Cibercorresponsales

Bruma, capítulo 7

Publicado por rocio_dreamcatcher el 26/02/2014 · Categorías: Creación, Libros, mi novela, LJDH, tristeza, mi mundo, personalidades, OMG!, impactante, Escribir, Nostalgia, Bruma

Capítulo 7. Mentalmente desorientada.

Despierto hiperventilando. Estoy tumbada en una camilla, y tengo unos aparatos que me ayudan a respirar mejor. ¿Por qué? ¿No me pueden dejar morir sin más? Son tan crueles que quieren mantenerme con vida para que tenga que estar sometida a este horrible sufrimiento.

Oigo pasos, e intento hacerme la dormida. El olor a rosas se hace más espeso, así que deduzco que se trata de Snow. Le odio. Le mataría aquí mismo. Y podría hacerlo.

- Buenos días, señorita Mason- mierda, se me ha olvidado poner cara de dormida.

- Hola, Connor.-Digo, intentando aguantar una risa repentina.

- Usted no puede llamarme así- abro los ojos y veo un ligero rubor en sus mejillas. Sonrío.

- Yo puedo llamarte como me dé la gana.

- Podría matarla. Dejaría de respirar ahora mismo.

- Hazlo- recalco que le estoy tuteando para darle inferioridad ante mí-. ¿Otra muerte más, no? ¿Pero qué dirían los hombres para los que quieres venderme? Que, por cierto, puedes decirles que va a ser imposible. Eres tan tonto que les has dejado sin posibilidad alguna de tener sexo con Johanna Mason. Házselo saber.

- Podría matar a más seres queridos- replica, pero duda un momento antes de contestar. Y ese momento le deja por los suelos, pues me da la razón.

- ¿A quién? Bastante te va a costar retratar todas estas muertes lo más naturalmente posible, y si tocaras a más gente del 7… la gente empezaría a sospechar.

- No me refiero a la gente del 7- responde él, mirándome con un profundo desdén que no se molesta en ocultar.

- Haz lo que quieras. Si matas a las familias de los caídos, tendrías que justificar todas esas muertes, y no va a parecer demasiado natural. En cuanto a Finnick o a Annie… ¿no querrás perder a otro sex-symbol? Porque eso es lo que conseguirías.

- ¿Quieres que te cuente como fueron las muertes de tus hermanos, Johanna?- el último as de su manga-. Los agentes les dispararon dardos tranquilizantes, y luego les metieron en una jaula. Empezaron a pegarles palizas a cada uno, y a meterles pequeñas descargas, no para matarlos, si no para desgarrarles de dolor. Al final les ahorcaron con una cuerda lentamente, que les iba cortando el cuello a la vez que les dejaba sin respiración. Si no hubieras hecho lo que hiciste, uno de ellos estaría vivo, y otro habría muerto rápidamente. Solo te lo digo para qué seas consciente de lo que eres.

Y se va como ha llegado.

Los siguientes días están cubiertos de una intensa bruma que no me deja ver nada, como en un día nublado donde lo único que quieres es no hacer nada, pero luego te angustias pensando en todo lo que tienes que hacer. Así me siento yo todo el rato.

Me trasladaron al distrito 7, y me instalaron en una nueva casa para mí. O eso creo. Sopesé la posibilidad de irme a vivir al distrito 4, pero entonces ya no me quedaría nada. Ni siquiera ese poder del recuerdo que vagamente recuerdo haberlo llamado maldito, pero que ahora es como una bendición.

No tuve una infancia feliz, pero al menos tuve. Odiaba a mi familia hasta hace medio año, pero al menos tenía. Probablemente esté loca, loca de remate, mucho más que Annie. Pero no me importa. Todo me da igual.

- Tiene que hacer algo. No puede estar toda su vida sentada, ahogándose en su propio dolor. Tiene que superarlo- oigo decir a Finnick desde otra habitación.

- Ve y convéncela de eso.- Replica Blight.

Finnick viene hacia mí y me toma de las manos. Se sienta de rodillas para estar a mi altura y me mira a los ojos. Tiene más ojeras de las que pudiera esperarse de él, pero sigue siendo hermoso. Realmente hermoso.

- Johanna. No sé si recordarás por qué nos conocimos, por qué mi fijé en ti, pero yo sí que me acuerdo. Eres una guerrera. Escúchame, has sobrevivido a lo que la mayoría de gente no supera. Te has alzado más alto que el Capitolio, y te admiro por ello. Pero ahora tienes que superarles otra vez, tiene que demostrar que nada de lo que ellos hagan podrá hundirte. Seré claro en esto: no quiero perderte. Eres la única chica con la que puedo mantener una conversación medianamente normal sin que el sexo intervenga de por medio, y la única que pilla mis bromas, que puede dejarme por los suelos con tan solo unas pocas palabras. Ya me pasó con Annie, no quiero perderte a ti también. Eres una de las pocas personas que me quiere realmente, que conoce al verdadero Finnick Odair. Eres mi mejor amiga. Sé que estás pasando por un momento muy difícil, pero tienes que superarlo. Tienes que ser fuerte. Confío en ti.

Después de lo que me dijo nos quedamos unos minutos mirándonos fijamente. Mi expresión no cambiaba, mientras que la suya iba cansándose progresivamente. Cuando estaba a punto de apartar la mirada, le dediqué una sonrisa de medio lado que hizo que se le iluminaran los ojos.

- ¿Qué sientes?- me pregunta.

- No siento dolor. No siento nada. Es como si una bruma tapara todos mis sentimientos, sin poder hacer nada. Siento…. Impotencia. Sí, eso es lo que siento.

- Bueno, en un chico eso sería mucho peor- ríe y, por una vez en más de un mes, yo también río-. Mira, Johanna. Ven mañana al 4, allí pasarás los siguientes meses hasta que arreglen tu casa. Podemos decir que te sientes demasiado deprimida aquí, y no sería mentir. Te ayudaré a rehabilitarte para que vuelvas a ser la misma Johanna de siempre. Recuerda que tienes que ser mentora el año que viene.

- De acuerdo, Finnick- sí, unos meses fuera de aquí no me vendrán nada mal-. Y, por cierto. Ya sé que te encantó mi abrazo, pero haciéndome la pelota de la manera en que me la has hecho antes no vas a conseguir otro. Te lo daré cuando me apetezca.

- Pues a mí me apetece dártelo ahora mismo, porque has vuelto. Te quiero, Johanna.

Nos fundimos en un cálido abrazo que se alarga hasta más de un minuto. Una parte de mí ha vuelto y, por una vez, puedo decir que me siento bien. Gracias, Finnick.

- Yo también te quiero, Odair. Yo también te quiero.