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La voz de los libros

SKY. Capítulo 11

Publicado por nayeli el 28/08/2014 · Categorías: Creación

Abro los ojos y veo una imagen borrosa del estrellado cielo, debido a que un manto de lágrimas está sobre mis ojos. ¿Por qué lloro? Tal vez los recuerdos estén haciendo demasiada mella en mí. Pensé que lo olvidaría, que no volvería a recordarlo jamás... Pero las circunstancias me han llevado otra vez al mismo punto de partida, ese momento en el que no podía dejar de pensar en ello y apenas dormía, y siento que éste recuerdo va a volver a evocar en mí lo que llevo sin sentir mucho tiempo.

—Sky, tienes que escucharme —Posa su mano sobre la mía—. Por favor.

Le ignoro, no soy capaz de mirarle. Él se incorpora y me mira. Me tapo con ambas manos para que no me vea llorar, no quiero mostrarme en un momento de debilidad ante él, tengo que ser fuerte. ¿Por qué me afecta tanto mi pasado? ¿Por qué no puedo olvidarlo? Ya no puedo cambiar nada, absolutamente nada. Y no, no es culpabilidad lo que siento, yo no hice nada malo. Las cosas ocurrieron porque tuvieron que suceder... La venganza y el dolor a veces consumen a la gente de tal forma que la vuelven irreconocible, y no son conscientes de sus actos.

Abro los ojos y no veo las estrellas, sino llamas que envuelven una casa demasiado familiar para mí. Oigo risas estridentes clavadas en mis oídos y quiero chillar. Lágrimas se deslizan por mis mejillas, intentando borrar esa imagen que me está atormentando. Pero no, no desaparece. Alguien está a mi lado, sí, puedo verle, y su rostro es tan familiar que me duele. Matt está mirándome con una amplia sonrisa en su rostro, mientras observa cómo me retuerzo de sufrimiento al ver mi casa arder junto con millones de sueños y esperanzas. No sé ni siquiera si estoy respirando, pero siento una fuerte presión en mi pecho y no paro de derramar dolor en forma de gotas ardientes que queman mis ojos.

Sir. Leeroy me agarra por los brazos y me hace incorporarme. La presión en mi pecho disminuye y cierro los ojos para dejar que las últimas lágrimas huyan de ellos, después los vuelvo a abrir y las terribles imágenes han desaparecido. Él me mira aterrado, sin comprender nada.

—¿Qué te ha ocurrido, Sky? Dímelo... Me has asustado muchísimo —dice con una voz dulce y preocupada.

Yo niego con la cabeza y siento ganas de llorar otra vez, pero me reprimo. Él pasa la yema de los dedos por mis mejillas, borrando las marcas ardientes de dolor sobre mi rostro.

—Matt... —musito, con la voz rota.

Él me arropa en sus brazos, muy fuerte, como si no quisiera que me escapara nunca.

—Sky...tengo que contarte una cosa. Necesito que me escuches muy bien, por favor.

Me mira con sus profundos ojos marrones, que parecen arrepentidos. Me tumbo de nuevo y respiro hondo, dispuesta a escucharle.

—Antes de contártelo todo, quiero que sepas que ahora que te conozco, me siento muy culpable de haber aceptado participar en esto. Lo siento muchísimo, y por eso creo que te mereces una disculpa por mi parte.

No comprendo nada de lo que está diciendo. Se está disculpando por algo que desconozco, pero por el sonido de su voz es algo grave.

—¿Recuerdas la historia que te conté anoche? Era cierta, sí, yo nunca te mentí en cierto modo. Aunque te oculté información, que tal vez para ti habría sido la clave para comprenderlo todo. Yo no debía decirte nada porque la misión fracasaría, pero a mí eso ya me da igual, sólo quiero protegerte- levanta la vista al cielo y suspira- Estuve mucho tiempo robando, aunque yo sabía que no me podía seguir sustentando sólo con eso. Conocí a Matt en una de mis escapadas nocturnas. Él también robaba y se convirtió en mi compañero durante meses. Pero yo notaba que había algo en sus ojos que le hacía siempre querer más y más. Una noche, me contó la historia de Shirley y de cómo su padre le había arruinado la vida a su familia y a él. Llevaba años tras su rastro, la siguió a todos lados, recopilando información sobre ella, y cuanto más sabía, más la odiaba. Me contó la vida de ella, y me pareció un tanto desgraciada, pero él pensaba que la suya lo era aún más por su culpa, y sólo quería vengarse. Me contó también los planes que tenía para el futuro, un futuro demasiado cercano. Llevaba ahorrando años para conseguir montar una empresa, una agencia de espionaje, con la que buscar a la chica y poder matarla con sus propias manos. Él no quiso seguir la promesa de su padre de dejarla sufrir toda su vida, hasta que muriese de miseria y tormento, no, él no quería esperar a que eso ocurriese, deseaba desesperadamente terminar con todo lo que tuviera que ver con la familia que le había destrozado la vida —Hace una pausa para tomar aire y mirarme a la cara—. Yo necesitaba un trabajo urgente, así que no pude negarme... Pero ahora me doy cuenta que cometí un grave error. Pasaron muchos años en los que no la encontramos por ningún lado, parecía haber desaparecido, y mi jefe cada vez se desesperaba más. Contrató a más gente con la intención de que nadie sospechara de nuestras verdaderas intenciones pero nosotros siempre perseguimos la intención de encontrarla. Mientras que los demás trabajadores se encargaban de investigar casos sin apenas importancia, nosotros buscábamos a Shirley. Acabé odiándola, no porque me hubiera hecho algo, sino porque llevábamos tanto años intentando darle caza que nos habíamos obsesionado con ella, y no salía de mi cabeza. Eran tantas las historias que mi jefe me contaba sobre lo terrible y desdichado de su pasado por culpa de la familia de ella que acabé por odiar a alguien que ni siquiera sabía si existía realmente.

Se tumba a mi lado y acaricia mi mano, que tiembla demasiado. Aún no entiendo del todo la historia, pero me estoy empezando a asustar muchísimo.

—Entonces un día llegaste tú. Necesitabas un trabajo urgente para cuidar a tus hijas y pensabas que estabas capacitada para ello. Lo que no sabías es que habías cometido el peor error de tu vida. En cuanto el jefe recogió tus datos personales se dio cuenta de quién eras y sin pensarlo dos veces te contrató. Fueron unos días en los que Matt fue muy feliz por haberte encontrado al fin y yo también lo fui porque habíamos terminado la búsqueda. Dejamos pasar unos meses para que te encontraras a gusto y no sospecharas... hasta que llegó el gran día. El jefe te dijo que tenía una misión para ti, debías descubrir si un joven millonario; Sir. Leeroy, estaba robando y causando molestias entre los vecinos. Tú aceptaste sin dudarlo porque él te amenazó con echarte a la calle y tú sabías que si perdías ese trabajo, la vida de tus hijas peligraría. Yo, por desgracia, acepté colaborar en el proyecto. Mi función era muy sencilla, tenía que ganarme tu confianza para que me contaras toda tu vida y así él podría afirmar que eras tú a la que llevaba años buscando, a parte de que no sospecharías en ningún momento lo que estaba a punto de ocurrirte —Cierra los ojos y parece que le cuesta respirar—. Pensé que sería fácil ganarme tu confianza, pensé que podría traicionarte... pero ahora sé que no puedo. Tú no tienes ninguna culpa de la desdichada vida de Matt, ni tú ni tu padre. No mereces nada de esto, Sky. La sed de venganza, la envidia y el dolor consumieron a Matt, él sólo quería ser feliz, tener una buena vida que nunca se le concedió, pero a costa de la muerte de los demás. Él envidiaba que tus padres llevaran años intentando conseguirte una vida feliz, él deseaba que sus padres también lo hicieran para él. Pero nunca lo hicieron. Tras el despido de su padre no tuvo a otra persona a quien echarle la culpa que a tu familia, y el odio le cegó, sin darse cuenta que su desdicha venía de antes. Sky, sus padres no le querían. Tras la muerte de su madre y su hermana su padre se fue con otra mujer y le abandonó. Nunca quiso saber nada de él. Matt se limitó a buscarse la vida. Pero el dolor cada día crecía más en él, así que quería calmarlo de algún modo, y encontró esa solución a sus problemas en ti. Eras la única persona viva en la que podía descargar su furia. Pero yo sé que él nunca estaría tranquilo. Él dolor le había consumido demasiado.

Hace una pausa y el silencio lo inunda todo. Me siento traicionada por todos. Ya no me preocupa que me vayan a matar, tarde o temprano hay que morir ¿no? Lo que más me preocupa es que la vida de mis hijas peligra, y no, no quiero dejarlas sola de nuevo, no puedo.

—Después de muchos años buscándote y deseando tu muerte para poder sentirme tranquilo, ahora pienso que si murieras jamás podría descansar, porque estaría matando una parte de mí —Me observa y a pesar de que su voz suena culpable es demasiado dulce y me siento hechizada por ella—. Estoy enamorado de ti, Sky.

Ambos guardamos silencio, y mi corazón se acelera por el efecto de sus palabras. El dolor, la rabia y la impotencia se han borrado de mi corazón, todo ello ha sido eliminado para dejarle amar de nuevo. Llevo años sin sentir esta sensación, tal vez porque las consecuencias que me llevaron a enamorarme, a entregarle a alguien mi corazón... acabaron destrozándome con la pérdida de la persona que más quería en este mundo. Me prometí no volver a entregarle mi corazón a nadie más, ya me había hecho a la idea de que cuidaría a mis hijas yo sola, dándoles todo el cariño y el amor que se puede esperar de unos padres. Pero no, ahora que le tengo delante, acariciando mi rostro, tengo la sensación de que todas las barreras que me puse un día se han roto, y que mi corazón late de nuevo por alguien.

Nos aproximamos cada vez más, hasta oír la respiración del otro. Aún no le he dicho que yo también le quiero, pero creo que no hace falta que lo diga. A veces no hacen falta palabras para expresar lo que una persona siente.

Estamos tan cerca que puedo oír su acelerado corazón y sus ojos avellana se posan en mis labios. Nos miramos y él cierra los ojos, parece que no pueda esperar más para besar mis labios, como si llevara demasiado tiempo deseándolo, aunque no es el único.

Sus labios son suaves y parecen acariciar los míos cuando nos besamos.

No sé cuánto tiempo pasamos así, pero me olvido de respirar y de decirle a mi corazón que vuelva a latir, aunque creo que va demasiado rápido como para darme cuenta de que estoy haciendo algo que llevo mucho tiempo esperando.

Nos separamos y hay unos segundos de silencio. Él lo rompe y la magia del beso parece desaparecer, escapándose de mi corazón como la niebla.

—Sky, no tienes ni idea de quién soy realmente.

—Lo sé. —Asiento, aunque en realidad no sé muy bien de qué habla.

Me siento desilusionada porque él está muy serio y yo aún estoy encerrada en el recuerdo de lo que ha ocurrido segundos antes.

—Sky, tú no estás aquí para darme caza a mí. Estás aquí porque ellos quieren cazarte a ti.

Me aparto lentamente de él. Antes, cuando él me contó todo lo que sabía, yo había entendido el peligro que corría mi vida. Pero todo parecía haberse olvidado en el beso. Ahora, la gravedad de la realidad me golpea tan fuerte que me cuesta asimilarlo, así que me limito a asentir con la cabeza.

—Mañana por la noche, él vendrá a cenar con unos cuantos hombres más. Pero no viene para festejar el éxito de la empresa, en realidad viene a culminar con el proyecto que hace meses comenzó. Así que, tienes que prometerme que bajo ningún concepto te quedarás a solas con el jefe. Por favor —Me mira con ojos suplicantes—. Yo no debería haberte contado nada de esto, cuando se entere me matará a mi también, pero no me importa, al menos tú estarás a salvo con la verdad.

Él parece suplicarme que le prometa algo, pero yo ya no le escucho. Mi mente sigue aún intentando analizar la frase que minutos antes él me ha dicho: “Sky, no tienes ni idea de quién soy realmente” Y eso me da ganas de pensar que todo lo que me está contando es mentira, y que no debo fiarme de él. Aunque tal vez sólo quiera convecerme a mí misma de que esto no es real, de que estoy aquí porque tengo que cumplir una misión y es descubrir quién esta engañando a quién.

Pero no, le miro a los ojos y veo culpabilidad y dolor, y pienso que tal vez diga la verdad. Pero no, no puedo dejar que mis sentimientos hacia él influyan en mi trabajo, en mi vida. Debo olvidarle. Y, de repente, siento que toda la magia del beso, que me tenía hechizada, ha desaparecido y me doy de bruces con la realidad, mi realidad.

—¿Quién eres? —pregunto, sacando fuerzas de donde puedo—. ¿Qué me estás ocultando? ¿Qué quieres de mí? —espeto, al borde de la desesperación.

Me siento tan vulnerable... He roto la promesa que me hice, pero ahora siento que me estoy rompiendo a mí misma. No, no puedo amar a alguien a quien me han obligado capturar.

—Sky... —musita, al ver que me estoy derrumbando—. Todo lo que te haya ocultado hasta ahora ha sido para protegerte. Pero te prometo que te lo he contado todo. Sólo he mantenido en secreto una cosa, mi nombre —Hace una pausa que se me hace eterna—. Pero todo esto lo hago para protegerte, te lo prometo, Sky, no quiero hacerte daño.

Intento ignorar sus sinceras palabras. Intento ignorar su voz arrepentida. Sólo puedo oír a mi mente gritarme que he hecho mal en enamorarme de él. Y no puedo pensar en otra cosa.

—Dime tu nombre real— reclamo, intentando parecer fuerte, pero me estoy debilitando.

—Liam— musita, casi inaudible.

Me derrumbo y siento las lágrimas fluir por mis mejillas. Me da igual su nombre, me da igual cómo se llame. Lo único que no se borra de mi cabeza son todas las declaraciones que esta noche me ha hecho, y no, no pueden ser reales, y siento que quiero despertar de esta terrible pesadilla.

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