Cibercorresponsales

Bruma, capítulo 18

Publicado por rocio_dreamcatcher el 11/06/2014 · Categorías: Creación, mi novela, LJDH, personalidades, capítulo importante!, Escribir, R.I.P, Bruma, Entrevistas!

Capítulo 18. Horrible comienzo de unos horribles Juegos.

Decido levantarme cuando parece que no me voy a dormir, después de todos los intentos y cuatrocientas páginas del primer libro en que me he fijado de la estantería. Son las seis de la mañana, Finnick estará a punto de llegar. Seguramente esté cansado y destrozado física y mentalmente, así que no le quiero molestar.

Le pido a la avox nocturna que me prepare unos huevos fritos con bacon. Mientras, me ducho y me pongo unos pantalones cortos grises y una básica negra. Me quito el pintauñas negro de estos últimos días, ya que, gracias a que me muerdo las uñas (a pesar de los recuerdos horribles que me trae) , quedaba sólo una tercera parte, y me las corto un poco. Donna siempre dice que tengo unas uñas muy alargadas y finas, y que si me dejara podría hacer cosas maravillosas con ellas. Pero claro, no voy a dejar que me las toque. Nunca.

Como rápido y susurro “gracias” a la avox. Ella me regaña por la mirada, pero yo la sonrío con picardía. A pesar de que no se puede hacer nada con un avox que no sea darle órdenes, yo hablo más con ellos. Claro, hablo yo, porque ellos no pueden, pero no sé, les tengo un poco de empatía (¿Johanna Mason siendo amable? ¿Qué es esto?). Se deben sentir muy solos, como cuando mi familia murió.

Aaron y Vilenna no tardan en despertarse, y cuando me ven dormitando en medio de la mesa, no tardan en acudir.

- Johanna. Ey, Johanna.

- Oh, dios mío. Buenos días, tributos. ¿Habéis dormido algo?

- ¿Sería una mentira muy grave si te dijéramos que sí, toda la noche, genial?- inquiere Aaron.

- Os comprendo perfectamente. Bueno, es hora de los consejillos de última hora. Lo primero: comed mucho, más que ningún día. Lo segundo: bebed también muchísimo. Lo tercero: no os pongáis más nerviosos de lo necesario, la tensión hará que vuestros movimientos empeoren. Cuarto: no os metáis a matar en el baño de sangre. Quinto: no os aliéis con nadie excepto, quizá, entre vosotros. Si se os ocurra acercaros a los profesionales ni tampoco a la del 5. No subestiméis a Rue, la niña ha sacado un 8 y vosotros un 7. Sed inteligentes, manteneos con vida. Haré lo que pueda por vosotros.

Vilenna ya estaba llorando cual magdalena. Aaron estaba aguantando mucho por no hacerlo.

- Si… si muero en la arena…- empieza a musitar Vilenna-… dile a mi hermana que su chaqueta vaquera sin mangas está detrás de mi cama. Y también… dile que le queda genial. Y que vaya con ella a la cita con Will.

- Vale… vale, lo haré.

Me abraza, y siento su sollozo en mi cuello. Aaron también se une a nuestro abrazo, y creo firmemente que me hacen llorar a mí, cosa realmente extraña. Espero que no mueran hoy. Sería horrible.

Donna viene corriendo y se une a nuestro abrazo. Desea, como los demás años,  “que la suerte esté siempre, siempre de tu parte” y me comunica que debo llevarles a sus aerodeslizadores, y desde ahí irán a lo que en los distritos llamamos el matadero, porque cuando sales, es muy probable que mueras.

- Ahora os pondrán el traje adecuado para la arena y os ofrecerán agua. Bebéosla, no se sabe cuando volveréis a hacerlo. No saltéis de las plataformas antes de tiempo u os volarán en pedazos. Acordaos de todo lo que os he dicho y no os dejéis llevar por el pánico. ¿Bien?

- Bien- me responden.

Llega el aerodeslizador con sus estilistas (creo que son los mismos del año pasado) y recoge a mis dos tributos. En seguida llega Donna con mucha prisa y me lleva a una sala de proyección de los mentores.

No veo a Enobaria, pero sí que están Brutus y los hermanos. Distingo también a Majara y Voltios, y a Haymitch. Está Seeder, la mentora del 11. Los adictos a la morflina, los del 6, con un chico de unos treinta y pocos. Supongo que ese será el mentor, porque no creo que los otros dos hagan mucho. Finnick está sentado en el centro, dejando una silla a su lado (para mí), en la que hay al lado una chica pelirroja de mediana edad.

- Hola. Soy Cecelia- se presenta, con una sonrisa-. Tú debes ser Johanna Mason, tenía ganas de conocerte. Soy la mentora del distrito 5.

Intento ser amable.

- Tengo confianzas puestas en tu tributo femenino. Parece una chica muy inteligente.

- En el distrito la llamamos “la comadreja”. Llevamos muchos años sin ganar, espero que en este tengamos suerte.

- Sí…

Finnick me coge la mano fuertemente y la estrecha junto a sí. Su corazón va a mil por hora. El mío también debe ir así, porque doy un respingo cuando en la pantalla se ve la arena a la que nos vamos a enfrentar esta vez.

Veo un claro, y un gran boque al lado. Al otro lado, como extensión de la pradera, hay unos cuantos campos separados en colores, supongo que serán campos de cultivo. Y también supongo que cultivarán las plantas más venenosas que al capitolio se le haya ocurrido crear. El bosque tiene árboles artificiales, que nunca he visto antes. No dan ningún fruto. Hay un gran lago, y luego pequeños riachuelos esparcidos por el bosque. Hará un calor infernal por el día y un frío invernal por la noche.

- Vamos, querida. Este no está tan mal.- Me dice Finnick.

- ¿Cómo fue el tuyo?

- Ya te lo contaré.

En ese momento, los tributos ascienden y aparecen en las plataformas. Llevan camiseta negra, pantalones verdes oscuros (para camuflarse) y botas para correr. Parecen desorientados al principio, pero luego se van acostumbrando a la luz. Consigo localizar a Vilenna y Aaron, y la cuenta atrás empieza. Veo las caras de los tributos asustados, conscientes de que pueden morir en menos de cinco minutos.

10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1…

Los juegos comienzan.

Los tributos chocan unos contra otros. Los profesionales mantienen el control, y en un momento de distracción, matan al chico del 4. No les era útil.

No distingo a Aaron y Vilenna, espero que estén bien. Veo a Peeta correr lejos. Un chico inteligente, al menos hoy no morirá. Aunque no se puede decir lo mismo de su compañera, porque la chica del 2 la acaba de mirar con cara asesina. Le lanza un cuchillo. Uf, no le ha dado por los pelos, pero solo porque se ha protegido por la mochila. Algunos tributos abandonan el baño de sangre, aunque muchos yacen en el suelo, muertos.

Entonces, veo a Vilenna. Está intentando huir de Thresh, el gigante del 11. Le esquiva un par de veces, pero luego él le alcanza con una pierda en la cabeza. Muerta.

Muerta.

- ¡NOOOOOOOOOOO!- digo, y luego empiezo a despotricar contra todo. No puede ser. No hoy. No.

Meto la cabeza entre las piernas y me la tapo con los brazos, llevada por la frustración.

Mierda.

- Johanna…- intenta calmarme Finnick-. Venga.

Suelto un bufido.

- Qué asco me da todo.

- Ya… y a mí.

Me tomo un descanso desde que suenan los cañonazos (once en total) hasta que empieza la noche. Supongo que se estarán muriendo de frío y miedo.

Enfocan un momento a Aaron, está en una cueva, preparándose para dormir. No se le ve mucho la cara, pero intuyo que sabe lo de Vilenna, y que ha estado llorando.

Los profesionales aún están al acecho. Pero lo que más me sorprendo es que ¡Peeta va con ellos!

Este chico cada momento me sorprende más. A saber qué plan tendrá en la cabeza. El de los demás está más claro: utilizarle para acabar con la chica en llamas. Luego, acabar también con él.