Cibercorresponsales

1º capitulo de mi libro

Publicado por luisc el 01/06/2012 · Categorías: Creación

 

PRIMER CAPITULO

Asimilación

Era un día nublado, el cielo amenazaba con tormenta y Claudia sabía que sería un día como otro cualquiera. Claudia era una niña de elegantes ojos marrones y con su pelo castaño con pequeños reflejos rojizos. Era muy tímida e introvertida, ya que le costaba conocer a la gente de su alrededor y siempre llevaba una cara inexpresiva, como si creyera que las personas pudieran saber lo que pensaba con mirarle. Vivía en un pueblo muy pequeño, bastante cerca de la capital,  en una casa grande con su familia, que la formaban su padre, su madre y su hermano.

Ese extraño día empezó como un lunes cualquiera, habia llovido y los charcos adornaban las calles de piedra, claudia fue despertada por su madre, ya que no era muy madrugadora y cuando termino de preparar su mochila por la mañana, tuvo que ir al que ella pensaba que era el peor lugar del mundo: el colegio. Para ella era un verdadero infierno, apenas estudiaba las asignaturas y no hacia los deberes y asi consiguió que la mayoria de profesores la regañara. Lo unico que se le daba bien de verdad era la clase de arte porque a ella le encantaba pintar, pintaba siempre que podía: en clase, en su casa, en el recreo….

Y asi empezo su problema. Ese dia ella estaba en el patio pintando en su cuaderno favorito, en el que dibujaba sus mejores creaciones. Trabajaba en una nueva criatura, un tintoso, que habia sacado de muchas descripciones de algunos de sus muchos libros de aventuras y magia de su amplia colección. En ese momento unos chicos mayores que ella,  le habian echado el ojo a la libreta con el dibujo a medio terminar. Asi que pasaron junto a ella, y la pobre no se dio cuenta ya que cada dia pasaban decenas de alumnos de todas las edades por delante de ella y ya se habia acostumbrado a sentirlos pasar. Se pusieron delante suya de manera que le tapaban el sol que hacía y no podia ver con claridad los trazos de su libreta. Asi que dijo con una voz un tanto inquietante:

-Perdon, no se si os habeis dado cuenta pero me estais tapando la luz y no puedo dibujar con claridad.

-Parece que esta cria es un tanto rebelde y creo que deberiamos bajarle los humos -dijo uno que tenia pinta de ser el mas robusto.

Asi que sin que claudia se diera cuenta, uno de ellos le cogio su preciado cuaderno y se lo dio al que acababa de hablar. Este lo ojeo pasando las paginas sin ningún cuidado de la forma más brusca posible, tanto que Claudia se imaginaba como las páginas de ese cuaderno se agrietaban, doblaban y rompían una a una.

-Bonitas bestias las que pintas en este cuaderno, creo que me lo voy a quedar para decorar mi habitación.

Claudia se quedó sin ningún pensamiento por unos momentos, estaba muy cabreada porque esas páginas que estaban a punto de morir eran el fruto de trabajo de meses leyendo y dibujando, tanto había dibujado que tenía ampollas en la mayoría de sus dedos.

El chico se dio cuenta de que Claudia se estaba empezando a enfadar de verdad así que lanzo el cuaderno en dirección a Claudia, y esta fue corriendo a cogerlo antes de que cayera al suelo. Pero el chico lo había lanzado muy flojo y Claudia era muy torpe así que el cuaderno no solo se cayó en el suelo, sino que fue a parar a un charco. En ese momento Claudia vio cómo su mundo se desmoronaba, ella no vivía nada más que para ese cuaderno y entonces algo paso. Agachó la cabeza, pensando en todo el tiempo que tenía que haber gastado en unos trozos de papel que terminarían en un charco. La ira se apodero de ella y como ya no sabía cómo reaccionar ante una situación así, simplemente sonrió.

La verdad es que no era una sonrisa normal, tenía una pequeña marca de tristeza y todo lo que se podía percibir era odio y sed de venganza. Para cuando los chicos la vieron alzar la cabeza,  Claudia ya no parecia ella, ya que la expresión cansada, casi dormida, de su cara había desaparecido por completo y los ojos se le habían clarificado hasta llegar a un tono rojizo, como unas llamas ardiendo en un incendio. Tenía pinta de que con la historia del cuaderno destrozado se había vuelto loca completamente.

En esos instantes todos menos el mayor retrocedieron.

Sin ser consciente de sus actos de repente, alzó la mano, como para soltar una gran masa de ira concentrada con tristeza, pero no pasó nada, y la pegaron por su impertinencia al levantarles la mano.

Después de un día, la pegaron otra vez, y esta vez, más segura alzó la mano. De esta, salió una llama. Los niños acabaron fundidos. Todos se quedaron sorprendidos, incluida Claudia. Cuando fue a mirar a los demás, estos habían huido. Ella cogió su almuerzo y se puso en la fila.

-¿Cómo lo he hecho? -se preguntó Claudia.

Después de clase, se fue a su casa lo más rápido posible. Cuando llegó, le dijo a su madre lo que había pasado. Pero no la creyó y la madre molesta por su farsa para llamar la atención, le mandó a su cuarto para pensar en lo que había dicho.

Dos días después, Claudia jugaba con un mechero, quemo una cortina, esa cortina quemo el cuarto y el cuarto la casa. Sin saber cómo, a Claudia no le quemaba el fuego y podía respirar tranquilamente dióxido de carbono. Así que sacó a sus padres de casa sin ningún percance. Ella pensó que quizás también su hermano estuviera allí pero recordó que aún estaba en el instituto.

Después de que los padres se levantaran de su desmayo, se mudaron a casa de sus vecinos, que la querían vender.

Unos días después, Claudia estaba en su cuarto haciendo deberes cuando apareció una luz extraña con un destello precioso.  No era normal. Tenía algo que la tentaba. Necesitaba tocarla.

Claudia tocó la luz y el destello aumento hasta alumbrar el cuarto entero. Después de dos o tres segundos, la luz se disipó y en la habitación apareció un pájaro dorado con reflejos rojizos. Era grandioso, llegaría a medir como ella y estaba ardiendo. Claudia recordó que en uno de sus libros salía un ave misteriosa igual, que se llamaba fénix. De repente una voz melodiosa se le metió en la cabeza de la nada.

<<He visto lo que has hecho en tu escuela>>

-He…Yo…Bue… -tartamudeó Claudia

<<No te preocupes solo he venido para hacerte una prueba, si la superas podras entender y dominar el fuego>>

-¿Cuál es? -preguntó Claudia

<<Si me matas ganaras más poder, si no… lo logras tendras que superar otra prueba >>

-Pero si te mato ya no podrás vivir.

<<Recuerda soy un fénix; y si me llegas a matar, lo cual dudo mucho, solo tendrás que quemarme y de mis cenizas, resurgire>>

-¿Voy a luchar contra ti? No voy a ganarte, eres un fénix y yo una persona normal.

<<¿No te resultó raro que no te afectara el fuego, que pudieras respirar humo y que crearas llamas?>>

-Tienes razón, bueno, ¿vamos a comenzar la batalla o a seguir charlando?

Entonces, el fénix abrió la boca y de ella salieron llamas. Claudia estaba muy nerviosa y no sabía qué hacer, así que cruzó los dedos y apareció un escudo gigante que la protegió del fuego. De repente alguien llamó a la puerta, la madre de Claudia paso dentro. Sin saber cómo, nada más entrar, se desvanecieron las llamas, el fénix y el escudo mágico. La madre había tirado en el cuarto la mochila del colegio.

-Claudia, ¿Te falta mucho?

Claudia tardo en responder.

-No mamá.

-Pues venga.

Era extraño. Claudia había llegado a casa sobre las 14:00. Y luchó contra el fénix de 14:30 a… ¡Había perdido la cuenta! Se fue al colegio; desde el día de la llama, los matones la tenían miedo. Claudia aprovechando la situación, les vacilaba o les amenazaba con otro fogonazo. Ese día se lo pasó muy bien en el colegio. Todos la aclamaban porque había conseguido hacer que los matones huyeran de ella. Pero aún tenía un vacío en su interior. Todos eran sus amigos para que los matones no les hicieran daño, no eran amigos de vedad. Y lo que a Claudia le faltaba era eso.

Llego a su casa muy feliz, pero no todo iba a ser bueno. La luz volvió a su habitación y esta vez no espero a que la tocara, directamente se convirtió en él fénix.

<<Hola, Claudia>>

-¿Otra vez aquí? ¿Es  que no podías pensar que no me apetece ser tan rara?

<<Si, pero cada vez vas aumentando tu poder>>

-¿Cómo, que tengo poderes? ¿A qué te refieres?

<<Ohh ¿Aún no te has dado cuenta? Pues nada, dejemos que lo descubras...>>

Claudia no soportaba que la dejaran con intriga, así que se enfadó mucho y puso la mano recta para que le saliera otra llama como la del colegio, pero otra vez no ocurrió nada; así que el fénix, aprovechando que Claudia estaba intentando que le saliera una llamarada, le dio un zarpazo en el ojo, dejando una marca que al ser mágica, nunca se podría curar. De repente, su hermano entró en el cuarto, el fénix se esfumó, pero antes dijo:

<<La próxima vez no habrá nadie que nos moleste…>>

Claudia pensó por un momento que el pájaro iba a matar a su familia.

Su hermano le cogió la mano y la llevó al salón. Allí la esperaban todos sus familiares y cuando entró dijeron todos a coro:

-¡Feliz cumpleaños!

Ella tardo un tiempo en enterarse de que esta vez no había estado unas horas con el fénix, si no que esta vez había estado una semana. Pero algo no le cuadraba a Claudia. Nadie le preguntó por el zarpazo del fénix excepto su hermano, ¿Cómo podía ver los hechos mágicos? ¿Él también tendría algún poder? ¿Él era el único ser humano que podía ver magia? Se olvidó de las dudas y disfrutó de la fiesta.