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Beyond a deep soul

Publicado por _dennaselen el 02/01/2017 · Categorías: Pensamientos, Creación

Y aquí estás ahora. Subiendo una cuesta que no avanza, tratando de salir de ese bosque que te tiene atrapada entre sus ramas y sus árboles, tapando cualquier rayo de luminosidad que se atreva a entrar en un descuido irreal.

En ese bosque oscuro, donde las respiraciones de los corazones dormidos producen un eco silencioso que altera cualquier materia viva de los alrededores. Corazones que han sufrido y que sucumbieron a la oscuridad, cansados de tener un solo motivo para seguir latiendo. El dolor.

Esas respiraciones pausadas y acompasadas que como música te duermen, te hacen cerrar los ojos y someterte a un sueño eterno del cual solo las notas melódicas producen una ráfaga de aire que de cuando en cuando te mantienen despierta.

La compañía inexistente se centra en tus pensamientos y esa figura encapuchada que desea fervientemente tu derrumbe, aguarda victoriosa y con paciencia que las lágrimas de tus ojos caigan y ardan tus córneas e inunden tus pensamientos.

Tu cuerpo está agotado y tus rodillas demasiado débiles. Más allá de un alma profunda, el dolor consume lenta y fugazmente. Simplemente esperas un aliento que te ayude a respirar y a mantener las fuerzas que hagan que te levantes y que revivas en un lugar seguro.

Pero al parecer, solo las sombras te acompañaran en la espera del tiempo, el segundo que se vuelve eterno, el retumbar de los tambores que perturban y resisten en tu cabeza llamando tu atención.

Corres hacia donde no hay nada, ni luz, ni árboles. Corres huyendo de esa figura que atiende a que caigas, huyes de todo lo que ahora mismo nubla tu vista, altera tus pensamientos y te eriza el cabello de tal manera que tienes frío y te congelas.

Corres hasta que no puedes más. Tus rodillas ceden. Caes.

Te tumbas en el suelo y aguantas unos segundos. La vida huye de ti como tú huyes de los demás. Aguantas sobre una roca y notas como tus latidos se vuelven más débiles, más cansados.

El tiempo pasa y tu piel se vuelve más fría, más pálida...sumamente frágil. El corazón, la máquina de trabajo constante se para y tu cuerpo se eleva en la oscuridad del bosque. La respiración se agota y cierras los ojos. No había escapatoria.

Tan solo el falso anhelo de ayuda, el escapar de lo inevitable...te mantenía con vida.

Ahora esperas paciente elevada del suelo, con los ojos cerrados y la piel fría como la nieve. Estás tan hermosa...

Tu cuerpo se mantiene erguido en el aire y ya inerte, se duerme. Se marcha.

Más allá de una profunda alma...hay algo de lo que nunca se podrá uno escapar.

Y el último pensamiento de la vida, el terror de no poder escapar...se lleva esa alma hasta la oscuridad del bosque donde, sus lamentos insonoros aguardaran ahí toda la eternidad.

Para siempre.

Porque cuando huyes de algo, te puede encontrar. Te puede hallar. Es el riesgo que todos corremos. Que se debe de correr. Arriesgar. Ganar, perder...

Palabras...eufemismos...engaños. Palabras.

Te puede ocultar como su arma más preciada. Por siempre...

Eres suya...

Y las lágrimas desaparecen por fin. Las piernas se duermen y tus músculos se relajan después de tanto tiempo.

La cuesta por la que subías se desvanece porque ya has perdido.

Porque más allá de tu alma profunda...eso es lo que eres.

Un último pensamiento, un último latido...un último segundo.

Un último tú.