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Niño Oculto

Publicado por sr. partner el 25/09/2015 · Categorías: Pensamientos

Algo que dentro de nosotros se agita con rabietas infantiles, que controla nuestras emociones sin motivo alguno, que desconfía de lo que le hizo desconfiar en el pasado. Todos los recuerdos de los juguetes, los amigos, la escuela. Largas tardes al Sol, en los parques, despreocupados por el ayer o el mañana. Es algo en lo que últimamente estuve pensando, y sin quererlo, conversaciones con mucha gente me llevaron a reflexionar sobre él. Nuestro niño interior.

Prefiero no pensar excesivamente en él. Sé que está escondido en alguna parte, ocultándose cada vez que me siento mal, siendo todo lo soñador que no he podido ser en su momento. Revisa día tras días las fotos antiguas, añorando los tiempos pasados en los que se dejaba mostrar. Haciéndome sentir culpable de las cosas. Reprochándome que no soy como era antes y que me he ido al bando de los malos. El bando de los buenos y de los malos, ¿sabes? Cómo si la vida real fuera un campo de batalla. Sé que llora cada vez que hago daño a alguien, y sé que se enfada cada vez que me hacen daño, a pesar de no entender los motivos, ni la profundidad del asunto. Él simplemente, reacciona. Además, siempre está muriendo. Parezca que mañana vayas a despertar y ya no estará más, pero aguanta ahí, dentro de mí. Tal vez es un resquicio de lo que queda de nosotros. Pero de la parte de verdad, la que no ha sido corrompida por lo que nos rodea. La que sigue creyendo que todo es tan fácil cómo los buenos y los malos, los amigos y los enemigos, el amor y el odio, el blanco y el negro. Tal vez, si todos siguiéramos a nuestro niño interior, el mundo sería así de fácil. Sin embargo, desde siempre se tiene ese sentimiento ancestral, mucho más poderoso, que es el de avanzar. Tal vez alguien, en un momento dado, dejó de hacer caso a su niño interior, e inventó el tabaco, para ir un paso por delante de todos. Así mismo, las relaciones complicadas, la vergüenza, la burocracia, los grupos sociales, los complejos, las armas… Y así, todos los niños interiores quedaron confinados para siempre, condenados a soñar con un mundo que ya no es como ellos recordaban. Creando cosas para ir un paso por delante, sin importar que lo que creaban les hiciera mal o les esclavizase dentro de ellos mismos. Pero quién sabe. Tal vez, y seguramente dentro de mucho tiempo, nuestros niños interiores dejen de ser tan interiores, y en una distopía, los adultos olviden que lo son en realidad. Que la vida resulte sencilla, pero solo porque nosotros no queramos complicarla. Que deje de haber tantas escalas de grises. Todo blanco, o todo negro.

Hasta ese día, mi niño interior seguirá siendo lo que es hasta el día de hoy, un joven con el pelo despeinado, con pintura de guerra en la cara, sobreviviendo día tras día a la ciudad en ruinas en la que se ha convertido mi cabeza, asaltada por inseguridades y temores, causadas por el gran enemigo: El mañana. Y siempre espero que resista, porque sin él, una parte de mí, la que no está empeñada en ir un paso por delante de todos, moriría. Y yo, dejaría de ser yo. Gracias, niño oculto.