Hijos de la crisis
Desde el comienzo de la crisis, millones de familias han caído en el pozo de la pobreza.
¿Tan desigual es el mundo? ¿Por qué una minoría acumula todos los privilegios y la mayor parte de los mortales esperan anhelantes el final de mes, con suerte, si trabajan?
No hace falta mirar muy lejos . Tan solo basta con mirar a la calle para ver si una persona lo está pasando realmente mal. Si escuchamos con atención, podemos oir la incesante llamada de auxilio de muchas personas y el constante drama de miles de familias.
El drama de padres que, desolados, niegan un trozo de pan a sus hijos. Padres que hacen todo lo humanamente posible para sacar adelante a su familia e incluso se quitan derechos básicos, para que a sus hijos no les falte de nada.
He visto niños de España, del “Primer Mundo”, peleando como ratas por un trozo de carne podrida. He visto a millones de familias que se tragan su orgullo, y piden alimentos a ONGs o Cáritas, porque no pueden soportar su situación.
O incluso padres que venden sus órganos para que sus hijos puedan tener algo de vida.
Esta es la pésima y triste realidad de millones de familias, y su agonía continuará hasta que los gobiernos den solución a estos problemas.
De no ser así ¿hay esperanza para una humanidad que no es capaz de repartir justamente las riquezas?



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