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Bruma, capítulo 6

Publicado por rocio_dreamcatcher el 21/02/2014 · Categorías: Pensamientos, Creación, Libros, mi novela, LJDH, tristeza, capítulo importante!, valentía, impactante, remordimiento, Escribir, Sacrificio, R.I.P, miedos, Nostalgia, Bruma

Capítulo 6: sin esperanza, el miedo no existe

- Pero es urgente, tengo que ir al Capitolio ahora mismo- suplico, intentando convencer al alcalde.

- Johanna, ¿pero qué se te ha perdido allí?

- Han… secuestrado a mi familia, señor Denrty. Les van a matar.

Eso le hace reflexionar, y tras unos segundos sigo hablando.

- Por favor. Blanca está allí, probablemente también la han cogido de rehén.

- ¿Crees que algo de lo que digas o hagas va a cambiar la situación de tu familia?- inquiere él.

“No lo sé, pero no puedo quedarme de brazos cruzados”, pienso.

- Tengo que intentarlo. Por favor.- Digo al final.

- De acuerdo, Johanna. En diez minutos llegará el siguiente tren.

El camino se me hace eterno y, como no he comido nada en todo el día, me voy al vagón bar. Intento tragar a cachitos una magdalena, pero podría estar comiendo corteza de árbol y me sabría igual. La preocupación y el enfado conmigo misma me pesan como una tonelada, y no tengo a nadie con quien pueda soportar la carga.

Tengo que hacer lo posible por convencer a Snow, aunque, ¿de qué va a servir? A partir de ahora tendría que vender mi cuerpo a todo el que quisiera y pudiera permitírselo. Solo de pensarlo me dan ganas de vomitar. Hombres ricos capitolianos, todos queriendo pasar tiempo conmigo, haciendo lo que no es hablar durante horas y horas. Aún no he perdido la virginidad (algo que Finnick no se cree del todo), y la idea de hacerlo por primera vez con un señor adinerado y asqueroso que solo me quiere por mi físico es tan repulsiva como matar a alguien. Y sé, por experiencia, cómo te sientes al hacerlo. En mi mente se arremolinan pensamientos relacionados con el sexo y Josh, pero los aparto tan rápido como puedo. Él está muerto, y si quiero salvar a mi familia, ese será mi destino. No puedo permitirme pensar en él de ese modo, y menos sabiendo a lo que me someto.

- Señorita Mason, ha llegado a su destino- un señor me despierta con su horrible acento del capitolio.

Me obligo a sonreír y dar las gracias, y luego voy en taxi hacia la mansión de Snow. Pienso irrumpir allí y reclamarle lo que es mío.

Cuando llego, me asombra lo vacío que se queda todo. He estado un par de veces dentro, pero aún así me pierdo varias veces hasta llegar a la puerta de su despacho. La abro sin esperar a que diga nada.

- Johanna. La estaba esperando- me dice, con una horrible sonrisa formada por sus carnosos labios.

- Presidente Snow…

- Oh, señorita Mason. No se preocupe, llega justo a tiempo.

- No, Snow, yo… por favor, no le haga nada a mi familia, venderé mi cuerpo, ¿vale? Pero no les haga daño. Ellos no tienen nada que ver.

- Oh, ellos son la razón por la que usted fue a los Juegos, querida. ¿Sabe? Por un momento pensé que Blanca no iba a ser tan ingenua como para aceptar mi invitación, pero aquí está. ¿Quiere verles?

- Sí, por favor. Y… ¿aceptaría mi oferta? ¿Podría dejarles con vida a cambio de prostituirme?

- Venga, Johanna. Ya hablaremos de eso más tarde.

Me dirige a través de una puerta directamente conectada con su despacho a las mazmorras. Cada celda está hecha de un material hermetizado para que puedan ver, y controlen lo que oyen o no oyen.

Después de unas cuantas plantas me encuentro con una gran celda que abarca a mis hermanos, otra para mis padres, y otra más pequeña para Blanca.

Al instante todos los ojos se fijan en mí, y yo no dudo en correr hacia ellos, aun sabiendo que no servirá de nada. Pero al verles más de cerca puedo advertir cómo han adelgazado y envejecido en el poco tiempo que llevan aquí, les están matando de hambre.

- Llevan aquí cuatro días exactamente. Desmejorados, ¿no cree? Bueno, ¿hablamos aquí?

- Sois tan crueles…- mascullo, dejándome llevar por una rabia interna.

Al instante deseo no haberlo hecho, pues sale un rayo electrocutante de la jaula de mis padres que impacta a Abby completamente. No sé si está muerta, me obligo a pensar que solo ha perdido el conocimiento. Mi padre corre hacia ella, y Lira se pone a llorar.

- Lo siento.- Digo, sin apenas poder retener las lágrimas en los ojos. Pero no, no lloraré. No soltaré ni una lágrima por culpa de Snow.

- Verá, Johanna. Lo que hizo cuando ganó se pudo haber traducido a un arrebato de locura o inestabilidad por la arena, pero usted estaba totalmente cuerda. Faltó el respeto a tu superior más alto. Y eso se merece un castigo, ¿no cree?

El rayo que antes impactó contra Abby vuelve a repetirse, esta vez en la jaula de mis hermanos. A los pocos segundos, Lira cae al suelo abatida. Ni siquiera me intento convencer de que está viva.

- ¡NOOOOO!- gritamos Henry, Charlie, mi padre, Blanca y yo al unísono.

- Bueno, entonces, ¿vendería su cuerpo? No es tan tonta como creía.

Blanca pone los ojos en blanco cuando lo oye. Intento gritarle que no diga nada, pero él no me hace caso.

- ¡No lo hagas, Johanna! ¡Demuéstrales que eres mejor que ellos!

Esos gritos fueron su perdición. El rayo electrocutante le dio de lleno en el corazón. Me llevo la mano a la boca para ahogar un grito, pero mi padre no es tan rápido.

- ¡Noooooooo!- grita, con lágrimas en los ojos. Tardo un segundo en darme cuenta de que yo también las tengo.

Tengo la sensación de que esto es un sueño, que no está sucediendo. No me hago a la idea de que ni Lira ni Blanca vuelvan a hablar nunca más. Es tan imposible, tan remoto… hasta que tomo contacto con la realidad. Si me suicidara… no, igualmente les matarían. Una idea se me viene a la cabeza.

- Snow, por favor, haré lo que sea. No mate a más personas.- Abby se levanta moribunda, pero se vuelve a desmayar cuando ve a Lira muerta en el suelo.

- Johanna, ¿de verdad pensaba que iba a salirse con la suya? Dé las gracias por no haberles matado públicamente.

El rayo electrocuta a mi madre Abby antes de que pueda decir nada. En estos momentos, solo quiero sentarme, dormir, y morir rápidamente antes de que hagan nada más.

- ¿Por qué… por qué ha dejado a los hombres vivos antes que a las mujeres?- inquiero, cuando me doy cuenta.

- De ellos puede salvar a uno, pero tendrá que realizar un acto sexual con él en el acto. Elija.

Los ojos de Snow son dorados, y por un momento, recuerdo el sueño que tuve en la arena con Fellow. ¿Fue premonitorio, o algo por el estilo? Pero lo que Snow me está pidiendo es una atrocidad. El único que sobreviva… tendrá que tener sexo conmigo. Snow es peor de lo que esperaba, y no es que lo tuviera muy idealizado.

Entonces, algo ocurre. Mi padre se pone en pie y susurra una palabras, débiles pero claras y firmes.

- Johanna, el discurso del 4 fue precioso. Solo quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ti, y siempre lo estaré. Te quiero. Nunca lo olvides, ¿de acuerdo?

Una vez dicho, coge el rayo y se electrocuta a sí mismo. Ha muerto como ha vivido, rompiendo las reglas y siendo un héroe.

Charlie y Henry me miran fijamente. Ninguno quiere morir, ninguno quiere cometer incesto, y ninguno quiere que el otro muera. La decisión está en mis manos. Pero entonces miro las manos de Henry. Señalan muy disimuladamente e una placa en la pared de la celda, y entonces lo comprendo. Uno de los dos probablemente muera, pero puede que el otro escape. Y yo no estaré sujeta a nada, podré ser libre. Le sonrío haciéndole ver que le he comprendido, y luego me giro hacia Snow.

- Elijo… - ¿a quién? Bueno, da igual quien diga. Uno sobrevivirá y el otro morirá, y no tendrá nada que ver con mi decisión. Charlie debe saber cómo actuar, y hasta puede que se salven los dos-. Elijo a Henry.

Lo siguiente sucede muy rápido. Snow pulsa un botón al tiempo que yo doy una voltereta en el aire y le derribo con los pies. Corro lo más rápido que puedo hacia la placa, y la pulso. La jaula se abre, y por ella salen mis dos hermanos. Por desgracia, unos agentes de la paz llegan corriendo y empiezan a disparar. No veo si sobrevive alguno de los dos, aunque supongo que los habrán abatido a tiros. Un agente de la paz se acerca a mí y me clava una jeringuilla en la espalda.

Lo siguiente que veo es la oscuridad absoluta.