Cibercorresponsales

Hola chicos, hola chicas, hola chiques, ¡Hola a todos!

Hoy, domingo 15 de septiembre, he decidido volver a esta maravillosa plataforma, donde me puedo expresar libremente, la verdad, no sé muy bien como empezar, se me hace raro hasta escribir en el teclado. Y la verdad ( ivan_y_vienen esto va por ti) no tengo muchas ganas de hablar sobre mi verano en Rumania porque acabaría seguramente inundando la casa de los llantos de tristeza al saber que voy a tener que esperar otro año para poder volver a mi lugar, donde más pude desconectar, sin necesidad de ningún aparato digital, solo yo y el aire puro de mi querido pueblo. Como dice el título, volvemos a la rutina, las clases, algunas con olores de pubertos que no se asean lo suficiente, las manos manchadas de tinta de bolígrafo, los nervios para saber la nota del examen... Las actividades extraescolares en las que nos divertimos por la compañía de nuestros amigos y muchas cosas más.

Y pensar que ya empezamos, unos en primaria, otros en la ESO y bachillerato, como pasa el tiempo... me acuerdo de cuando estábamos yo y mi familia este verano en el sofá viendo las cintas de cuando hice de árbol en una obra de infantil (si, hice de árbol, patético, pero fui la que mejor lo hizo, o eso me han dicho mis padres jaja)

Parece que fuese ayer cuando entre a ciber, cuando entre a la ESO; cuando empecé, cuando empecé todo.

Han pasado 14 años de mi vida desde que vine al mundo, una “adolescente”, llena de sueño retorcidos, con ganas de intentar todo y llena de sentimientos, que a veces se deja llevar demasiado y pierde, pierde confianza, amigos, pierde y luego se arrepiente y a veces demasiado tarde.

A esta edad me he empezado a dar cuenta de la importancia que tienen los consejos y las palabras de tus seres queridos, porque no te das cuenta de esto, hasta que la montaña rusa de tu vida que estaba llena de adrenalina, gritos, risas y buenos momentos, se acaba, y a veces no puedes comprar un segundo billete, una segunda oportunidad; o de que hay personas cuales no saben que ser sensible no es sinónimo de debilidad.

Este verano lo ha cambiado todo, me ha cambiado, tanto para bien como para mal, he hecho nuevos amigos, he perdido a otras personas muy importantes, me he dado cuenta de que siempre me caigo en la misma piedra, pero la diferencia de esta vez es que ahora me he hecho daño. Espero alguna vez aprender realmente valorar a lo que tengo y a proporcionar no hacerme daño ni a mí, ni a los demás.

Así que hoy en adelante vuelvo a la rutina, como muchos de vosotros, intentado ser una persona mejor, perdonando a los demás y perdonándome a mí.

Gracias por perder tu tiempo leyendo este post,

Un beso y un abrazo, Anastastasia~