Más allá de mi corazón. Capítulo 4
¿Estoy muerta?
Me incorporo bruscamente, con la respiración agitada. Siento miedo, angustia, cansancio... Mi cabeza no responde a todas mis dudas y mi corazón siente agujas clavadas con profundidad. Me he despertado con una pregunta algo desagradable en mi mente, aunque después de todo, preferiría estar muerta y terminar con este sufrimiento constante.
Abro los ojos, que habían permanecido cerrados, oprimiendo unas lágrimas que habían comenzado a emanar.
La oscuridad me rodea y atrapa, siento que me falta el aire, que estoy dentro de algo donde no hay oxígeno. Agarro mi garganta con ambas manos, produciendo un quejido leve. Quiero gritar, pedir ayuda, pero sólo logro emitir unos gemidos ocultos tras mis sollozos. Siento como si quisiera escapar de un lugar que no tiene salida, de la nada en la que me encuentro. Comienzo a dirigir mi mirada a todos lados, desesperada por encontrar alguna señal que me pueda decir dónde estoy. Oigo un ruido, un leve golpeo de unos nudillos contra algo de madera. Rodeo con mis brazos las piernas; que han comenzado a temblarme, escondo mi cabeza entre ellas y me ahogo en mis lágrimas.
Un rayo de luz se cuela en la habitación.
-¿Annie?
Su voz se oye en mitad de un silencio sepulcral. Oigo unos pasos acercándose lentamente hacia mí.
Creo haber reconocido la voz, pero tengo tanto miedo a lo que me rodea que no soy capaz de levantar la vista para verle. Su mano toca mi hombro, apenas hace fuerza, es casi una caricia que transmite cariño. Aun así mis músculos se tensan y me pongo en alerta.
-¿¡Annie!?- ahora parece más alarmado-. Annie...mírame. Me estás preocupando.
Aparta mi pelo y deja mi rostro al descubierto, pero yo sigo con los ojos cerrados. No quiero sufrir más, no quiero sentirme una vez más engañada por las imágenes que creo, las cuales no pertenecen a la realidad. Yo soy fuerte, soy lista, no voy a dejar que su dulce voz me atrape para dejarle ganar. Sé que esto no es real, estoy muerta.
Pero entonces, una posibilidad asalta mi mente...si estoy muerta, puede que él esté aquí. Estamos muertos, pero juntos.
-Harry...-levanto la cabeza, temblando de miedo y emoción.
-Annie...
Me abalanzo sobre la oscura figura que se encuentra ante mí, estrechándola entre mis brazos. La tenue luz que se cuela en la habitación no me deja observar su rostro, pero por primera vez en mucho tiempo me siento feliz.
Siento el calor de su cuerpo contra el mío, y casi por un segundo creo que estoy aquí, con él. Estoy a punto de sollozar algo cuando la imagen de Harry desaparece...siento como si mis brazos estuvieran abrazando una niebla que poco a poco se desvanece, hasta sentirme desorientada. Pierdo el equilibro, mis brazos se mueven veloces en el aire intentando no caer del borde de lo que parece ser una cama. Caigo al suelo, golpeándome fuertemente la cara. Mi cuerpo produce un ruido sordo y noto como si todos mis huesos se hubieran roto. Siento cómo la sangre comienza a manar de mi nariz. Pierdo el conocimiento y me abandono a la merced de un tiempo que lucha contra mí, amenazando con agotarse.
-¡¡Annie!!-una voz alarmada irrumpe en la habitación.
El chico se arrodilla junto a mi inerte cuerpo y me pone boca arriba. Mi cara está manchada de sangre, la nariz me sigue goteando y mi boca muestra unos labios amoratados. Siento mi cuerpo roto y dolorido.
-No te debería haber dejado sola... Me siento culpable.
Comienza a limpiar mi cara con un paño húmedo y el agua fría refresca mi mente. Presiona ligeramente mis labios, retirando la sangre seca de ellos. Lo realiza con tanta suavidad que me tranquilizo. Abro los ojos lentamente, y descubro a Zach, que se afana en limpiar mi rostro cuidadosamente.
-¿Qué ha pasado?-me incorporo ligeramente y le abrazo.
-Estaba tan preocupado...-me susurra al oído.
-No entiendo nada de lo que ha ocurrido, mi cabeza está tan confusa...-sollozo-.Quiero despertarme de
esta pesadilla; Zach, tengo mucho miedo.
-No debes de tener miedo, eres más fuerte de lo que crees-su expresión se torna algo más seria-.Llegaba tarde al instituto y me encontré con Joz. Me explicó todo lo que había ocurrido. Ella te había intentado ayudar, estabas débil, te desmayaste. Juntos te trajimos al hospital, deben de hacerte algunas pruebas. Se podría decir que estás algo obsesionada con la muerte de Harry. Todas tus pesadillas y visiones de él te están volviendo loca. Ya no eres la misma Annie, has cambiado.
No recuerdo muy bien lo que ocurrió, por lo que sólo procuro asimilar la información. Zach lleva razón, he cambiado demasiado. Mis ojos muestran ojeras profundas, mi rostro está demacrado y mis brazos están repletos de arañazos de mis múltiples caídas.
-Nunca debí dejarte sola, debo cuidarte- dice con ternura- No te preocupes, no te volverá a pasar nada malo, estaré a tu lado.
-Y lo que ha ocurrido antes...
-Eran visiones. Te matas a ti misma con ese tipo de cosas, no quiero perderte, no al menos de esa forma.
-Pero...yo estoy muerta, estaba con él-sollozo desesperadamente.
-Annie, tu percepción de la realidad es demasiado confusa como para asimilar todo esto. Estás viva, si
estuvieras muerta no me lo perdonaría nunca. Tienes que olvidarle, pero ahora debes descansar, aunque
esta vez me quedaré contigo, para velar por tu salud.
-Yo estoy muerta...-insisto- Yo quiero estar muerta, Zach.
-Annie no digas eso.
-Zach, le he visto, no estoy loca. Yo debo de estar muerta.
-Tranquilízate, por favor. No me obligues ha...
Sus palabras quedan en el aire, pues descubro una jeringuilla en una de sus manos. Es demasiado tarde para huir, el delirio ha inundado mi cuerpo, no puedo controlarme. Comienzo a gritar y a patalear mientras varios médicos entran y me sujetan contra el suelo. No tengo escapatoria, Zach me inyecta el líquido azul en el brazo. Siento rabia e impotencia, al no poder defenderme o por no ser capaz de evitar lo que está ocurriendo. Siento cómo la calma me inunda.
Tengo sueño y mis ojos comienzan a cerrarse. Antes de perder el conocimiento, en mi mente sólo encuentro un pensamiento, porque por primer vez siento que él está vivo y que debo encontrarle.
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