La última lágrima por Roma
-Eh tú, bizantino, aquí tienes tu comida – dijo el carcelero de la prisión.
-Ja, Ja – reí amargamente.
-¿De qué te ríes?
-De la ironía de la vida. Yo acostumbrado a compartir mesa con emperadores y nobles, y me veo ahora servido por un carcelero cualquiera. Si acaso supieras cómo...



