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Bruma, Prólogo

Publicado por rocio_dreamcatcher el 01/02/2014 · Categorías: Creación, Libros, Cultura, mi novela, LJDH, OMG!, diversion, La chica de las hachas, capítulo importante!, sarcasmo everywhere, valentía, erudición, impactante, Escribir, actuar, Bruma

Prólogo. Distrito 7, aunque por poco tiempo.

“Te derrumbarás. Caerás. Y cuando caigas, te acordarás de mis palabras. No vales nada, Johanna Mason. Te crees una vencedora cuando, sin la ayuda de tus amigos muertos, no habrías sobrevivido ni al primer día. Han muerto ayudándote, pudiendo haber ganado ellos.”

Despierto sobresaltada. Otra pesadilla. No paro de tenerlas desde que salí de los Juegos, hace ya casi seis meses. Pero hoy empieza la Gira de la Victoria. Para los descerebrados que no sepan de lo que les hablo, es un recorrido por los distritos y el capitolio, donde tienes que dar discursos sobre lo agradecida que estas de haber ganado, y de lo mucho que sientes que los del distrito correspondiente no lo hayan hecho.  Enfermizo.

La buena noticia es que, después del arrebato de cólera que tuve con Snow nada más ganar, no se ha vuelto a sacar el tema de vender mi cuerpo. Es como si me hubieran perdonado. Finnick está muy preocupado, pero yo intento tranquilizarle una y otra vez. Estoy perfectamente.

Blanca no es de las que están revoloteando a mi alrededor todo el rato, algo que agradezco. No le hace mucha gracia que prefiera seguir viviendo con mi antigua familia en vez de con ella, pero tampoco me ha dicho nada. Creo que está molesta con mi padre, pues no le ha dirigido más de dos palabras en todo el tiempo que llevamos aquí. Ninguno de mis hermanos (excepto Henry) saben nada, de modo que hay que seguir guardando el secreto. Con mi madre Abby sigo manteniendo una relación madre-hija. Ella ni siquiera ha mencionado el tema, así que yo tampoco voy a hacerlo.

Me dirijo a la habitación de mis hermanos. Nuestra relación se ha estrechado desde el final de los Juegos. Henry ya no me trata como alguien inferior a él, y Charlie me admira. No quiero que lo haga, soy una asesina. Llego y, como imaginaba, están despiertos.

- Buenas noches.- Digo a modo de saludo

- Johanna. Ven, pasa. ¿Pesadillas?

- Por desgracia, Henry.

- Ese Fellow… Se merece todo lo que le has hecho, y más. Nos encantaría acompañarte en la Gira de la Victoria, ya sabes, y conocer la tierra natal de papá…

- Dentro de menos de dos semanas volveré. Y luego, dentro de un tiempo, podréis visitar todos los distritos que queráis- aseguro.

- Sí. Y mañana veremos al famoso… ¡Finnick Odair!- dice Charlie, con voz de presentador-. ¿Seguro que le dejan a él acompañarte?

- Claro, Charlie- le corta Henry, antes de que pregunte algo inadecuado tipo: ¿no te estarás volviendo del distrito 4?-. Bueno, son las seis y media de la mañana. Empezarás la gira pronto, porque el distrito 12 está muy lejos. Te aconsejaría dormir, pero como sé que no lo vas a hacer, ve preparándote o lo que tengas que hacer. Ponte guapa para el Capitolio…- para unos segundos para pensar, porque él sabe lo que me dijo Snow al terminar los Juegos y también está bastante preocupado-. Bueno, no tan guapa.

- De acuerdo, Henry-hermanito-protector.

Charlie ríe.

- Te vamos a echar de menos- dice.

- Sí, pero pronto estaré aquí. Además, todos los días podréis verme. No os dará tiempo ni a echarme de menos.

Me voy a mi habitación y me preparo la ropa. Unos pantalones vaqueros con una camiseta negra y una chaqueta, nada más simple que eso. De retocarme hasta parecer irreal ya se encargarán en el tren.

Me meto en la ducha y me lavo. El agua está caliente, algo impensable cuando vivía en mi antigua casa. Me limpio las uñas, y cuando salgo, me seco el pelo con un secador. Los odio, pero tengo que darme prisa. Me visto rápidamente y salgo del servicio. Mi padre ya se ha levantado, porque oigo sus pasos por el pasillo.

- Buenos días, papá.

- ¡Ey! Buenos días, Johanna. ¿Qué tal has dormido?

- ¿Se suponía que tenía que dormir?-ironizo.

- No, claro que no- me dirige una sonrisa amable-. Venga, ve a desayunar, que Finnick y los demás tienen que estar al llegar.

Por el camino llamo a mis hermanos y a Lira. Siento que ella, al contrario que Charlie y Henry, no está contenta conmigo. Se ha dado cuenta de que su hermana es una asesina.

Desayunamos juntos un zumo de naranja con galletas. No tengo hambre, y los nervios me han quitado el calor del cuerpo. Aún así me obligo a terminar mi plato, pero cuando lo voy a llevar al fregadero, suena el timbre. Voy corriendo a abrir y veo a Finnick, Blanca, Blight (otro vencedor de mi distrito) y otra chica que reconozco al instante. Pelo oscuro, ojos azules, piel pálida, agarrando la mano de Finnick con quizá demasiada fuerza… sin duda Annie Cresta.

- ¡JOHANNA!- grita Finnick y, sin soltar la mano de Annie, me abraza con fuerza. Yo respondo a su abrazo, y hago que Annie también se una a él-. Esta es Annie Cresta, aunque creo que ya la has reconocido. Has crecido, ¿eh? Al menos dos o tres centímetros.

- Sí, con suerte llegaré al metro sesenta algún día- ironizo. Annie Cresta ríe, mostrando una sonrisa perfecta.

- El tren saldrá en una hora- señala Blanca-. Nosotros vamos a acompañarte en la Gira pero, por desgracia, tu familia no puede- noto que pronuncia la palabra “familia” con recelo-. Despídete de ellos, anda.

- Os los presento- digo, refiriéndome a Finnick y Annie-. Tenían muchas ganas de conoceros.

Henry, Charlie y Finnick se llevan perfectamente. Henry hace alguna broma con que tenga cuidado conmigo, haciendo de nuevo de hermano protector.

Finnick y yo tenemos una relación de amistad como la tendrían niños de diez años. Me refiero, podemos hablar durante horas y horas sin cansarnos, nos peleamos de broma muchas veces, pero nunca hemos pasado de eso. De hecho, no queremos hacerlo. Yo y el amor somos temas incompatibles, y Finnick… él tiene a Annie, y… a veces me gustaría poder llegar a amar tanto a alguien como él la ama a ella.

- ¡Hasta luego, Johanna!- me dice Charlie antes de irme.

- ¡Adiós! Ya me contarás como son los demás distritos, me gustaría ir algún día- añade Henry.

- ¡Te queremos!- exclaman mi padre y mi madre, Abby, a la vez. Ríen, y por un momento, puedo sentir la sonrisa forzada de blanca.

- Adiós, volveré pronto- digo yo, cerrando la puerta.

Cogemos el tren, y nos encaminamos al distrito 12. La Gira de la Victoria ha comenzado.