Tormentas de Otoño: Octavo capítulo
📘 Capítulo 8: La calma no existe
Los días después del hospital fueron extraños.
A simple vista, todo parecía bien: Elías estaba recuperándose, volvía a sonreír de vez en cuando, me acompañaba al instituto, incluso ayudaba en casa sin protestar.
Pero por dentro, yo sentía que algo no encajaba.
Como si él estuviera actuando. Fingiendo que todo estaba bien para no preocuparme.
Una tarde, lo descubrí sentado en el tejado del edificio donde vivía antes con su madre, mirando el cielo gris.
Me senté a su lado.
—¿Qué haces aquí?
—Busco calma —respondió.
—¿Y la encontraste?
—No. Porque creo que la calma no existe.
Lo miré. Tenía las manos en los bolsillos, las rodillas encogidas. Era el mismo Elías… pero distinto.
—A veces creo que si te vas, me voy a romper del todo —dijo sin mirarme.
—Y yo a veces creo que me estoy rompiendo solo por pensar que tú podrías dejarme.
Se giró hacia mí. Me tomó la cara con sus dos manos, con urgencia. Con miedo.
—Entonces prométemelo.
—¿Qué?
—Que aunque todo se vaya a la mierda… no vas a rendirte conmigo.
—Te lo prometo —le dije, sin dudar.
Y me besó. Con hambre. Con necesidad. Con esa forma suya de decir “te necesito para seguir respirando”.
Pero mientras nos besábamos, lo sentí.
Algo dentro de él seguía temblando.
Y la calma… seguía sin llegar.



Comentarios