Capitulo 7: Más sobre la llave
Ese día mientras dormía, soñé que era uno de los mejores cheffs de España. Y que mi plato estrella eran los crêpes salados. Me levante a las nueve y cuarto, me puse a hacerlas. Cuando mi madre abrió la puerta de la cocina :
- ¡Hijo...! ¿Qué estas haciendo?
- Pues, crêpes. La única forma de hacerlas era ahora por la mañana porque como no me dejabas...
- ¡Pues claro que si, porque con el calor que hace en la cocina!
- Bueno que si, mama. Ya no podemos retroceder.
- Puf... ¡Es que no puedo contigo!
- Pero es que los crêpes son para cenar, rellenos de jamón york y queso.
- ¡Si no tenemos jamón york...!
- Pues para mañana.
- Vale...
Luego me fui con mi padre a por churros, pero daba la casualidad que todas las churrerias del pueblo estaban cerradas y nos fuimos al pueblo de al lado.
- Mama, hemos llegado
- ¿Qué tal habéis desayunado?
- Muy bien, nos hemos comido entre los dos, dos porras y seis churros.
- Madre mía, ¿y cuanto ha costado?
- Pues 4.80.
- Tampoco ha sido tanto.
Mi padre y yo nos cogimos, nos lavamos y nos vestimos bien. Cuando bajamos abajo nos estaban esperando mi abuela y mi madre en la cocina:
- ¿Qué hacéis aquí?
- Pues que nos vamos.
- ¿A dónde?
- Nos vamos a comer al camping de Ágreda?
- ¿Dónde esta eso?
- Esta a treinta kilómetros de Fitero
- ¿Y cuando nos vamos?
- Ahora, que ya esta todo preparado.
Salimos de casa a las once y media, llegamos allí a las doce. No había mucha gente en el camping. Cogimos un sitio perfecto, estábamos al lado de la zona de barbacoas y de un césped gigante.
Mi abuela y mi madre se pusieron a hacer el rancho y una ensalada de arroz, mientras que mi padre y yo nos fuimos a dar una vuelta por el campiña (había parques, zonas de juegos, muchas fuentes, estatuas y mucho césped). La comida estaba buenisima (es que las abuelas y las madres cocinan de bien). Cuando terminamos de comer, me puse a jugar con la consola. Después de que mis padres y mi abuela recogieron todo nos cogimos una toalla gigante que teníamos en el coche, y nos pusimos a echarnos la siesta en el césped. Y dio la casualidad de que se encendió el aspersor y nos empapamos enteritos todos ¡Qué risas!
Llegamos a casa a las seis y media. Yo había quedado con mi amigo Mohamed en la plaza del pueblo, para ir al Monasterio. En el Monasterio había una exposición que duraba quince días y la fuimos a ver. Cuando entramos por la puerta:
- Madre mía, Mohamed. ¡Que bonita la han puesto!
- Yo la veo como siempre.
- No sé, pero que para mí que es diferente.
- Si tú lo dices...
- Pero te digo, que aquí va a pasar algo importante para mí.
- A ti, te ha sentado mal la comida o qué.
- Que si... Lo presiento.
- Sabes lo que presiento yo, Max.
- ¿El qué?
- Que te vas a llevar una colleja de mi parte, como no te calles.
Empezamos la visita por la parte de libros y manuscritos. Me fui directamente a ver una carta que estaba preciosa (la letra era preciosa, y el sello de cera era morada) que al final le hice una foto. La visita la terminamos a las ocho y media de la tarde.
Cuando llegue a casa le enseñe la foto a mis padres y a mi abuela, me dijeron que no sabían como me gustaba tanto esas cosas. Mi padre me propuso que lo intentara traducir, ya que estaba en latín y con las tecnologías de hoy en día.
En principio ponía: INVENI AMET TU ES ELECTUS. IM`IUSTUS DICENS J-IV. SAN FRANCISCO SIGNATI CISTERCIENSIS. Una vez traducido ponía: TE HAS ENCONTRADO UNA LLAVE, TÚ ERES EL ELEGIDO. SOLO TE DIGO J-4, FIRMADO SAN FRANCISCO DEL CISTER.



Comentarios
No se pueden incorporar más comentarios a este blog.