcionista discutiendo con una china, japonesa, filipina..., lo que fuera (la verdad es que no sé cómo distinguirlos) a causa de que la pobre extranjera no se aclaraba con una especia de formulario o yo que se qué.
La recepcionista decidió pasar de ella y atenderme a mí, por tanto pregunté por un tal Joan Ferrer -el representante de los laboratorios de electrofarmacia M53 me dijo que consultara por él-. La chica se sorprendió al oír su nombre, salió de la recepción y me miró de arriba a abajo y prontamente adivinó mi nombre. Sin esperar un segundo más comenzó a gritar a grito pelado a Joan, parecía un loca dando esas voces. Hubo un momento incómodo, pues, mientras esperábamos a Joan, la recepcionista se quedó observándome con una mirada insinuante. Dios mío en la que me había metido. Finalmente -y por fin- apareció Joan. Se acercó a mí mientras me decía que tenía un compañero que me estaba esperando. Cuando bajé no tardé en dar vueltas por la sala de trabajo y a cotillear por todos los rincones, hasta que noté una brisilla de aliento en mi nuca. Mi susto fue tal que me tocó el venazo criminal y me giré directo y ya preparado para atizarle un golpe seco en la garganta. Pero Mario fue más rápido que yo y con sus reflejos pudo agarrarme el brazo, impidiéndome así demostrarle mis dotes de asesino. Sí, estuve a punto de matar a uno de los criminales más conocidos y peligrosos de España, y lo que es aún mejor, a uno de mis nuevos compañeros, Mario Gutierrez.
Tendría que calmarme y controlarme si no quería que el maldito chip estallara en mi brazo, me explico, ese chisme controlaba mi nivel de torrinonicina -vale sí, tuve que apuntarme esa palabra porque me era muy chunga de memorizar- se ve que es una sustancia que segrega nuestro cuerpo y que al parecer no podemos controlar, y que supuestamente por eso "matamos". Básicamente lo que perpetraba este chip era detectar el aumento de torrrinonicina y seguidamente dilatar los linfomas de los lóbulos frontales, permitiendo el paso de dicha sustancia y rebajando así el exceso de flucolosa; nada fuera de lo normal.
Volviendo al tema de Mario, estuvimos conversando un rato hasta que apareció otro de mis nuevos compañeros, Pedro, y detrás de éste, Carla. Menudo equipazo de ilegales habían reunido en aquella sala.



Comentarios
ibicij - hace más de 9 años
Tengo ganas del siguiente capítulo... Muy bueno
No se pueden incorporar más comentarios a este blog.