Inviernos que Arden: Primer capítulo
📘 Capítulo 1: Tu voz, después de todo
El día que Elías volvió a verla, nevaba.
La clínica estaba a las afueras, rodeada de árboles sin hojas y un aire helado que dolía en los huesos. Yo no entré con él. Él lo pidió así.
—Primero… necesito verla solo.
Esperé afuera, con los nervios enredados en el estómago. Imaginé mil veces cómo sería. ¿Qué diría ella? ¿Lo recordaría? ¿Lo rompería otra vez?
Una hora después, Elías salió.
Tenía la cara empapada. Pero no sabía si era por la nieve… o por las lágrimas.
No habló. Solo me abrazó.
Largo. Fuerte.
Como si no supiera cómo respirar sin mí.
—¿Cómo fue? —le susurré.
—Extraño. Real. Triste.
—¿Te reconoció?
—Sí. Dijo mi nombre. Y luego me pidió perdón. Mil veces. Me miró como si el tiempo no hubiera pasado. Como si aún tuviera siete años.
—¿Y tú qué hiciste?
—Le dije que la había odiado mucho tiempo. Que no la entendía. Que me dejó vacío.
Pero también… que había aprendido a vivir. Y que ahora tenía algo por lo que quedarme.
Me miró. Directo.
—Te tengo a ti.
Se me quebró el alma.
Lo besé, ahí mismo, en medio de la nieve, como si el invierno no nos doliera. Como si el mundo se hubiera detenido solo para nosotros.
—Estamos aquí, Elías. Y eso es suficiente —le dije.
Él cerró los ojos y me susurró:
—Sí. Pero algo dentro de mí sigue ardiendo.
Y tengo miedo de lo que ese fuego me haga hacer.
No supe qué responder.
Porque a veces el amor abriga.
Pero otras… también quema.



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