Gélida
Pasos en la nieve fría, dejando una leve huella que marcaba la dirección de mi camino. Esa marca que desapareció en cuanto la nieve fue cuajando a mayor velocidad y no fue visible para nadie más. Tan solo para mí. Solo el recuerdo de mi memoria sabrá que existió. Mis ojos, cansados y con los párpados medio cerrados me muestran ese recuerdo. Algo borroso, como irreal. Una huella que desapareció mágicamente. Un recuerdo que con el paso del tiempo se hará alejando de mi memoria, convirtiendose en una confusa realidad existida en un periodo pasado.
No es como un nombre escrito en la corteza de un árbol, rememorando un momento bonito de infancia. No es una foto hecha por una cámara cuya batería está muerta al minuto, con intención de hacer recordar lo visto. No es un collar o un obsequio regalado que te permite apreciar el haber sido querido, el haber sido amado.
Esa huella desapareció. Se volvió inexistente en tan solo unos minutos. Nada más aparecer, retó al mismo tiempo a desaparecer y el tiempo, aceptando un triste reto, la hizo desaparecer. Un abrir y cerrar de ojos. Ese frio que rodeaba mi cuerpo ahora produce que mi cerebro lo recuerde. Y piense.
Todos sabemos de la existencia de muchas cosas pero esa huella...fue una marca. Una gélida marca que me hace recordar que el tiempo me acompaña.
Que el tiempo se echa sobre mi como copos de nieve en un invierno helando todo a su paso. Gélida como el viento y la lluvia en un dia de otoño, esa huella será mia y siempre será mia. Nunca se marchará del todo, aunque la pueda olvidar.
Y cuando sea adulta, muy mayor y este sentada en un sillon anticuado y agujereado por las uñas de las mascotas, miraré por la ventana y pensaré. Recordaré. O al menos lo intentaré.
Rememoraré ese paseo sobre la fría nieve, mis dedos coloridos de un azúl pálido a causa del frio. Como marqué esa huella, gélida, dejando en esa pisada un poquito de mí.
Como se fue, haciendo ese poco en mucho pero solo para mi. Convirtiendo ese poco en una nada absoluta.




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