Tarde.
Desde hace mucho tiempo llevo preguntándome cómo sería el dolor de una bala introduciéndose en mi pecho, adentrándose en esta caja de recuerdos que no para de añorar las voces de los que la engatusaron con un dulce veneno; la mentira . Una bala, un silencio demoledor que corroboraría la ausencia de latidos, la pérdida del ritmo cardiaco en una demoledora canción que ya no entiende de notas ni de cuerdas; silencio.
Estoy segura de que saldría disparada hacia fuera, huyendo de todos los recuerdos que se esconden aquí dentro, en este baúl que no se cansa de guardar cartas y fotografías rotas, tarros abandonados por mariposas y hechos cristales más tarde, rotos por el viento que provocaban tus insultos.
¿Acaso duele más el impacto de una bala que esta sensación de angustia que me devora por dentro?
Por desgracia, no puedo comprobarlo. Sólo sé que tú eres mi bala. Esa que me persigue desde el día de mi nacimiento, la que insulta en mis días de gloria y golpea mi autoestima con dirección hacia el subsuelo. Y aun así, te admiro y lucho cada día por impresionarte y que te sientas orgulloso de mí, pero mis esfuerzos son en vano porque te empeñas en ver toda la oscuridad que rodea ese pequeño rayo de luz que crece en mi interior y pide a gritos que le cultives, mas no la haces caso.
¿Después? ¿Qué pasó después?
Mi ceguera pudo conmigo y caí rendida pero ni te esforzaste en levantar esta muralla derruida. Ahora sé que fui una ilusa al querer reconstruir los muros derruidos de mi corazón. Sí, esos que evitaban que llorara cada vez que te miraba a la cara, mas ahora no se si sentir odio o rabia.
¿Daño físico o psicológico?
Qué más da, es daño al fin y al cabo, deberíamos luchar para erradicar ambos, pero es más fácil quedarse cruzado de brazos, criticando los errores que nosotros también cometemos, ¿no?
¿Da igual la razón?
Mientras seas tú la razón todo da igual pues no te molestas en perseguir los motivos de mis intentos fallidos para que te molestes en lanzarme una mirada llena de amor y en dibujar una sonrisa sobre tu rostro. Pero eso no son más que ilusiones estúpidas de una niña llorica que se arrepintió de haber vivido.
Tantas preguntas, tantas respuestas y yo solo quería saber una. ¿Por qué me odias tanto?
Ahora ya se tus argumentos, no puedo ver nada más que injusticia en tus palabras. Yo tampoco quise esto, pero no nos queda otra elección. Tragué mi orgullo y saqué la bandera blanca mientras tú cosías a escondidas el emblema de pirata.
Tiré mi orgullo a la basura para poder ser feliz a tu lado, poder pasar tiempo contigo, añorando tu abrazo, tu buenos días, tu “¿cómo estas cariño?, pero nada. Me engañabas y yo me lo creía. Tus actos son los creadores de este desierto de arena que nos separa, donde el único agua que tocan mis pies descalzos son el de mis lágrimas recorriendo el rechazo del hombre más importante de mi vida.
¿Mi conclusión?
Si algún día llego a importarte leerás esto, cuando ya esté lejos de ti, y te darás cuenta de que la vida no te puede devolver todos los años que has perdido. Puedes insultarme, rechazarme, puedes negar lo evidente y no sentir un ápice de culpa en esto que voy a contarte, porque ya no eres esa persona importante y, déjame que te trate como lo que ahora eres:
Querido lector mío, víctima de mis palabras, sólo quiero mostrarte una pizca del sufrimiento que se ha propagado por mis venas igual que un día lo hizo su sangre. Esa punzada en el pecho cada vez que me miraba y me recordaba que yo no llegaría lejos. No sirvo para nada, solo se llorar y suplicar que, por favor, pares. Intento tragar las lágrimas, pero las empujas hacia fuera con mucha fuerza y luego te quejas porque no paran de salir. Tumbada en la cama me encuentro, todos los días sin poder levantarme, sintiendo esa presión en el pecho que no deja fluir el oxígeno alrededor de mis pulmones.
Pasa el tiempo y tus teje manejes se desvelan; me pasaba tres meses excluida del mundo, incomunicada solo porque tu querías causar ese sufrimiento, me castigabas con tu orgullo y yo sin saber qué era esa pared cristalina que nos separaba. Intento entenderlo mas no puedo ver mi parte de culpa, no entiendo por qué me empeño en sorprenderte, en hacer todo lo que tú quieres y aun así me lanzas un látigo de fuego dejando marcas que nunca podré superar. Y con estas lágrimas que borran la tinta que escribo me despido, pues no me quedan fuerzas ni para un último suspiro. Espero que mi ausencia sea tu derrota o que, simplemente, me quede flotando en tu olvido…
Recuerda que fui la única capaz de amar tus defectos y cuidar tus virtudes.
Es demasiado tarde.




Comentarios
prisionera de la ωeb - hace más de 11 años
Me gusta no. Me ha encantado. Es perfecto dios mío, precioso igual que todos tus post. Y muy triste, la verdad. No sé qué decirte. Sinceramente yo no sé consolar, ni se me da bien dar consejos para este tipo de cosas, pero ya que te pongo un "me gusta", te comento, porque te lo mereces. Solo te puedo decir que me encantas. Gracias por escribir así de bien. Besos.
rivikachu~ - hace más de 11 años
Joder (perdón por la palabrota), pero al haber leído este texto no he podido contenerme y he soltado alguna que otra lagrimilla (es que esta canción con el texto... TELA). Triste, pero un gran post lleno de sentimientos. Me ha encantado. Como prisionera, no sé que decir, pero se me da bien escuchar a la gente y demás. Te has ganado (como siempre... e.e) un me gusta. ¡Amo tus post! :3
flashali - hace más de 11 años
Es realmente precioso, cada palabra tiene un valor infinito... esa forma de expresar tus sentimientos, emociones y pensamientos... Es realmente impresionante. Enhorabuena.
No se pueden incorporar más comentarios a este blog.