Cibercorresponsales

Bruma, capítulo 22 y final.

Publicado por rocio_dreamcatcher el 04/10/2014 · Categorías: Creación, Libros, mi novela, LJDH, tristeza, idolos, OMG!, capítulo importante!, impactante, Escribir, miedos, Nostalgia, Bruma, Metáfora

Capítulo 22.

El capitolio está desconcertado. Mientras Katniss y Peeta descansan en sus camillas, los capitolianos comentan cómo estos juegos han sido los más emocionantes que han vivido, que han sido únicos, y, una de las frases que me hacen querer matar de un hachazo a quien lo dice, “el amor siempre triunfa”. ¿No han visto los anteriores juegos del hambre? Por favor, en el 80% de los juegos hay un romance, o más, y además, están Cato y Clove. Así que todo hace que esté aún de peor humor que de costumbre.

Todo está cambiando. Y a la presidencia se le nota tensa y enfadada. No me sorprende. Lo único que me gusta de esa Katniss es que ha demostrado a Snow lo innegablemente débil que es tanto su sistema como él.

Días después, oigo a Haymitch regañar a Katniss. Y no le falta razón. Aunque la verdad es que ya es demasiado tarde. Han avergonzado al capitolio, y además públicamente, así que  las consecuencias serán terribles.

En su entrevista, intentan parecer dos locos enamorados, que solo querían estar juntos para siempre. Peeta lo hace bastante bien, incluso yo diría que tampoco está actuando tanto, pero Katniss… ella es de todo menos romántica. Y aunque su estilista hace todo lo posible para que parezca buena e inocente, no sirve de nada. Aunque la verdad es que el capitolio no se puede quejar de la audiencia.

Cuando vuelvo a mi distrito me encuentro con todo lo contrario. La gente es distinta, no se respira el mismo ambiente que siempre. Pero no en el mismo sentido que en el Capitolio.

Y no es por los dos enamorados que han conseguido salvarse. Es por algo mucho más importante. Algo que tiene, y tendrá consecuencias. Algo que el capitolio teme más que a nada.

La gente tiene esperanza.

Paseo por las calles, intentando enterarme de alguna conversación para saber hasta qué punto llega esto.

-… así que, si una chica del 12, puede desafiarles… ¿por qué no nosotros?- gritaba una tendera.

- Es cierto, pero necesitaríamos armas. ¿Tú crees que todos los distritos piensan igual?- respondía otro seños de unos treinta años, musculoso, con tatuajes en los brazos y el pecho.

- Naturalmente- decía otra-. Si unimos nuestras fuerzas, si todos los distritos nos aliamos… podríamos incluso derrotar al capitolio. Podríamos provocar una revolución.

Debo poner los ojos en blanco, porque el hombre mi mira, y me hace un gesto para que me acerque.

- ¡Johanna Mason! Tú podrías sernos de gran ayuda. Puedes moverte y contactar con otros mentores, propagar nuestros ideales…

Me quedo callada. Esto va mucho más allá de lo que yo pensaba.

- Sólo tenemos que planificarlo todo. Si todos nos revelamos a la vez, no podrán pararnos. ¡Derrocaremos al capitolio y les haremos sufrir como ellos a nosotros durante tantos años!- algunos más se unieron a su grito de guerra.

- Se perderán muchas vidas. Y el Capitolio tiene centenas de soldados, agentes de la paz que llevan toda su vida entrenándose para esto. Y una tecnología superior, y cuenta con muchas más armas- replico, algo asustada.

- ¿Estás con ellos, Johanna? ¿Es eso? ¿No crees que podamos hacer nada?- me dicen con desprecio.

- Es una misión suicida. Además, yo no podría contactar con los mentores de todos los distritos sin llamar la atención, el capitolio intervendría. Es imposible. Acabaríamos como el distrito 13, o peor- digo, alzando la voz para que ya la multitud de gente que me rodea pueda oírme.

- ¿Estás acaso subestimándonos? Si la niña del 12 ha podido conseguir sobrevivir a pesar de todo, nosotros podemos hacer mucho más- replica enfadado uno.

- Lo de esa niña fue un acontecimiento trivial. Y pronto tendrá consecuencias. Matarán a su familia. Harán que se arrepienta de haber hecho lo que hizo.

Eso sirve para calmarles.

Vuelvo a mi casa casi corriendo. Si pensaba por un momento que los distritos se iban a tomar el asunto de las bayas como un acto de amor, estaba totalmente equivocada.
Es un acto de desafío.

*Siete meses después*

A la tercera llamada del microondas saco el termo del té. Me lo empiezo a beber a sorbitos hasta que se enfría lo suficiente para bebérmelo de un trago. Necesito estar despierta para el discurso de la Gira de la Victoria. Me dieron el otro día la opción de asistir a la comida del Edificio de Justicia, pero me negué.

El distrito está más tenso que nunca. Ya ha habido dos pequeñas revueltas en las calles. No son muy fuertes, una de ellas era intentar quemar el edificio de justicia, y otro una huelga de trabajo. La segunda cesó rápido. No se podían permitir no comer. En una ocasión un niño de no más de once años vino a mi puerta para pedirme un cacho de pan. Le di casi literalmente media nevera, aun sabiendo que solo estaba animándoles a seguir haciéndolo.

Me vestí con unos pantalones vaqueros un una blusa negra. Pensé por un momento en ponerme una sudadera, para ir aún más informal, pero me recordé que quebrantar las reglas ahora podría ser un gran error.

Cuando llego a la plaza, está ya repleta de gente. Están vestidos con sus mejores trajes, como en la cosecha.

Katniss y Peeta salen al escenario. Hay un micrófono para los dos.

La mayor parte del tiempo habla él. Recita un discurso aprendido de memoria, claramente no escrito por ninguno de los dos. Es horrible. Como si les hubieran lavado el cerebro.

Divulgo sobre ello hasta que recuerdo lo que dijo el alcalde hace una semana. Los “trágicos amantes”- como les llaman- causaron una gran revuelta en el distrito 11 por unos discursos demasiado alentadores, recordando la pérdida de Rue, la pequeña niña de once años, aliada de Katniss. Los agentes de la paz tuvieron que intervenir, y mataron a un hombre mayor, que había levantado los tres dedos centrales de la mano izquierda en señal de desafío.

Deben de haberse dado cuenta del peligro, y ahora estarán intentando hacer lo posible para que el capitolio les perdone. Pero la verdad es que no es el capitolio quien les tiene que perdonar. Esto va mucho más allá.

La gente del distrito los fulmina con la mirada. Obviamente, el alcalde les oculta lo que ocurre en los distritos, pues ellos no verían las otras revueltas como una señal de que hay que parar esto, si no que les animaría a seguir haciéndolo.

No les culpo. Yo también pensaría como ellos si no supiera hasta qué punto es capaz el capitolio de hacer daño para conseguir lo que quiere.

El tiempo pasa y todo va volviendo a la normalidad, poco a poco. La gente se va cansando de sus propias rebeliones, el grupo de gente que decide que lo más sensato es seguir como antes se va haciendo cada vez más numeroso. Pero yo no dejo de pensar en que, si no hubiera sido mentora, si no hubiera ido a los juegos, yo pensaría igual que ellos. Es más, seguramente apoyaría las revueltas como nadie. Lo haría ahora, de hecho, si no conociera las consecuencias que puede tener enfrentarse a Snow.

Ocho y cincuenta y ocho. Sostengo el café en mis manos, solo, sin una gota de azúcar. Me lo tomo a tragos, haciendo muecas de disgusto. Me obligo a terminarlo antes de encender el proyector. Hoy es el día en el que anunciarán el horror por el que tendrán que pasar los elegidos para los 75 Juegos del Hambre. He pasado estos siete meses evitando la mirada de los adolescentes que me miraban, imaginándome que eran ellos los que irían a la arena este año.

El himno del Capitolio suena a través de las trompetas presidenciales. Una multitud de idiotas capitolianos aplauden a la salida del presidente Snow, acompañado de un hombre mayor, de pelo canoso, relleno, y con  la sonrisa y los ojos pequeños; y de un niño repeinado con un traje blanco y un maletín negro bajo su brazo.

Cuando el himno acaba, empieza a contarnos una vez más la historia de los Días Oscuros. Me da la impresión de que exagera todo más que de costumbre, y adivino el porqué. Está advirtiendo a los distritos de lo que les pasará si siguen así. Al momento, un pensamiento me quita el calor del cuerpo. ¿Qué atrocidad les tendrá preparada a los ciudadanos para asegurarse de que no se les vuelve a ocurrir revelarse?

- En el veinticinco aniversario, como recordatorio a los rebeldes de que sus hijos morían por culpa de su propia violencia, todos los distritos tuvieron que celebrar elecciones y votar a los tributos que los representarían- imagino por un momento lo que sentirían las personas elegidas, y siento un escalofrío recorrer toda mi espalda. Peor aún es ser traicionado por tu gente que salir en una papeleta-. En el cincuenta aniversario. Como recordatorio de que murieron dos rebeldes por cada ciudadano del Capitolio, todos los distritos enviaron el doble de tributos de lo acostumbrado- aunque ser seleccionado aquí no sería mucho mejor. El doble de posibilidades de morir, y el doble de posibilidades de salir elegido-. Y ahora llegamos al tercer Vasallaje de los Veinticinco.

El niño da un paso adelante y sostiene el maletín para que Snow la abra. Hay un montón de sobres, preparados para decenas de Vasallajes. Quien hizo estas tarjetas imaginaba un sistema infinito.

El presidente coge un sobre y lo abre lentamente. Sin inmutarse, empieza a leer.

- En el setenta y cinco aniversario, como recordatorio a los rebeldes de que ni siquiera sus miembros más fuertes son rivales para el poder del Capitolio, los tributos elegidos saldrán del grupo de los vencedores.

Mi mente procesa rápidamente esta idea. El grupo de los vencedores…

Dejo escapar un grito de terror. Tiro la taza al proyector, destrozando las dos cosas.

El grupo de los vencedores.
Ni siquiera los más fuertes son rivales.
Hay dos vencedores vivos en el distrito 7, Blight y yo.

No puede ser, es imposible, los dos tenemos más de dieciocho años. Hemos ganado los juegos, así que deberíamos, deberían dejarnos en paz.

Pero tenemos que volver.

Si creía que el presidente Snow iba a hacer la vista gorda y a hacer como si no pasara nada, estaba totalmente equivocada. Nos odia, a cada uno de nosotros, a los vencedores, y quiere demostrarles a los demás que nunca estarán a salvo.

Pensaba que los otros dos vasallajes otros eran horribles, pero este es sin duda el peor de todos. Nunca imaginé que tendría que pasar por ello otra vez. Y sé con certeza que moriré en ese lugar.

Moriré en el lugar donde todo empezó. Donde lloré por primera vez. Donde odié por primera vez. Donde me creí más fuerte que nadie, pero oh, no sabía lo equivocada que estaba.

¡CUÁNTO TIEMPO!

No he podido conectarme por problemas técnicos (nunca mejor dicho), pero aquí estoy de nuevo. Es el final de una gran etapa, que ha durado desde el 1 de febrero, si mal no recuerdo xd. Muchisimas gracias a todos los que habéis seguido esta novela.

¡Pero recordad! No es el final. Ya estoy en camino de la tercera parte, ¡que será aún mejor que esta!

Os he echado mujcho de menos a todos, me alegra muchísimo estar de vuelta.

¡¡¡¡¡¡Y SÓLO FALTAN VEINTE DÍAS PARA EL ENCUENTRO!!!!!!!!!