Disertación Personalidad
¿De dónde proviene la mente humana? ¿Cómo se crea nuestra personalidad? ¿Qué es ser “humano” y qué hace que lo seamos? Estas son preguntas que siempre se han formulado, y a pesar de lo antiguas que puedan ser, siguen sin tener respuesta. Es más, con los avances en genética de las últimas décadas se ha creado una fuerte controversia en cuanto si estamos determinados por nuestra genética o por la sociedad.
Éste es un tema que se plantean muchos filósofos y antropólogos actualmente, y aunque la idea de que nuestra personalidad depende de la cultura y nuestro ámbito social viene de lejos (se hicieron muchas investigaciones antropológicas al respecto en siglos pasados, comparando a humanos civilizados con los “salvajes”), la idea de que los genes son la clave se afianza cada vez más.
Actualmente, se suele explicar el comportamiento humano como una serie de causa y consecuencias. Muchos psicólogos achacan actitudes a experiencias pasadas, traumas, síndromes mentales, etc. También se justifican algunos comportamientos atribuyéndolos a motivos genéticos; hay numerosas investigaciones que relacionan trastornos mentales con la biología. Mucho se ha especulado sobre genes que crean vulnerabilidad a determinadas enfermedades, genes propios de psicópatas, genes que causan autismo… la lista es casi interminable.
Sería estúpido negar la influencia de los genes en nuestra personalidad. La ciencia ha demostrado sobradamente la importancia de los genes en el carácter del individuo, y se puede ver si un niño es tranquilo, travieso, llorón u observador cuando aún es un recién nacido, antes de que tenga tiempo de aprender nada del entorno.
También es obvia la gran influencia de la sociedad sobre los individuos. Si bien es cierto que la genética determina la base de nuestra personalidad, pues no podemos cambiar nuestros genes, el entorno social condiciona la mayor parte de los rasgos de nuestro carácter. Constantemente recibimos influencias externas por parte de la sociedad; familia, amigos, medios de comunicación… No hay duda de que, si hubiésemos nacido en otro entorno, seríamos radicalmente distintos. Nuestra cultura y nuestro entorno, que nos influyen desde que nacemos, están casi tan arraigados en nosotros como los genes, y es casi imposible, si no completamente, cambiarlos.
Otro factor determinante lo componen nuestras experiencias. Afectan a nuestra personalidad no solo de forma consciente, sino también de forma inconsciente. Los seres humanos, al ser animales racionales, interpretamos nuestros aciertos y errores, así como los ajenos. Estás interpretaciones afectan en la toma de futuras decisiones, en nuestra actitud ante el mundo, en nuestra personalidad. Pero también está el subconsciente, planteado por el psicólogo y filósofo Sigmund Freud, quién demostró la gran influencia que tiene sobre nosotros nuestra parte “dormida”.
Para mucha gente, los factores nombrados anteriormente son lo único que define a la persona. Como ya hemos visto, son factores externos al individuo, no tiene capacidad de decisión sobre ellos. Resulta curioso comprobar que esto no es más que una nueva forma del antiguo, y para muchos, arcaico, concepto del destino: los hombres no somos libres; nuestra personalidad, y por tanto nuestras decisiones, están determinadas por nuestro entorno social y nuestros genes. La idea del libre albedrío, desarrollada en el Renacimiento por humanistas como Erasmo de Rotterdam, llega a ser considerada, por algunas personas, propia de gente cobarde incapaz de aceptar su destino. Hay materialistas que llegan a afirmar que los sentimientos, las acciones, las emociones, y el comportamiento humano en general podrían incluso ser atrapados en fórmulas matemáticas, algo propio de ciencia ficción, como la ciencia de la psicohistoria que desarrolla el escritor Isaac Asimov en sus novelas.
Personalmente, no me considero materialista, y por tanto, creo que hay algo más aparte de lo físico en la personalidad, llámese alma, esencia, ánima, espíritu, tu verdadero “yo” interior o como quiera denominarse. Basándonos en lo material y negando la existencia de todo lo metafísico (o reduciendo lo metafísico a físico) es imposible afirmar que la persona es libre a la hora de tomar decisiones. Sin embargo, considero incuestionable la libertad de la persona. Además, ¿si no fuésemos libres, cómo podríamos siquiera tener el concepto de libertad? Aún así, soy consciente de que mi creencia en una dimensión inmaterial de la persona no se basa en tanto en argumentos lógicos como en mi fe, y la fe viene dada por los sentimientos; está aparte del raciocinio, y es un error pretender atacarla o defenderla mediante éste.
Por todos los motivos expuestos, concluyo que la personalidad, respecto a lo material, viene determinada por nuestra carga biológica, que nos es dada, y fuertemente condicionada por la sociedad y nuestras experiencias, pero para poder explicar la libertad humana es necesario hablar de un componente supramaterial, que formaría también parte de nuestra personalidad.
Pablo Higueras Pajares 1ºG



Comentarios
senegal. f - hace más de 13 años
La disertación me ha gustado bastante aunque no estoy del todo de acuerdo contigo. Creo que deberías explicar mejor los conceptos porque aunque lo has expuesto bastante bien, pienso que no has respondido a la primera pregunta que planteabas al principio. Por lo demás tengo poco que decir; lo que más me ha llamado la atención ha sido que aunque nombras dos filósofos no haces ninguna referencia explicita o cita del tema del que estas hablando. Y eso da la sensación de que no has terminado de justificarte. Estoy de acuerdo contigo en la parte en la que explicas que los genes tienen un papel muy importante en nuestra personalidad, yo pienso que nuestra personalidad está más determinada por la sociedad en la que vivimos y como tu bien has dicho por las experiencias que hemos vivido. Macarena Núñez Yubero 1ºF
senegal. f - hace más de 13 años
La disertación me ha gustado bastante aunque no estoy del todo de acuerdo contigo. Creo que deberías explicar mejor los conceptos porque aunque lo has expuesto bastante bien, pienso que no has respondido a la primera pregunta que planteabas al principio. Por lo demás tengo poco que decir; lo que más me ha llamado la atención ha sido que aunque nombras dos filósofos no haces ninguna referencia explicita o cita del tema del que estas hablando. Y eso da la sensación de que no has terminado de justificarte. Estoy de acuerdo contigo en la parte en la que explicas que los genes tienen un papel muy importante en nuestra personalidad, yo pienso que nuestra personalidad está más determinada por la sociedad en la que vivimos y como tu bien has dicho por las experiencias que hemos vivido. Macarena Núñez Yubero 1ºF