Capitulo 10: Los J-4
Hoy iba a ser un dia muy importante, nunca creia que iba a ser tan importante. Dentro de lo que cabe era normal, me desperté a las nueve, desyuné. Me fui a la biblioteca, hacia tiempo que no iba.
- Hola Max, cuanto tiempo sin verte.
- Si es que he tenido unos dias muy moviditos.
- Jajaja.
- Pues te tengo que decir una cosa muy importante
- ¿El que ha pasado?
- Pues que han venido cuatro chicos, preguntando por ti.
- ¿Y que te han dicho, como eran?
- Me dijeron: "sabemos que viene aqui un chico que se llama Max, dinos donde vive y te dejaremos en paz". Y eran muy rubios y con acento raro, dos chicos y dos chicas.
- ¿Se lo dijiste donde vivia?
- Pues claro que no.
- ¿Te hicieron algo?
- Si, me dijeron unas palabras en un idioma raro.
- Que gente tan extraña hay en el mundo, eh.
- No lo dudes.
Yo me quedé a cuadros con lo que me dijo la bibliotecaria. Lo que hice fue hacer toda la tarea retrasada que tenia desde hace cuatro dias y meterme en el ordenador, todo esto dandole a la cabeza lo que me habia dicho mi amiga.
Hoy era viernes, como todos los viernes mi padre y sus amigos, en el bar del pueblo, tenian almuerzo. El almuerzo lo cambiaban cada viernes, pero el de hoy era, tordas con patatas, una ensalada (allí casi todas las comidas las llevan incluidas), guindillas frescas, melon y cafe. Todo eso se comian a las once de la mañana. Mientras mi padre estaba comiendo; mi abuela, mi madre y yo nos estabamos bañando en la piscina y tomandonos el vermut (patatas bravas y gambas al ajillo).
Una vez que mi padre llegaba, nosotros ibamos a empezar a comer, una comida que me encanta pero que a mi madre no mucho, ñoquis de patata al pesto.
Cuando terminé de comer:
- Abuela, ven.
- ¿Qué quieres, hijo?
- Te tengo que contar una cosa muy importante.
- ¿El qué?
- Pero me tienes que prometer una cosa.
- ¿El qué?
- Que no se lo vas a decir a nadie.
- ¿Pero tan importante es?
- Claro que si.
- Pues cuenta, cuenta.
- Que me ha dicho Miley...
- ¿Quién es esa?
- La bibliotecaria del pueblo.
- Ahh, vale, sigue.
- Como te estaba contando, que me habia dicho que habian ido allí cuatro chicos que preguntaban por mi.
- ¿Por ti?
- Si, y que tenian un aspecto muy raro, eran rubios y con acento extraño.
- Pero, ¿los conoces?
- Pues claro que no. Y no se que hacer, nada mas te queria decir eso. Y ya sabes, no se lo digas a nadie.
- Pues no se que hacer, me has dejado a “cuadros”. Vale...
Ese dia me eché la siesta de un cuarto de hora, porque con el “comecocos” de lo que me habia dicho Miley. Le dije a mi padre:
- Papa
- ¿Qué quieres, hijo?
- Que si me puedo ir a dar una vuelta, por el campo.
- ¿Por dónde?
- Por la vega del rio.
- ¿Con quien vas?
- Yo solo.
- Tu solo, no vas.
- Papa, por favor.
- Vale.
- ¿Sobre que hora vas a venir?
- Pues aproximadamente sobre las siete.
- Ni un minuto mas, ni un minuto menos.
- Que si, papa. Que pesado eres.
- ¿Y que vas a hacer?
- Pensar.
Salí de casa a las cinco menos cuarto o primero que hice fue ir al paseo de San Raimundo y decirle a San Raimundo que me ayude a encontrar a los chicos tan raros.
En el pueblo no habia nadie de gente, solo había palomas.
Me fui por el camino de al lado del rio, pasando el puente. Durante un rato, atravesé el bosque y llegué a una zona dónde habia muchas cuevas esa zona la llamaban “La tierra de los agujeros brillantes“. Allí cada cueva la llamaban de un nombre diferente por ejemplo; La Víña, La Mora (nadie ha podido entrar en ella), La Uva y La Zarzamora.
Queria salir en este momento del mundo entero y me metí en la cueva de La Mora, la cueva era preciosa. La cueva tenia estalactitas, estalagmitas, coladas, de todos los colores que reflejaban en el agua.
De repente, olí un olor muy caracteristico. Ví que de una gruta venia un humo que cambiaba de color, a la vez se escuchaba en la profundidad como gente diciendo algo raro. Me dirijí hacia esa gruta y anduve. Cada vez el humo se hacia mas grande, el olor y las voces se intensificaban. Hasta que llegué al final de la gruta en la que habia un lago gigante con cuatro pequeños islotes en un circulo; en el mediu otro mas grande. En los islotes habia cuatro niños rubios y en el centro una fogata de colores.
- ¿Qué haces aquí? Nos has interrumpido nuestro conjuro
- ¿Quiénes sois?
- Somos los J-4
- ¿Y tu, incomodo personaje?
- Soy Max, creo que habeis preguntado por mi en la biblioteca.
- Si, hemos sido nosotros.
No me lo creia habia encontrado a los niños rubios que habian preguntado por mi, y se llamaban los J-4 como en la carta que habia encontrado en el monasterio.
- ¿Cómo os llamais?
- Yo me llamo Justin, soy el dueño del agua.
- Yo me llamo Joel, soy el dueño del fuego.
- Yo me llamo Justine, soy la dueña del cielo.
- Yo me llamo Joy, soy la dueña de la tierra.
- ¿De dónde sois?
- Somos de Londres.
- Ah, muy bien. ¿Qué quereis de mi?
- Tu, eres el elegido. Te ha elegido el Maestro.
- ¿Quién es el Maestro?
- San Francisco del Cister.
No me lo podia creer, ahora coincide todo, me quedaba anonadado.
- ¿Y por qué soy el elegido?
- Te has encontrado la llave de la puerta del quinto poder.
- ¿Qué poder?
- El gran poder blanco, el del clima e intangibilidad.
- Supongo que yo tengo esos poderes.
- No, si los quieres, los tienes que conseguir.
- ¿Cómo?
- Tienes que conseguir las siete gemas mágicas.
- ¿Y como las consigo?
- Tienes que entrar al mundo mágico, superar a los siete magos.
- ¿Cómo se entra?
- Por la puerta de los Calatravas.
- ¿Y cuando consiga los poderes?
- Entraras dentro del grupo llamado los JOTA 4+1. Y lucharas contra los malos para conseguir la paz en todo el mundo.
Casi me estaba dando un “patatus”, estaba en mi mano en unirme a los J-4 y salvar al mundo o quedarme en mi vida normal.
- Acepto, desde pequeñito he querido ser un superheroe.
- Muy buena eleccion, lo sentimos por haberte hablado asi al principio; pero es que no te conociamos.
- Ok, disculpas aceptadas.
- Buena suerte y te vemos cuando hayas conseguido las siete gemas.
- ¿Y no me podeis decir un consejo?
- NO HAGAS.
- CASO A.
- LOS.
- MAGOS.
- Gracias, hasta luego.



Comentarios
partyflipa - hace más de 12 años
¡¡Empieza la aventuraaaaaaaaaaaaa!!
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