El niño del último pupitre: Capitulo 4
Capítulo 4: Recreos con eco
Dicen que el recreo es el mejor momento del día.
Dicen que es cuando desconectas.
Cuando respiras.
Cuando eres tú.
Pero yo…
yo no sé muy bien quién soy cuando suena el timbre.
A veces camino en círculos.
Otras, me apoyo en la valla.
Miro hacia el campo, como si me interesara el fútbol.
Aunque no entienda ni las reglas.
Pero mirar hacia afuera duele menos que mirar hacia dentro.
Escucho cómo se llaman unos a otros.
—¡Claudia, ven!
—¡Pásala, Dani!
—¡Tía, no sabes lo que ha dicho Lucía!
Nadie me llama.
Mi nombre no rebota en las paredes.
No viaja por el aire.
No tiene eco.
Un día intenté acercarme a un grupo.
Solo me quedé a dos pasos.
Pensé que si escuchaba, si reía un poco, si asentía… tal vez me harían un hueco.
Pero entonces uno dijo: —¿Qué hace este aquí?
Ese “este” me atravesó.
No me llamó por mi nombre.
No me preguntó nada.
Solo dejó claro que yo no encajaba.
Que el recreo, como el resto del mundo, no era mi sitio.
Me di la vuelta.
Volví a mi esquina.
A mi muro.
A mi eco.
Allí donde el silencio suena fuerte.
Y el corazón, bajito.
En relación a lo que he escrito, os propongo lo siguiente:
Aquí os dejo el enlace al siguiente capítulo
https://www.cibercorresponsales.org/perfiles/milk/blogs/el-ni%c3%b1o-del-%c3%baltimo-pupitre--capitulo-5



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