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LA VIDA DE ANNIE por Cristina Garrido
Annie es una niña africana de Etiopía que tiene 15 años de edad. Ella no tiene casa y vive en la calle. Tiene 4 hermanos más pequeños a los que tiene que cuidar, pues debido a las consecuencias de una guerra por la que pasó su país, el padre de Annie murió... Su madre consiguió sobrevivir, pero unos meses después, en el parto del último hijo, la madre murió por una infección.
Desde ese día Annie tuvo que afrontar la vida de otra manera. Ahora, como hermana mayor, tiene que encargarse de todos sus hermanos. No tiene apenas nada para comer y se pasa la vida luchando por alimentar a lo que le queda de familia.
Las personas que nos podemos permitir el lujo de tantas cosas, no nos damos cuenta de cuántos niños sufren y mueren cada año por pobreza. No pueden comer, ni tienen la educación necesaria , solo pocos niños tienen la suerte de poder ir al colegio, de lunes a viernes, y esto tampoco ayuda mucho, porque las clases están saturadas de alumnos, lo que no facilita la educación.
Annie es una chica que arriesga todo por alimentar a sus hermanos, cuidarlos, mimarlos…,es decir, ella es como una madre para ellos.Todos los días busca comida en los contenedores cercanos al colegio para alimentarlos, casi nunca tiene suerte y lo peor es que tiene que alimentar a 4 hermanos, (el más pequeñito de 4 añitos, otro de 6 años y otros de 9 y 13).
Duermen tirados en el suelo de la calle con una pequeña manta que cubre al más pequeño. Annie y sus otros hermanos duermen donde pueden, no tienen techo para resguardarse cuando llueve o cuando hace frío.
Hay que ser una persona muy positiva para poder seguir adelante y superarse poco a poco.
Se levantan cada mañana con una sonrisa en la cara, como si viviesen en buenas condiciones, o eso es lo que ellos quieren e intentan imaginarse.
Annie nunca deja a sus hermanos solos. El hermano mayor le echa una mano con los medianos y Annie se ocupa del más pequeño. Así es como se organizan todos los días, después de levantarse para ir al Nilo, que está a varios kilómetros del poblado donde habita. Se pasan horas y horas caminando solo para llenar un jarrón de agua y poder calmar su sed, aunque el agua del río no está totalmente limpia, pero es lo único que pueden conseguir y no les queda otra opción.
En estos casos nos damos cuenta del egoísmo de cada uno. No valoramos las cosas que tenemos, la suerte que hemos tenido de nacer en el mundo desarrollado. Realmente nosotros tenemos todo lo necesario y ellos solo piensan en poder aguantar todo el peso que llevan encima, para llevar una vida normal.



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