Hassan y el diario de abordo (4ª parte)
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¡PUM!
El humo de la explosión inundó toda la habitación. ¿Qué, quién, por qué? Una nube de preguntas sin respuesta inundaban mi mente. Todas mis dudas pronto se disiparon.
Entre el humo vi un rostro que me resultó familiar. Sí, ¡¡¡era Caponi Cucharoni!!! Se acercó hacia mí con su habitual rostro serio y con una cara no precisamente de buenos amigos.
No entendía nada. ¿Cómo podía haber en mi casa un pirata que llevaba muerto 10 siglos? Pues sí, por más que me pellizcaba, no desaparecía aquella pesadilla, hasta que me di cuenta que era la realidad.
- ¿Dónde está mi tesoro?- gritó. -¡DADME MI TESORO!
- ¿T... ¿tu tesoro?
- ¡SÍIIII! ¡DEVOLVEDMELO, MOCOSOS!
- Tu tesoro no está aquí. Pero quizás podamos ayudarte.
- ¡NI SE TE OCURRA! - dijo mi madre- ¿CUÁNTAS VECES TE HE DICHO QUE NO HABLES CON DESCONOCIDOS?
El pirata respondió con voz grave: - ¿QUÉ PREFIERES: SALVAR TU VIDA O QUE TU HIJO NO HABLE CON DESCONOCIDOS?
Mi madre se cayó. Y no es una errata, porque aunque también se calló cesando de hablar, se cayó rodando por las escaleras. Por suerte, había puesto las manos al caer y sólo tenía rasguños.
Intenté recordar las páginas que había memorizado del diario. Sí... lo conseguí. Pero, para mi desgracia, el tesoro se hallaba en Asia:
Kangchenjunga, (8.586 m de altitud)

Pero no quedaba más remedio. Tendría que ir a Asia con un pirata feroz como lo era Caponi Cucharoni. Pero eso no era lo peor. Abrí la puerta una vez listo para emprender la marcha, y ¡allí estaban!
Hasak Hayakok el cocinero, Ritzo Pana el ayudante, Tikis Mikis el sensible, Tokos Mokos el rebelde, Aski Pofo el imbé... el tonto, y Alphonse Alabordajën el alemán cuyo único punto fuerte es de la i.
Así que me iba a ir a escalar el tercer pico más alto de Asia con una compañía de lo más pesada. Pero iba a ser una aventura emocionante, excepto por el ¡hijo, no te subas ahí que es peligroso! o por el ¿DÓNDE ESTÁ EL TESORO?, o quizás por las discusiones entre los marineros. Pero aún así tenía mucha ilusión.
Tras las horas de camino hacia ninguna parte, me di cuenta de algo: ¿Cómo íbamos a llegar a Asia andando? Necesitábamos un avión u otro medio de transporte, pero las condiciones económicas no eran muy favorables, y además, no llevábamos apenas dinero encima. Tras comentárselo a los piratas y sin recibir aparente respuesta, llegamos a Torrencillo , el imponente barco de los piratas.
¡Qué suerte que estábamos cerca del mar! De pronto, empezó a llover delicadamente, a media gota por segundo. El mar estaba tranquilo, hasta que fueron cayendo unas cuantas gotitas más. Por lo menos me caían bien (chiste malo) Luego unas cuantas más y otras más, hasta que el mar se embravó y perdimos el control del barco.
Todo parecía perdido, pero...
Continuará...



Comentarios
partyflipa - hace más de 12 años
Jajajajajaja El personaje de la madre le da aún más toque absurdo... ¡¡¡ME ENCANTAAAAAAA!!!
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