Elemental mi querido Watson
Entramos en mi coche, una mañana sobre las seis, la llamada de comisaría de un nuevo caso ha sido mi despertador matutino, pues se repetía la secuencia de los dos últimos homicidios anteriores, limpio, sin huellas y un muerto.
Una de las cosas que odio de mi compañero, el inspector Wheiner es cuando empieza hablar... y no como cualquiera, sino hablar para averiguar, haciendo deducciones que, he de admitir que llegan a ser verdad, pero es que su timbre de voz lo tengo metido en mi oreja y cada vez que habla de esa manera... no lo aguanto.
Subimos al coche y empieza (aveces creo que lo hace para fastidiar).
- Alguien cogió el coche anoche, creo que eres consciente pero no sabes qué pasó - de nuevo ese timbre de voz de superioridad.
-Si, mi mujer, fue a la bolera con las amigas, ¿qué problema hay ahora?
- Te esta engañando - estas palabras me dejan noqueado, ¿como puede saber eso? ¿se lo está inventando no?- bueno no sé si a ti o alguno de tus amigos sus mujeres, pero todo pinta mal para tí, me explico
- claro, quiero ver que cuento te sacas ahora.
- No es la primera vez que nos subimos después de que su mujer coja el coche, y esta vez no as movido el sillón como de costumbre, por lo que una persona robusta, mas o menos como tú, se montó. Ninguna de sus amigas encajan en tu perfil de sillón según he visto y su grupo es cerrado, también añadiendo que tu mujer no deja conducir el coche a cualquiera, pero este misterioso hombre no iba solo, justo atrás mía venia un amigo suyo, hay un mosquito muerto en la ventanilla y ninguna de las pijas amigas de su mujer, con perdón, es capaz de rozarlo si quiera por lo que había dos hombres, también el olor, no huele típico channel que siempre dejan, hay un pequeño paso de Hugo Boss pero no supera al primero dicho y, por último, la gasolina está baja por que supongo que se dieron unas vueltas demás, cuando nosotros mismos la rellenamos ayer y recuerda, a las 21:00 me encontraba en mi partida de bolos con Mike y allí no hubo nadie conocido.
- Eh... algo más que añadir... - estaba atónito todo encaja pero hay piezas sueltas, no lo entiendo, no sé qué es peor, lo que ha dicho o si es verdad.
- Sí, era rubio pues en tu respaldar hay un pelo rubio, pequeño por lo que se refiere a un hombre, a no ser claro que la señora Duch se haya pelado, que lo dudo, incluyendo la sospechosa chaqueta que usted no ha visto que colgaba del perchero de su mujer, de cuero, talla M, Zara hombre que se quedó por el frío y la humedad de anoche, un caballero hemos de admitir.
-¿Pero como sabes qué hay en mi habitación? - se lo acaba de inventar fijo.
- Soy observador, y el perchero se ve vagamente desde la ventana, ya tienes una excusa para dejarla, se que lo estaba deseando, de nada, ya aquella doctora del centro médico puede ser tuya.
Si claro, si es que siempre lo sabe todo, y aunque es impresionante, molesta... ¿como sabe este que me gusta la doctora Minar?
- Lo sé, por que cuando la ves se te dilatan las pupilas y el pulso se te acelera, te veía la cara de desconcierto.
- Claro, ¡Elemental!- ironía de la casa.



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