Días de Sal y Fuego: Décimo capítulo
📘 Capítulo 10: Te odio porque te quiero
El silencio entre Elías y yo se volvió más peligroso que cualquier grito.
No hablábamos. No nos tocábamos. Pero cada vez que entraba en una habitación, yo lo sentía en la piel. Era como electricidad contenida. Como una tormenta a punto de explotar.
Y explotó.
Todo comenzó con una chica.
Una chica rubia de sonrisa chillona que llegó con un grupo de amigos a pasar el fin de semana. Se llamaba Nina, y al parecer, había tenido “algo” con Elías en el pasado.
La vi reírse con él en la piscina.
La vi tocarle el brazo.
Vi cómo él no se alejaba.
Y entonces, algo dentro de mí ardió.
Me fui sin decir nada. Subí al cuarto, cerré la puerta y apreté la almohada contra la cara para no gritar. No sabía si estaba más enfadada con él o conmigo misma por sentir tanto.
Horas después, alguien tocó la puerta con fuerza.
Era él.
—¿Qué haces aquí? —pregunté sin mirarlo.
—¿Tú qué crees?
—Estoy ocupada. Puedes volver con tu novia.
Se quedó en silencio un segundo. Luego, se rió sin humor.
—¿Eso es lo que piensas?
—Lo vi todo, Elías. No soy tonta.
Él entró y cerró la puerta tras de sí. Sus pasos eran furia.
—No. Pero sí eres insegura.
—¿Perdón?
—Tú también me ignoraste. Tú también huiste. ¿Y ahora me montas una escena?
—¡Porque me importas! ¡Porque no soporto verte con otra! —grité.
Él se acercó de golpe. Estábamos a centímetros.
—¿Y tú crees que yo sí lo soporto? ¿Verte cada día y no poder tocarte? ¿Callarme todo lo que quiero gritarte?
—Entonces grítamelo. ¡Hazlo!
Y ahí fue cuando sucedió.
Me besó.
Pero no fue como antes.
Fue con rabia. Con dolor. Con miedo. Fue un beso que decía: te odio por hacerme sentir esto… pero te amo por hacerlo también.
Nos separamos sin aliento. Su frente contra la mía. Su voz apenas un suspiro.
—Te odio porque te quiero, Aitana.
—Y yo te quiero aunque duela —le respondí.
Nos abrazamos fuerte. Como si el mundo se cayera.
Y tal vez lo estaba haciendo.



Comentarios