El Internado Blackthorn Capitulo 6
Capítulo 6: Lo que duerme debajo
Emma miró el suelo con el corazón desbocado. El sonido había sido real. Como un crujido... no de piedra, sino de algo que se arrastraba.
—¿Eso fue…? —empezó Liam, pero no terminó la frase.
Eliza se levantó rápidamente, nerviosa.
—Tenemos que movernos. Ahora.
—¿A dónde? —preguntó Nora.
—Hay otro túnel, detrás de esa pared falsa —dijo, señalando una esquina oscura—. Lo encontré hace meses, pero nunca me atreví a entrar sola. Va hacia el ala norte del internado… donde nadie va desde el incendio.
—¿Incendio? —dijeron los tres a la vez.
—Hace años. Dijeron que fue un accidente. Pero no lo fue.
Un nuevo crujido los hizo moverse sin preguntar más. Emma ayudó a Eliza a empujar la pared. Cedió con dificultad, revelando un pasadizo más angosto, cubierto de telarañas y restos de madera quemada.
—Vamos —dijo Eliza, encendiendo una pequeña linterna que había guardado en su chaqueta.
Entraron uno por uno.
El pasadizo olía a humedad, ceniza… y algo más. Algo que no podían identificar. Como si el miedo tuviera olor.
Avanzaron en silencio hasta que llegaron a una reja de metal oxidado. Más allá se veía un antiguo laboratorio cubierto de polvo.
—¿Qué es esto? —preguntó Nora, tocando unos frascos rotos.
—Aquí hacían los experimentos. Con luces, sonidos, aislamiento… Probaban cuánto miedo podía soportar un niño antes de… romperse —explicó Eliza, con la voz temblando.
Emma revisó una estantería caída. Había carpetas con nombres.
Uno de ellos estaba subrayado en rojo.
Eliza H. Blake.
—¿¡Tu apellido es Blake!? —dijo Emma, sorprendida.
Eliza la miró, confundida.
—Sí… ¿por?
Emma tragó saliva.
—Yo también soy Blake. Emma Blake. ¿Qué significa esto?
Liam, mientras tanto, había encendido una vieja grabadora que aún tenía batería. Se escuchó una voz vieja y distorsionada:
—Sujeto H-27: reacciona con miedo extremo a sonidos de relojes. El experimento debe repetirse. El miedo… es la clave.
El miedo… abre puertas.
Y en ese instante…
Un BOOM sacudió el suelo. Las paredes temblaron. Y detrás de ellos… algo rugió.
No era un animal.
No era humano.
Era algo que llevaba años esperando que alguien abriera los túneles.
Emma giró hacia Eliza.
—¿Qué abrimos?
Eliza palideció.
—Una jaula.



Comentarios