La mesa camilla
Arrastrando mis pies mientras rozo el techo del salón,
descubro que no hay rastro en mi respiración.
Me entrecorto esperando diluirme en el polvo de esta comida.
Asumo que he de decir gracias...
Gracias... ¿por tu atención?
Eterna ausencia que ralla la inexistencia,
que a la vez rompe y mata,
que te sostiene del cuello y te apaga.
Te va quemando los pies cuando aún tu cabeza se acuna en un vaivén podrido en esencia, en su dulce existencia...
No me enseñaron a ser pequeña,
me marcaron con vehemencia en un ciclo ciego y delicado.
No dejes tus mechones fuera del borde y rebaña los restos de tu seguridad,
hoy tenemos doble de temeridad.
Mañana solloza y ríe en aquel tejido que se acaricia entre sí, tan reconfortante,
aunque mi opinión no vale.
Qué más da.
Es el proverbio de la inmovilidad.
Falsa danza que grita carente de afecto,
¡QUÉ MÁS DA!
Solo has de silbar.




Comentarios
rulparty - hace más de 8 años
wow!! Muy bueno!! Bravo!!
zephyr - hace más de 8 años
@rulparty gracias >.<
No se pueden incorporar más comentarios a este blog.