El problema del consumo de las bebidas energéticas en los jóvenes

(Imagen de pikisuperstar en Freepik)
Hay un debate abierto sobre el consumo de bebidas energéticas en España. Cada vez son más los niños, niñas y adolescentes que, atraídos por sus envases llamativos y por la publicidad de estos productos, las consumen sin conocer los riesgos que conllevan para su salud.
¿Qué son las bebidas energéticas? Son bebidas sin alcohol, mayormente con gas, compuestas generalmente por cafeína e hidratos de carbono, aminoácidos, vitaminas, minerales, extractos vegetales, acompañados de aditivos como conservadores, saborizantes, así como colorantes.
Desde 2014 la encuesta ESTUDES, que estudia el consumo de alcohol y drogas en los estudiantes de enseñanzas secundarias en España de entre 14 a 18 años, incluye un módulo específico de preguntas sobre el consumo de bebidas energéticas. Los últimos datos publicados sobre este estudio en 2023 muestran que casi la mitad de los estudiantes han tomado en los últimos 30 días bebidas de este tipo, siendo mayor la prevalencia en chicos, sobre todo los de 18 años. En cuanto al uso combinado de estas sustancias con alcohol, al menos un 19,5% de los menores de entre 14 a 18 años ha ingerido estos preparados en los últimos 30 días. También, en este caso, los chicos superan a las chicas respecto al consumo de estas mezclas.
Los datos de ESTUDES indican que se consumen más las bebidas energéticas en el levante y en el norte de España. Su consumo es menor en el centro peninsular, las islas, Ceuta y Melilla.
Entre los riesgos asociados a estas bebidas, destaca que por los ingredientes que incluyen estos preparados pueden resultar muy adictivas. Además, contienen cantidades superiores de azúcar de las recomendadas como saludables por persona y día. El Observatorio Español de Drogas y Adicciones establece en 2023 que las bebidas energéticas tienen consecuencias importantes a nivel cerebral y metabólico. Algunos de los efectos adversos son la estimulación del sistema nervioso central y cardiovascular y su relación con el sobrepeso y la obesidad. Su ingesta regular se ha asociado a la sobredosis de cafeína, la hipertensión, la pérdida de masa ósea y la osteoporosis. Entre los efectos secundarios resultantes del consumo regular destacan palpitaciones, insomnio, náuseas, vómitos y micción frecuente.
Entre los problemas que conllevan estos líquidos están los formatos en los que las venden. Suelen ser de gran tamaño multiplicando sus riesgos. Por ejemplo, una lata de medio litro de estas sustancias contiene 160 mg de cafeína. El equivalente a dos cafés expresos.
Nos las venden como inocuas, pero podéis comprobar que hemos de ser precavidos y hacer un consumo cero o muy restringido de ellas.



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