La Sandía
Cuando llegué a la habitación, tú ya estabas dentro. Ahí parada, mirando al techo. Me deleité con tu sinuoso cuerpo, apreciando todas y cada una de las curvas que me arrancaban un suspiro. Dubitativo, di un paso. Me quedé embobado, sin casi poder respirar. Tu belleza sobrepasaba todos los...


