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Bruma, capítulo 16

Publicado por rocio_dreamcatcher el 15/05/2014 · Categorías: Creación, mi novela, LJDH, personalidades, OMG!, La chica de las hachas, capítulo importante!, sarcasmo everywhere, valentía, Escribir, Sacrificio, Bruma

Capitulo 16: Unos juegos bastante inusuales.

- Es imposible

- No es imposible- replica Donna-. ¿Inusual? Ni te lo imaginas. Pero así es.

- ¿Cómo puede ser eso?

- Se llama desesperación- interviene Blight-. La chica estaba desesperada, y se sacrificó. Punto. No hay que darle más vueltas.

Me voy, aturdida. Las grabaciones de esta cosecha me desconciertan cada vez más. La chica del distrito 2, Clove Kentwell, es la hermana del difunto Daniel Kentwell, que murió en los 62º Juegos. Eso es medio entendible. Pero que una chica del 12 se presente voluntaria… ¿Cómo es posible? Vale, la chica que había salido era su hermana, pero…

Ando hacia el comedor, donde están mis tributos. Ellos acaban de ver el vídeo, y están tan desconcertados como yo. Hablan entre ellos, así que me quedo escuchando.

- No tenemos ninguna posibilidad de vivir- dice Vilenna.

- Ey, no pienses eso. Siempre hay alguna posibilidad- replica Aaron.

- Con esos profesionales, y con el chico del 11 que parece un armario más que un humano… no lo creo. Tengo una hermana, ¿sabes? De 18 años. Cuando me tocó lloraba mucho. Desconsoladamente. Pero no se le pasó por la cabeza presentarse voluntaria. No se le pasó por la cabeza morir. Y eso es lo que yo voy a hacer. Lo siento, Aaron.

- Me parece increíble que pienses eso, Vilenna.

- A mí también me lo parece- digo-. Si la chica del 12 se ha presentado voluntaria, no fue porque esperase ganar. Pero lo intentará, eso seguro. Porque morir es una mierda, pero también es una mierda que se muera alguien a quien quieres. Y si quería tanto a su hermana, luchará ahí dentro. Y espero que, por una razón o por otra, vosotros también luchéis.

Después de decir eso me sentí tan como Blanca que me asusté.

- Eso es una Mentora con todas las letras- anuncia Aaron.

- Gracias, Johanna. Lo intentaré- añade Vilenna.

- Lo harás- la corrijo-. Bueno, la cena está lista. Os aviso, hay más comida de la que os podáis imaginar. Aprovechad. Comed todo lo que podáis, tenéis que coger peso y poneros fuertes, ¿de acuerdo?

- De acuerdo- dice Aaron, con demasiada energía. Es un momento emocionante para ellos, por primera vez en su vida no se van a quedar con hambre.

Sospecho que comen más de lo que han comido en este año, y sería quedarme corta. Ambos son de la casta “morena” del distrito, como Blanca, y como yo. Son un poco más ricos que la casta “rubia”, o mejor dicho, un poco menos pobres. Aún así, están desnutridos, como todos los tributos.

Llegamos al capitolio al día siguiente. Aaron y Vilenna no se llevan mal, parece que eran amigos antes de venir aquí. Espero que no pase igual que con Fellow y yo.

Los capitolianos les aclaman cuando llegamos. Saludan tímidamente, aterrados por las pintas que llevan.

- Son… inhumanos- musita Vilenna.

- No solo en la ropa- digo yo.

- Seguro que les gritan lo mismo a todos los distritos- sigue.

- No lo dudes.

Cuando Donna me dice que la estilista será Afrodita, me pongo contenta. No es que me caiga demasiado bien, pero comparando con la de los anteriores años… es genial. Han reconstruido el edificio donde se alojarán los tributos, y todas las plantas son muy lujosas y extravagantes. Aaron y Vilenna se quedan muy sorprendidos, creo que es la emoción más sentida de hoy por ellos. Es la que quiere tapar el miedo que realmente sienten.

- Mira el lado positivo. Al menos no te ha tocado ir al vasallaje de los 25- le dice Aaron a Vilenna, intentando consolarla.

- ¿Qué más da si muero ahora que en el vasallaje? Si fuera ahí, al menos viviría un año más.

Aaron le abraza tímidamente, y ella se pone a sollozar. Se me escapa un suspiro pero, por suerte, ellos no lo notan.

- Diles a tus chicos que tienen que ir a prepararse para las presentaciones de tributos- me susurra Donna, que también está mirando el compasivo abrazo. Asiento, y se va, tan rápido como ha venido.

Decido esperar un poco más, hasta que ellos decidan terminar el abrazo. Me duele pensar que en unas pocas personas al menos uno de ellos morirá. Al principio pensé que esto se hacía rutinario, y que unos años más tarde te ibas acostumbrando y no sufrías tanto por sus muertes. Pero me equivocada. Cada uno de mis tributos son como hijos para mí, y ahora más, porque son obligatoriamente más jóvenes. Inevitablemente les coges cariño, y inevitablemente les ves morir. Es tan angustioso que, por una parte, entiendo a Haymitch Albernathy. Una forma de evadirse del sufrimiento es la bebida.

Cuando se sueltan, voy hacia ellos. A medida que me voy acercando advierten mi presencia, y se van sonrojando. Les sonrío comprensivamente y, como si de telepatía se tratara, estoy segura que los tres pensamos en Josh García.

- Tenéis que prepararos para la presentación de tributos con los estilistas. Escuchadme- bajo el tono de voz-. Haced todo lo que os digan y no rechistéis, ¿vale? Aunque no os guste, saben lo que hacen. Es importante que sonriáis, pero no destaquéis demasiado. Encargaos de que los profesionales no os presten atención.

Donna les acompaña a la planta baja, y yo me ducho con agua ardiendo. Ese dolor me produce satisfacción y me ayuda a olvidarme de todo por unos momentos.

Me visto con un vestido verde oscuro y medias y guantes de rejilla. Me pinto la raya y el rímel (por obligación), me quito las ojeras, y me dirijo a los asientos de los mentores. Están los profesionales (a quienes no dirijo la mirada y tengo la tentación de hacerles un corte de manga), Finnick, Majara, Voltios, los adictos a la morflina del distrito 6  y Haymitch.

Me siento al lado de Finnick y me da la mano como gesto de saludo. Nos abrazaríamos, pero hay demasiada gente curiosa alrededor.

- ¿Bien?- me pregunta.

- Bien.

- Mi tributo masculino tiene trece años. Somos uno de los distritos más ricos después del 1 y el 2, y ni un solo voluntario. Y el distrito 12 tiene una. ¿Qué es esto?

- Miedo- digo, refiriéndome a su distrito-. Y desesperación- haciendo referencia al 12.

- Es bonito lo que hizo esa tal Katniss…

- Me pone de los nervios, es como si me pegara un bofetón en toda la cara- digo.

- ¿Por qué?

- Ella ha podido salvar a su hermana. Se ha sacrificado. Y yo…- las lágrimas amenazaban con salir, pero no las dejo- yo no fui capaz ni de vender mi cuerpo por toda mi familia.

- No sabías cuales eran las consecuencias, Johanna. No te tortures con eso.

- Las podría haber intuido. Podría haberlo hecho, y todo estaría bien.

- No, no todo. Tú estarías destrozada. Sufrirías día a día. Que te prostituyan es algo muy duro- aprieta mi mano, aferrándose a mí. Creo que él también aguanta sus lágrimas-. ¿Sabes? Saco algo bueno de vender mi cuerpo. Les sonsaco muchos secretos a las capitolianas. Un día tengo que contarte unos cuantos, te partirías de risa- dice, intentando amenizar el tema.

- Oh, seguro que con mis secretos oscuros no te reirías tanto- digo, con voz seductora.

- Podrías contarme algunos- me dice al oído, mientras acaricia mi mano con sus ágiles dedos. Mierda, eso es lo que pasa por flirtear con el sensual Finnick Odair.

Me acerco a él y le digo, también al oído:

- Hoy no me he depilado.

No puede evitar reírse. Yo también me río. Adiós, momento sexy.

- Dios, Johanna. Me encantas.

- No lo dudo- digo imitando el acento del distrito 4, arrastrando un poco las palabras. Nos reímos de nuevo antes de que la voz de Claudius Templesmith resuene en todos los altavoces.

- ¡Que comiencen los 74º Juegos del Hambre, y que la suerte está siempre, siempre de vuestra parte!

No podría estar más de acuerdo.