SKY. Capítulo 3
El cielo está oscuro y el imponente edificio donde trabajo es aún más terrorífico a éstas horas de la mañana.
Soy puntual, pero al llegar me encuentro con que el jefe ya está aquí. Observo mi reloj para asegurarme de que son las seis y levanto la mirada, encontrándome con los pronfundos y serios ojos del jefe.
—Buenos días, agente SKY —Saluda—. Veo que has complido con tu promesa.
—Buenos días, jefe —respondo; dubitativa.
Sí, yo siempre cumplo mis promesas, o al menos lo intento.
De repente, los recuerdos vuelven a asaltarme y un inmenso malestar se apodera de mí, sé que le he fallado a mis hijas, y desde entonces me he propuesto no volver a hacerlo nunca más. Espero que durante el tiempo que esté fuera se sepan cuidar bien, mi trabajo es lo único que nos mantiene con vida, sumado a mis pequeñas escapadas nocturnas para conseguir algo de dinero ilegal.
Un coche se acerca en mitad de la penumbra.
—Querida, sube. Nos llevará hasta la mansión de Sir.Leeroy.
Obedezco. Me siento en la parte de atrás y espero a que el coche arranque. Poso las manos sobre mi regazo, que tiemblan. Estoy nerviosa. Espero no fracasar en mi misión, mi trabajo significa la vida de mis dos hijas. Trago saliva mientras veo que las modestas casas se alejan poco a poco, para dar paso a una zona retirada de la ciudad.
El coche se detiene y con curiosidad intento vislumbrar a través de los cristales mi lugar de residencia durante las próximas semanas. Intento no mostrarme maravillada, aunque la mansión me fascina. Bajo del coche sin apartar la vista del precioso y cuidado jardín que adorna la entrada, es inmenso y la vista no me alcanza a ver su fin. La mansión se eleva elegante y orgullosa, de ladrillos grisáceos y tejado de pizarra, con unos hermosos ventanales que dejan pasar la nítida luz que asoma por el horizonte, realizando dibujos que se mueven cuan llamas de fuego sobre las paredes.
Recorremos el pequeño camino de piedra. Todo lo que me rodea rebosa de creatividad y belleza, los setos están perfectamente recortados, las flores dispuestas en dibujos de color indescifrables, la fuente de cristal con una hermosa mujer que observa su reflejo en un agua cristalina...
—¿Fascinada? Espero que así sea. Sir. Leeroy es un joven un tanto peculiar, tendrá que acostumbrarse a sus extravagancias y misterios, de lo contrario, no podrá aguantar ni un solo día aquí sin perder la cabeza. Tenga cuidado con los engaños y vigile muy de cerca a su señor, haga todo lo que él le ordene, ahora es su jefe. Puede que consiga tener la suficiente confianza con usted como para desvelarle sus secretos pero, si la descubre, simplemente maquinará un plan contra usted —Se encoge de hombros—. Solo usted puede escribir su destino.
Observo a mi jefe entre asombrada y horrorizada. La simple idea de ser descubierta me acobarda, pero a la vez, la curiosidad que siento por descubrir sus secretos me come por dentro.
Me detengo ante la puerta de madera labrada con signos que no logro entender.
Desde el momento en que llamo a la puerta, comienzo a escribir ese libro, el cual estará lleno de más sorpresas de las que espero encontrar.




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