Aquel viaje
Ya eran las cinco cuando, con las maletas apoyadas en la marquesina, llegó el autobús que nos llevarÃa a la estación de tren, para asà poder llegar a ParÃs por el Canal de La Mancha.
El desencadenante que les llevó a dejar el equipaje apoyado en aquella marquesina fue la muerte de la madre de Alex, que habÃa pasado hacÃa ya tres años, y su padre ya habÃa encontrado el amor en otra mujer.
Él se la describÃa como la mujer perfecta, la más bella y elegante del mundo, después de su madre por supuesto. A ella no le convencÃa mucho, pero la intriga que se habÃa despertado en ella la llevó a dejar que su padre la guiara hasta Londres, un lugar en el que no se hablaba la misma lengua, extraño y del que no sabÃa mucho excepto que llovÃa mucho y a cántaros.
Fueron en avión. Las turbulencias era inconcebibles, la ansiedad, puesto que era la primera vez que montaba en avión, más la inseguridad que le causaba su nueva madre, hicieron que el viaje se le hiciera muy largo.
Fueron en verano, de manera que asà Alex pudiera empezar el instituto en Londres, con dos meses de por medio para que pudiera aprender algunas palabras imprescindibles del idioma.
Cuando llegaron Alex estaba mareada, pero podÃa mantenerse en pie, asà que no dijo nada para que su padre no se preocupara.
Su padre se pasó todo e viaje contándole de forma repetitiva que era una mujer maravillosa, que le encantaban los niños y sobre todo que se iban a hacer amigas en seguida.
Su madrastra se llamaba Geraldine.
<Nombre demasiado francés para un inglesa> Pensó Alex.
La nueva madre de Alex era simpática y se veÃa a distancia que amaba a su padre. Eso a ella, le pareció bien, pero creÃa que se fueran a hacer muy amigas.
Durante la siguiente semana, Alex se dedicó a observar y a ser amable con Geraldine. Al cabo de casi dos semanas, se autoconvenció de que no podÃa ser mala persona, porque si no su padre, no se habrÃa enamorado de ella.
Alex avanzó muy poco con el inglés, pero hasta Geraldine reconoció que el inglés para una francesa era difÃcil, al igual que le resultaba el francés a un inglés.
Esa contestación acercó más a Alex a Geraldine, y cuando el verano empezó a desquebrajarse, las dos eran bastante amigas.
Una tarde lluviosa, Geraldine se sentó al lado de Alex:
-No quiero ser la persona que sustituya a tu madre, pero ya sabes que voy a ejercer como si lo fuera.- Explicó.
-Ya lo sé, pero a verdad es que esto es un poco raro para mÃ. Eres una persona nueva para mà y estoy en un paÃs que no conozco para nada (solo que está a la derecha de Francia en los mapas).- Comento, para suavizar la situación, ya que a mi me hacÃa tanta gracia como a ella. Su cara no era como la que ponÃa cuando tenÃa en una conversación que le resultaba agradable.
-Yo también me sentà asà la primera vez que salà de aquÃ, mis padres eran franceses, por eso hablo tan bien francés, pero si que es verdad que no estaba en la misma situación que tu, pero solo espero que entiendas que no quiero sustituir a tu madre.
La abrazó, ella no recordaba haber decidido hacer eso, pero a las dos les pareció bien. Las dos se rieron, y sin darse cuenta se hicieron amigas, quizá no como dos personas de la misma edad. No le contaba lo mismo que a sus amigas, pero dejó que pasaran las semanas. Claro que ella siempre estaba muy pendiente por si se le escapaba algo de chicos o cosas asÃ, ya que aunque no fuera su madre podÃa contarle las mismas cosas a su padre, como si lo fuera.




Comentarios
the moon - hace más de 11 años
P.D. Pronto publicaré el segundo y último capÃtulo de esta historia que me invente por casualidad. :-)
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