Hassan y el diario de abordo (3ª parte)
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Me dirigí hacia mi casa. Mi madre me estaba esperando y me dijo que estaba muy enfadada conmigo. Yo no sabía por qué, pero me encerró en mi habitación y no me dejó salir en toad la tarde.
No os lo he dicho, pero mi madre se llama Asalah, que significa en español pureza. Y hace honor a su nombre, porque es una maniática del orden y la limpieza. Limpia más que duerme... sólo digo eso. Aunque, por otro lado, mi madre es única, incomparable, especial. Cuando estoy con ella, me siento muy feliz. Yo ya estoy casado y tengo hijos, pero esas cosas no dejan de ser así.
Bueno, que me enrollo. Durante la primera media hora me quedé sentado, imaginándome que era un futbolista profesional (mi sueño) que ganaba el suficiente dinero como para mantener a mi familia (otro sueño) y como para comprarme dulces todas las semanas (otro sueño) Pero los sueños sueños son, y al cabo de media hora el fútbol, el dinero y los dulces se desvanecieron de mi mente.
La segunda media hora la dediqué a buscar todas las formas posibles e imposibles para salir de aquella diminuta habitación. Todos mis esfuerzos eran en vano. Mi habitación era la única de la casa que no tenía ventanas, así que no podía escapar por ella. ¡Qué mala suerte!
Me pasé tres horas durmiendo. Cuando me desperté y vi que seguía en mi cuarto, ya rozaba la desesperación. Lo que empezó como un susurro: "Quiero salir, quiero salir, quiero salir" se fue elevando hasta convertirse en un grito potente. Sí, tenía 23 años, pero la claustrofobia le puede dar a cualquiera. Y sí, seguía viviendo con mis padres, pero mi padre y yo éramos los que trabajábamos remuneradamente para garantizarnos la supervivencia de la familia.
Me desmayé. Mi madre, al darse cuenta de que ya no gritaba, se asustó y entró a mi cuarto. Al verme, se imaginó que estaba muerto. Me intentó reanimar, y lo consiguió. Todo había quedado en un susto.
Mi madre me explicó todo: se había enfadado un montón porque hubiera venido tan tarde a casa. Sobre todo porque había quedado en comprar dos barras de pan (lo único que podíamos tener para cenar) y no estaba en casa. Me disculpé, y me redisculpé, y ella me perdonó y me reperdonó. Pedí perdón a mis hermanos, y ellos me respondieron con un abrazo. Fui corriendo, cogí todo lo que tenía ahorrado y compré 6 barras de pan para mi familia.
Nada más entrar en casa, me puse muy contento, pues vi cómo se alegraban de verme y se acercaban todos a mí. Imaginé que era para decirme cuánto me querían, "muchas gracias por todo", "eres el mejor"... pero no, lo que querían era el pan. Como fieras, royeron el pan con todas sus fuerzas y se comieron 5 de las 8 barras entre todos.
Claro, dos días sin comer...
Le expliqué todo a mi madre, lo del diario, lo de que nadie iba la biblioteca desde hace 20 años y yo fui el primero... Quería estar tranquilo, y si ella lo estaba yo también lo estaría.
Parecía el día perfecto.Pero sólo lo parecía. Me tiré dos minutos abrazando a mi madre, hasta que:
¡PUM!
Continuará...



Comentarios
partyflipa - hace más de 12 años
¿PUM? O_O
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