Nubes de Kétchup - Max Morgan.
Los efectos de la noche recaían sobre mí.
Me tambaleé hasta llegar a Zoe y la besé, apoyando mis manos sobre sus caderas. Ella me respondió, pero no con tanto entusiasmo. Últimamente, curiosamente después de que empezásemos a salir oficialmente, estaba más distante. Ya no me besaba igual.
Mi hermano vino hacia nosotros justo cuando estaba a punto de meterla mano. Qué oportuno.
“¿Y si dejas de beber por un rato, Max?” me dijo Aaron. Estoy harto de que haga de hermano mayor.
Besé a Zoe de nuevo delante de mi hermano, haciéndole entender que tres son multitud. Como después de lo que sería un minuto no se marchaba, intenté llevarla al Tren de la Bruja, con la esperanza de excitarla para que se soltara un poco. Pero cuando se lo propuse, se quedó tiesa como una aguja.
“No… la verdad es que tengo un poco de hambre” dijo. Y aunque estaba bebido supe, sin ninguna duda, que era una excusa. Aún así, la besé en la mejilla y la susurré al oído que iría al puesto de perritos calientes.
La gente me saludaba, y yo les respondía el saludo. Me fastidiaba tener que pararme, solo quería volver con Zoe. Desde que estaba con ella la gente me tomaba menos en serio, había dejado de ser el “GRAN MAX MORGAN” para ser solo Max. Bueno, quizá aún conservaba el apellido. Pero la verdad es que me daba igual. La quería. Aunque fuera diferente a cualquier persona con la que hubiera salido. Quizá era eso lo que le hacía especial, pero me volvía loco. Compré los perritos a toda prisa y me peiné un poco con los dedos.
Pero me paré en seco al observarlo.
Aaron y Zoe se estaban besando.
La rabia fluía por mis venas a la par con el vodka, y corrí hacia delante, sin poder creérmelo. Empecé a pegar puñetazos a las paredes, dejé caer los perritos calientes al suelo. Me daban asco. Grité de frustración y le pegué patadas a todas las latas, y a la valla del río, hasta romperla. Aaron y Zoe gritaban mi nombre, que parara, pero me daba igual.
Les contesté con insultos y maldiciones. Mi hermano, mi propio hermano. Mi novia, la chica de la que estaba enamorado. Me habían traicionado. Las lágrimas salían ardiendo de mis ojos, y cuando Aaron se acercó a mí para calmarme, le pegué un puñetazo. Él me agarró de los hombros, pero aún podía usar las piernas. Le metí un rodillazo en la entrepierna, y se estremeció de dolor. Pero ese no era el dolor que yo había sentido, ni mucho menos.
“¿¡CÓMO HAS PODIDO!?” “¡¿CÓMO HABÉIS PODIDO?!” grité, y le asesté otro puñetazo, esta vez en la garganta. Contraatacó, y los dos nos sumimos en una pelea.
Zoe vino hacia nosotros, y yo la miré a los ojos. Con lo que yo la quería. Nunca me hubiera imaginado que ella pudiera hacer eso. Nos empujó para separarnos, pero yo me resbalé con el barro y me escurrí. Traspasé la valla del río. Y caí.
La corriente era demasiado fuerte. No podía hacer nada contra ella. Aaron intentaba sacarme, pero no podía. Zoe lloraba, gritaba mi nombre. “Dime que me quieres” deseé. “Por favor, dilo”. Pero no lo dijo. Pocos segundos más tarde me hundí, y pude oír los sollozos de ambos. Aaron gritaba, arrepentido de todo. Zoe sólo lloraba. Yo no podía respirar, pero tampoco luchar para salir a la superficie. Me iba hundiendo poco a poco.
Pero en el momento en que mis miembros explotaron, en el que dejé de necesitar respirar, en el que mi cuerpo dejó de formar parte de mí, decidí que, a pesar de todo, tenía que perdonarles. Me habían hecho algo malo, sí, pero por algo Aaron era el mejor hermano del mundo. Por algo me había enamorado de Zoe.
Así que, bajo esas nubes del color del kétchup de los perritos calientes, me dejé morir. Por mi mente pasaron todo tipo de escenas, algunas más claras que otras. Sentí los brazos de mi madre en los costados, aunque solo fuese un recuerdo. Sentía cada momento de mi vida, tanto los buenos como los malos. Sentí la última noche como una puñalada en el pecho, pero luego recordé la frase de “es un mal día, no una mala vida” que una chica se repetía en el baño todas las tardes. Y decidí que, después de todo, era una buena vida.
Algo que no muchos podrían decir.




Comentarios
frutaprohibida - hace más de 11 años
woooow textazo k grande eres es el mismo que prisionera de la wab pero narrado por max no mola tias os superais
flashali - hace más de 11 años
Al leer esa parte... Estaba en clase, el último día, y estaba yo sola (Dios, era la única de 34 que había ido a clase) y estaba sola porque el profesor me dejó quedarme (BJ) Casi se oía el eco de mi respiración, y estuve a punto de gritar: NOOOOOOOO MALDITA SEAAAAAAAAA POR QUÉ TAN CRUEL D: Me contuve y solo puse una cara de X.X D: Sinceramente me caía mejor Aaron pero, haber, también se le quería! Me encanta tu post :) Realmente emotivo recordando el libro.
prisionera de la ωeb - hace más de 11 años
Fue buena idea eso de hacer las dos versiones de Nubes de Kétchup, eh? Buen trabaju! ;)
rocio_dreamcatcher - hace más de 11 años
Los dos Morgan eran muy distintos entre ellos, ¡pero geniales a su manera! Dato: en español no se aprecia, pero si se lee el libro en inglés, cada vez que Max habla con Zoe, sus frases empiezan a rimar, como si estuviera hablando en pareados. Es un detalle precioso. Una pena que en la traducción se haya perdidu :/
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