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¿Y a ti quién te manda, Effie? Capítulo 16

Publicado por corcheita44 el 19/06/2014 · Categorías: Humor, Pensamientos, Creación, Libros, LJDH, Diversión a lo grande, Cosas que me gustan, Cuentos, Historias, Effie Trinket, Novelas, ¿Y a ti quién te manda, Effie?

CAPÍTULO 16: Demasiadas visitas inesperadas

Cada día detesto más el maquillaje, las pelucas y la ropa pomposa. No sé si es el calor del Distrito 4 o qué, pero últimamente me molesta todo eso. Me levanto despacio de la cama para no despertar a Haymitch y bajo silenciosamente por las escaleras. Katniss está dormida encima de Finnick en el sofá, respira muy fuerte, y Peeta está acurrucado en un sillón. No se oye nada, solo las olas del mar rompiendo contra las rocas de la playa. ¿Qué hora será? Me asomo a la venta y veo que aún no ha amanecido así que, decido sentarme en el sillón libre y volverme a dormir.

Un suave susurro me despierta tras un par de horas de sueño.

-Effie... Tsss... ¡Effie!

Abro los ojos y veo a Finnick debajo de Katniss llamándome. Me hace una señal para que me acerque, parece un tanto extrañado. Me arrodillo enfrente de él esperando a que se explique.

-Ayúdame a levantar a Katniss. Noto algo caliente que resbala por mi camisa, no me gusta.

Agarro suavemente a Katniss y descubro que Finnick tiene toda la camisa manchada de sangre. Dejo a Katniss en el suelo y vemos que tiene una herida muy profunda en el estómago, es por eso por lo que le costaba respirar.

-¡¡Ay madre!! -grita Finnick. -¡¿Qué narices es esto?! -se levanta apresuradamente. -Despierta a los demás, voy a por... cualquier cosa.

Obedezco, despierto a Peeta y subo corriendo a avisar a Haymitch. Le llamo, le vuelvo a llamar, y otra vez. Pero sigue sin responderme. Tiene las mantas hasta arriba y apenas puedo verle la cara.

-¡¡¡Haymitch!!! -agarro las mantas y le desarropo pero, no está ahí.

En su lugar hay numerosos cojines imitando una forma humana. ¿Y ahora qué hago? Bajo las escaleras a salto y voy con los demás.

-¡Finnick! Haymitch no está.

-¡¿Qué?!

Le da las gasas a Peeta y sube a buscarle. Me acerco hacia Katniss, respira muy fuerte y está inconsciente debido a la gran cantidad de sangre que a perdido. Decidimos llevarla al hospital, se la llevan en una camilla y la ingresan en un lugar al que no podemos entrar. Tranquilizo a Peeta y cuando Katniss desaparece por la puerta, Haymitch nos encuentra.

-¡¿Dónde estabas?! -grita Peeta. -¡¿Qué estabas haciendo?!

-¡Ey!¡Tranquilo, chaval! Estaba siguiendo a un tipo. Le ví salir anoche por la ventana. Cuando le atrapé, ví que llevaba unos... eran como unas canicas... pero eran de metal y hacían pitidos raros y tenían pinchitos bastante afiladillos. Entonces me dí cuenta de que ese chico tenía el mismo uniforme que los hombres que atrparon a Katniss en el Capitolio y corrí hasta aquí. ¿Te sirve esa escusa?

-¿Es cierta? -pregunto.

-¡Claro que sí!

-Entonces sí nos sirve.

Diez horas después sacan a Katniss del hospital. Los médicos nos informan de que apenas a costado sanarla, no era muy grave por muy fea que pareciese la herida pero, ha necesitado reposar bastante. Haymitch coge a Katniss en brazos y nos dirigimos de nuevo a casa de Finnick. Una vez allí, nos sentamos en el sofá para idear una estrategia en la que podamos devolver a Haymitch, Peeta y Katniss sanos y salvos al doce, sin que pasen accidentes como el de esta mañana, y en la que podamos rescatar a Annie de las manos del presidente. Pero lo primero es lo primero, no podemos quedarnos en casa de Finnick, ya saben que estamos aquí. Peeta va hacia la puerta y, justo antes de que toque el picaporte, esta se abre de golpe y empotra a Peeta contra la pared. Enobaria.

-¡¿Pero qué haces tú en mi casa?! -salta Finnick.

-Venir a por azucarillos -dice mientras guiña un ojo y enseña sus afilados dientes.

Odio su sarcasmo. Finnick tiene una cara de: "Ni p*** gracia" pero deja que se explique.

-El presidente quiere las cintas de vídeo que te pidió.

-¿Qué cintas? -pregunta Katniss metiéndose, incorrectamente, en la conversación.

-Unas en las que tenemos que mostrar lo bien que nos lo pasamos en los distritos. Algo de publicidad, ya sabes -explica Finnick. -¿Y qué pasa Enobaria? ¿Ahora eres la palomita mensajera?

-No -interviene Haymitch. -Es la nueva perrita faldera de Snow.

-Ya, pues al menos soy más servicial que la tuya -me mira mientras deja escapar una sonrisa.

Sin apenas ser consciente de ello, la suelto una torta en la cara y la tiro al suelo. Ella me agarra por las piernas y hace que me caiga pero, justo antes de que Enobaria se ponga sobre mí, Finnick la coge y la tira al sofá, impidiendo que me muerda. ¡Ay, qué cerca! Finnick todavía la sujeta contra el sofá y ella le enseña los dientes mientras le bufa. Cuanto la odio. En el momento en el que Finnick se vuelve hacia mí, Enobaria salta sobre él y le muerde en el cuello tirándole al sofá. Él consigue apartarla, tiene todo el cuello sangrando, y la bloquea poniéndose encima y aplastándola.

-La próxima vez -dice Finnick mientras le mira furtivamente -ve más despacito. No muerdas tan fuerte, ya sabes, con cuidado a lo chica mala si quieres, y...

-¡Cállate, estúpido! -chilla y se libra de él. -Solo dame las malditas cintas.

Finnick se va a buscarlas y yo procuro alejarme de ella. No puedo decir que no la tenga miedo porque, ya de por sí da miedo, pero tampoco dejo que haga lo que quiera. Finnick vuelve con las cintas y se las entrega a Enobaria.

-Ya puedes irte -se acerca mucho a ella para que se vaya moviendo hacia la puerta, pero no lo hace de manera intimidante, sino demasiado sensual.

Ella retrocede pero antes de salir le da una patada en sus más nobles partes y me lanza una mirada asesina. Minutos después, justo cuando a Finnick se le ha pasado el dolor y Peeta ya tiene la forma de siempre, vuelven a llamar a la puerta. Finnick abre un tanto cansado de lo popular que es hoy y entonces, les vemos. La comitiva de turistas vienen de visita.