Inviernos que Arden: Octavo capítulo
📘 Capítulo 8: Nada es para siempre
Las cosas empeoraron.
Leo decidió enviarnos lejos por un tiempo. Dijo que era por seguridad, por protegernos.
Una semana. Solo una semana.
Pero para nosotros… sonaba a despedida.
—¿Te irás? —le pregunté a Elías, la noche antes de la decisión.
—No quiero. Pero si tú vas, yo voy.
—¿Y si me quedo?
—Entonces nos quedamos los dos. Aunque duela. Aunque peligre. Aunque no sepamos qué pasará después.
Pero en la mañana… él no estaba.
Un mensaje en mi móvil:
> “Aitana, no podía dejar que tú renuncies por mí. Me voy. No para huir. Para protegerte. Volveré. Te lo juro. Solo… no me odies.”
Y el mundo… se me cayó.
Me rompí en silencio.
No grité.
No lloré fuerte.
Solo sentí cómo me vaciaba por dentro.
Él se había ido. Sin mí.
Leo intentó consolarme. Mamá también.
Pero nadie entendía que perder a Elías…
Era como perder mi hogar.
Y supe, esa noche, que nada es para siempre. Ni siquiera nosotros.



Comentarios