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Bruma, capítulo 15

Publicado por rocio_dreamcatcher el 28/04/2014 · Categorías: Creación, mi novela, LJDH, las personas, capítulo importante!, Escribir, Bruma, Misterio

Capítulo 15: Diecinueve.

Hoy sería el día más feliz de mi vida si no fuera por todo lo que ha pasado en estos tres últimos años. Con diecinueve años puedes despedirte de tener miedo de verdad hasta que tengas hijos, y como eso nunca entró en mis planes, la libertad que hubiera sentido hoy habría sido la mejor del mundo. Seguramente hubiera entendido a Henry al ser tan feliz aun sabiendo que uno de sus hermanos podría morir, y por fin hubiera tenido un cumpleaños feliz, o al menos, no tan triste. Hubiera podido levantarme con una sonrisa en la cara, abrazar a mis hermanos (o al menos no fulminarles con la mirada) y reírme con ellos, al menos una vez.

Pero la impotencia que siento al sabes que eso nunca se cumplirá es tan grande, tan pesada, que no me permite levantarme.

Les dije a Finnick y a Annie que no hace falta que vinieran, pero supongo que estarán aquí dentro de unas horas. Blight está en otro distrito, ahora mismo no me acuerdo en cual.

Enciendo el grifo y me doy una ducha con agua fría. Eso sirve para despejarme, y para quitarme todo el sudor acumulado por la noche. Este año está haciendo un calor impresionante, espero que los vigilantes no se inspiren para crear la arena. El año pasado era un laberinto gigante iba cambiando cada día para que los tributos fueran encontrándose con otros o perdiéndose más aún mientras se morían de hambre, sed y sueño. Ganó el chico del 1, y el mentor del 7 fue Blight. Es una pena que llevemos este orden, pues como a mí me toca mentorizar en los 74º Juegos, a él le tocaría el vasallaje. Y yo quiero hacerlo.

Últimamente, Finnick suele traerme periódicos del Capitolio. Una persona anónima que firma como WH escribe cada día sobre mí artículos admiradores. Tratándose de un capitoliano, deberían haber sido estereotipados y artificiales, pero para mi sorpresa, son muy sinceros y dedicados. Parece como si esa persona me conociera de toda la vida. Es bastante misterioso, lo que hace que me interese aún más.

Justo cuando voy a salir a dar una vuelta, veo a Annie y a Finnick a lo lejos. La primera me ve, y me saluda con la mano a la vez que corre hacia mí agarrando a Finnick.

- ¡Feliz cumple! Qué guapa estás, Johanna. Los diecinueve te sientan bien- exclama, y luego me abraza.

- Gracias, An.

- Tus regalos de cumpleaños- anuncia Finnick, al tiempo que me da un paquete bastante grande.

Lo abro. Hay un ramo de flores muy grande, con flores tan blancas que me recuerdan a la nieve. A mi arena.

- Son jazmines blancos- me dice- huélelos, venga.

El aroma no se puede identificar con nada más que con Josh. Siento como las lágrimas quieren salir, pero lo único que hago es sonreír. A pesar de todo, no me trae malos recuerdos. Más bien hace que me acuerde de la pelea de las bolas de nieve, de las bromas, del beso, de todas las cosas buenas que vivimos, por pocas que fueran.

- Gracias, Finnick. ¿Cómo… cómo has sabido que olía así?- inquiero.

- Bueno, era fácil. Era yo quien le proporcionaba ese olor. Hay más cosas dentro, míralas.

También hay una semilla y un papel. Reconozco esa semilla entre mil, es de pino. La caja de los recuerdos de mi mente vuelve a abrirse, esta vez para mostrarme a mi familia y a mí sembrando una semilla de pino cada navidad en el Gran Bosque del 7, a sólo unas manzanas de mi casa. La guardo en mi pantalón, y mi prometo que la plantaré la próxima navidad, ya que llevo unos años sin hacerlo.

El papel es una carta, como me imaginaba.

Querida Johanna Mason.

No sé si debería llamarte así, como querida, ni tampoco tutearte, pero sé que no te gustan las “cursiladas”, así que te hablaré como si fuera un amigo. Lo primero, feliz cumpleaños. Los diecinueve no se cumplen todos los días, ¿sabes? Así que disfrútalos. Lo segundo, quiero pedirte disculpas; pues si no fuera por nosotros, tú no estarías aquí. No sé si me entiendes. Por mi culpa y por la de mucha gente más tú has tenido que vivir modo, me voy a encargar de que tu vida no sea tan difícil.

Empezaré contándote un secreto a voces. Sé más cosas de ti de las que crees. Tu color favorito es el negro, pero antes era el verde, tus días favoritos son los viernes, te encanta que te cojan a caballito porque así te sientes alta y poderosa, pero odias que te toquen la cintura porque sientes que invaden tu espacio personal. Odias a la gente que se pone a dieta porque piensas que, ya que tienen comida, que lo aprovechen. También odias que la gente aparente tener menos edad de la que tiene. Odias más cosas que amas, pero también has amado. Amas la compañía, amar reírte, amas amar. Pero no odias odiar. Piensas que eres diferente, y lo eres. Piensas mil veces más que hablas. Eres una de las personas más carismáticas e interesantes del mundo. Y también una de las más inteligentes

Se despide,

WH.

Es impactante. Eso no se puede negar. Pero, a pesar de todo, me produce confianza. Es muy extraño. Sabe más cosas de mí que yo misma.

Meto la carta en un cajón de mi mesita de noche, junto a la semilla. Arranco un pétalo del jazmín más grande y lo meto en uno de mis libros favoritos, I Will. Así, cuando dentro de muchos años lo relea, seguirá teniendo ese aroma.

El resto del día pasa rápido. Blight vuelve en el mismo tren que Finnick y Annie cogen para marchar.

Día de la cosecha. Me coloco en mi sitio, al lado de Donna sentada en una silla. Anuncia dos nombres, Aaron y Vilenna.

La gente no se suele fiar de las corazonadas, pero las mías suelen tener razón. Y presiento que estos 74º Juegos del Hambre serán muy diferentes.