Tu Destino: Capítulo 15
Nos adentramos en el bosque del palacio lo antes que pudimos, es más, nos adentramos nada más terminar de hablar con nuestros padres.
Me acuerdo perfectamente lo que nos dijeron: "Id a los más profundo, y cuando menos lo esperéis allí lo tendréis"; "Tened cuidado con las criaturas, los hechizos y las apariciones que os podáis encontrar, pues este bosque lo único que hace es rodear, proteger y separar el palacio"; "No os olvidéis de que Lavorna os estará esperando y que os puede atacar en cualquier parte y a cualquier hora".
La verdad es que eran muy agradecidos por su parte, ni buena suerte, ni tened cuidado ni ninguna preocupación que unos padres normales harían por sus hijos, aunque claro, quien soy yo para juzgar las preocupaciones de unos padres, con unos padres que ni me dan los buenos días al bajar al desayunar ni me preguntan qué tal en el colegio. Aunque claro, supongo que esperaba alguna reacción buena por parte de Natiri, ya que si realmente es mi madre diosa y de ella he sacado estos poderes por lo menos podría preocuparse en lugar de darme pistas de dónde se encuentra el lugar de la batalla final, prepararme para una lucha de la que a lo mejor no salgo con vida, o yo que sé, preguntarme por los chicos, que encima que puedo presumir porque Juan es mi novio, bueno, tengo que hablarlo pero... digo yo que sí
- Alex, falta mucho - vale llevábamos mucho tiempo caminando sin encontrar nada, aunque claro, es el lugar más inesperado y te lo tienes que encontrar en el momento más inesperado, pero se estaban empezando a impacientar, sobre todo Estela - Alex me duelen muchisimo los pies, estas sandalias por monas que sean no son nada buenas para caminar, sobre todo por el bosque
- Pues no a verte puesto esas, a verte puesto otras - Estela era muy peculiar en cuanto se trataba de ropa
- Habló aquí la que no tiene arañazos en los pies y las raíces de los árboles en lugar de ponerle la zancadilla la levante para que no se caiga - la verdad es que tenía razón, ser la hija de Natiri me daba ventaja en cuanto a andar por la naturaleza ya que no tenía ningún problema para ello.
- A mí me seguirás gustando con o sin golpes en los pies - me decía Juan que estaba continuamente detrás mia cuando los guiaba por el bosque - y que conste que me encantaría volver a mi habitación a continuar haciendo lo que estábamos haciendo antes de que Miguel nos interrumpiese - me dijo en bajito. Estoy segura de si Miguel no llega a aparecer en ese momento Juan y yo abríamos terminado en la cama
- A mi también me hubiera gustado que Miguel no nos hubiera interrumpido, pero ya sabes lo que dicen, todo ocurre por una razón - puede que le contestase un poco borde pero es que me estaba concentrando en buscar el lugar d ela batalla, asi que no podía distraerme con nada ni nadie.
Después de mi contestación a Juan no me volvió a distraer en todo el camino que nos restaba. A demás, es un amor, porque no nos retrasaba, lo contrario que hacía Estela
- Alex necesito parar unos segundos, los pies me están matando y creo que estamos todos de acuerdo en descansar un rato - propuso Estela que yo creo que en vez de una proposición era una sugerencia, orden.
- Venga Alex - me invitaba Miguel - descansa y continuamos - me senté a su lado que a la vez Juan se sentó al mío. Arturo creo una burbuja de agua para Estela donde pudo descansar sus delicados pies
- Gracias Arturo, la verdad es que lo necesitaba
- De nada, pero tu responde pronto para continuar - le respondió Arturo que se sentó junto a Luna en el suelo, que estaba al lado de Silvia.
Estábamos todos tranquilos y relajados descansando cuando la tierra se empezó a mover.
- ¿Qué está pasando? - preguntaba Estela a la vez que su burbuja de rompía - Alex si esto es obra tuya para que nos movamos ya con decirlo es suficiente
- Yo no puedo crear terremotos - la respondi
Todos nos quedamos muy quietos intentando mantener el equilibrio a la vez que nos levantábamos para saber qué era. Aunque ya sabíamos lo que era.
Solté un grito de dolor porque la copa de algunos árboles se estaban quemando y yo no podía soportar sus gritos.
- Tenemos que salir de aquí. Ir a alguna cueva o a algún sitio donde resguardarnos - decía Juan mientras me cogía.
Empezaron a correr sin saber a dónde, corrían y corrían y cada vez me dolía más la cabeza del dolor de los árboles. Notaba su dolor, oía sus gritos y podía sentir lo que les dolía todo lo que las llamas de fuego les hacía.
- No tenemos salida - gritó Silvia cuando frenaron y se encontraron ante un acantilado que no se podía escalar y claro, Miguel no se podía transformar en un dragón para llevarnos a todos a la cima por que si no las llamas le darían.
- ¡Mirad! - gritó Estela asustadísima. Todos miramos la dirección que su dedo indicaba, señalaba una gran bola de fuego que venía hacia nosotros. No me imaginaba el dolor que esa gran bola podía ocasionar al gran bosque.
- "Creo en ti, cofia en ti" - oía en mi cabeza
- Natiri - dije en voz alta y Juan me miró
- "Supera tu dolor, supera su dolor, protegelos"
Cuando me dijo eso me bajé de los brazos de Juan y empecé a cantar:
Son solo dos hojas
del árbol
protege al bosque
protege me a mí
protege a los dioses
protege a la flor
protege al árbol
protege al animal
Crea la barrera
crea la protección
protege tu bosque
protege tu vida
Crea tu escudo
para salvar a todos
protege al gran bosque
salva tu hogar
Según iba cantando las copas de los árboles se iba juntando y de alrededor de las hojas iba saliendo una protección mágica, que protegería al bosque y a nosotros de la bola de fuego
estoy yo contigo
aquí estaré
te protegeré
te salvaré
protege a los dioses
protege a tu madre
protege a su hija
protege a tus hermanos
Salva al gran bosque
crece barrera
crece, protege, guarda y cuida
salvad al gran bosque
juntaos y proteged
Aquí estaré yo
dadnos fuerza
Protege al gran bosque
Salvad vuestro hogar
Cuida de ella
y salvad vuestro hogar
Iba creciendo cada vez más y más la barrera, y cuando la gran bola de fuego chocó, sonó un gran estruendo y y una gran luz como un rayo nos deslumbró. El bosque se había salvado, los árboles quemados estaban curados y nosotros estábamos a salvo.
- ¡Bien hecho, Alex! - me felicitó Miguel, yo me di media vuelta y los miré a todos, pero el suelo volvió a moverse, y ante nosotros y acantilado se disolvió, es más, se lo tragó la tierra y en su lugar apareció un cráter de dónde empezó a salir mucha lava.
- ¡Corred! - gritó Juan dándome la mano para salir corriendo.
Todos hechamos a correr sin parar. La lava nos seguía y no paraba, era como si el cráter no tuviese fondo y no acabase nunca. Cuando llegamos al final, nos encontramos con un callejón sin salida.
- ¿Derecha o izquiera? - dije
- Derecha - dejo Miguel a la vez que Arturo
- Izquierda - dijo Arturo a la vez que Miguel
- ¡Decidíos ya! - gritó Silvia mirando a la lava que cada vez estaba más y más cerca
- ¡Derecha! - dijeron Arturo y Miguel mirando a la lava.
Pero Juan y yo fuimos por el otro lado, fuimos a nuestra derecha en lugar de a la derecha de Miguel y Juan que estaban mirando hacia la lava, entonces sería a nuestra izquierda. Tras mucho correr, Juan y yo paramos
- Juan espera - le frené - ¿Y los demás? - Juan miró a nuestra espalda y no vio a nadie, pero sí vio la lava cada vez más y más cerca de nosotros
- No lo sé pero lo averiguaremos cuando escapemos de la lava - tiró de mí - ¡Corre!
Seguimos corriendo hasta que caímos por una rampa llena de barro y nos quedamos atrapados en un charco lleno de lodo
- Juan, no podemos salir - le grité
- Mantén los brazos arriba, y no los bajes - me ordenó y yo le obedecí. Juan sacó su espada, la lanzó hacia la orilla - ¿Puedes hacer que una de las lianas de allí arriba se enganche a la espada y luego bajarla?
- Claro - le respondi. Me concentré en una liana, la enganché y se la di a Juan
- Dame la mano - me la ofreció, se la dí, me acercó a él - ahora arrastraté tirando de la liana hasta llegar a la orilla, luego iré yo
Hice lo que me dijo, y cuando llegamos a la orilla, la lava ya no nos perseguía. Estuvimos un ratito tumbados uno al lado del otro y cogidos de la mano, hasta que Juan se levantó y recogió su espada. Yo mientras tanto, seguía tumbada y noté en mi cabello una brisa fría que me puso los pelos de punta. Me incorporé y luego se volvió cálida que me relajaba. Me puse de pie y volví a sentirla fría.
- ALex, ¿qué haces? - me decía Juan, pero yo no le escuchaba.
Seguía la brisa que cambiaba de cálida a fría y de fría a cálida. Oía una mano en la pared use a Juan que me gritaba detrás mía pero yo no le escuchaba, tenía que saber de dónde prevenía. Entonces me encontré ante una pared llena de lianas de dónde salían flores preciosas. Puse la mano en la pared y se abrió
- El lugar más inesperado en el momento más inesperado - dije en vos baja
- EL lugar donde se librará la batalla final - continuó Juan colocándose a mi lado.
nos cogimos de la mano y atravesamos las lianas los dos a la vez.





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