Una de ser uno mismo, por favor.
Jamás entendiste por qué era así, pero lo era. Sí, sé que a ti también te sorprendía, pero te callaste. Ocurría todos los días, pero no querías admitirlo. Sé que tenías miedo. Lo sé, todos lo tenemos, pero me parece una estupidez. Ni si quiera lo pensaste, no lo veías necesario. Para qué aparentar ser menos si puedo aparentar ser más.
Y recuerdas perfectamente aquél ambiente lleno de tensión en el que vendiste tus ideas a cambio de parecer algo más a unos cuantos. Sabías que era injusto, pero te callaste. No te culpo, la sociedad últimamente está así. Los que se ríen, los que lloran por culpa de los que ríen, y los que pasan de los que se ríen. Qué estupidez. Otra forma de niveles de superioridad sin sentido entre nosotros, que deberíamos, como jóvenes, cooperar para mejorar.
Y aunque no lo creas, recuerdo hasta aquella primera vez en la que pasó todo, cuando tenías apenas diez años y ellos llamaron gorda a tu amiga. Tú la miraste y te reíste. Si los guays de clase lo decían, sería por algo. Luego, como no, fuiste y te disculpaste, pero lo que no entendiste es que esa disculpa no valía de nada. Te importó más la tontería de turno que apoyar a tu amiga. Vendiste tus ideas por no parecer menos que el resto, o tal vez por un miedo estúpido a que piensen lo mismo de ti.
Sé que creciste y optaste por callar. Entraste al instituto y aunque no era ese grupo el que mejor te entendía, o con quien más compartías, te fuiste con ellos por miedo a acabar siendo del grupo de los que lloran. No les culpabas, pero no entendías esa forma de ser, de pensar en sólo en uno mismo, de las risas tontas, de querer llamar tanto la atención. Reconocías que hay gente de todo tipo, y tal vez debido a las inseguridades ellos se construyeron así. O tal vez no.
Y el día que ocurrió todo tú conocías aquello que hubiese sido justo. Sabías que lo que ocurrió no fue correcto, que ese compañero no era culpable. Que todo había sido una mentira de esos tres de tu grupo que no soportaban a aquella persona inocente de clase. Tal vez por envidia, tal vez porque ese compañero sí era fiel a sus ideales, y pasaba de aquellos que buscaban reírse a toda costa de los demás, imponer su pensamiento. Pero tú te callaste, defendiste lo injusto.
Sé que no fuiste consciente, pero a pesar de ello, al menos fuiste capaz de llegar a la conclusión de que hay personas que ya no dicen lo que piensan. Que se apuntan a la opinión que más les conviene, al más guay. Olvida sus posturas por encajar en el resto, dando así una visión de un ser humano manejable, alguien que olvida lo que siente para dar más importancia a lo que piense el resto que lo que siente su corazón.
Y sí, sé que es por adaptarte, por no entrar en peleas, por no ser de los que lloran. Porque tal vez si es lo que cree la mayoría, es que es lo correcto. Y sí, sé que piensas que lo correcto sería aceptar las opiniones de todos, que todo el mundo escuchase y nadie quisiera el mal para aquellos que simplemente no encajan con lo que algunos piensan, no tener miedo a expresarse. Poder comunicar tus ideas a todos, sentir que no hay gente que llora, o que ríe porque otros lloran.
Pero hasta entonces, yo te digo: olvida al resto. Sé tú mismo, nadie te manda encajar donde no quieres encajar. Mantente fiel a lo que piensas, a tus sentimientos. Y si un día quieres estar solo dentro de una habitación en la que hay 30 personas, quédate solo. No lo dudes. Es lo que sientes. Si un día sientes la necesidad de estar callado cuando una multitud habla, simplemente hazlo. Hazlo. Olvida al resto y a sus reglas sin sentido. Di lo que sientes, opina, defiende lo que para ti es justo. Exprésate. Respeta y a la vez hazte respetar. Respétate a ti mismo, no te fuerces a aquello que no quieres hacer.
Tan sólo sé de aquellos que sonríe cuando quiere sonreír, llora cuando lo necesita, defiende lo justo y no duda en expresarse al mundo.



        
        
      
Comentarios
flashali - hace más de 10 años
Todos esos pensamientos que se me pasan por la cabeza... Eres como mi traductora. Tú les das forma y los pones más claros, es que piensas como yo! Y encima lo haces genial, las reflexiones, las palabras que usas, la historia en sí, que es la realidad... Lo amo.
No se pueden incorporar más comentarios a este blog.