Ilusión perdida, y sigo buscando (Parte 1)
Otra vez despierto. Los días pasan con monotonía, diferenciándose unos de otros únicamente por tener un número, mes o año distinto. Seis y media. Mis pensamientos no me dejan conciliar el sueño. Y todo por... bueno, mejor no recordarlo. Inspiro, espiro. Nada. Pienso en un paisaje maravilloso, pero eso sólo me trae más y más recuerdos. Sólo tengo trece años, soy demasiado joven para vivir así. Enciendo la televisión y aprieto botones al azar en el mando, esperando encontrar algo de entretenimiento. Me olvido de que casi todos los canales tienen un filtro infantil, excepto el de animales y el canal con un tutorial para buscar canales. Un filtro infantil puesto por, mi madre. Desde que se fue ha pasado mucho tiempo. No sé si aún estará viva. Escribo esto porque he oído en la radio que escribir ayuda a desfogar y a relajarse. Pero en mi caso me altera todavía más el tener que plasmar en un papel todo este dolor. ¿Por qué a mí? Iban a ser unas vacaciones perfectas, playa, sol, hotel, biodiversidad, familia, amigos... Pero la naturaleza es muy peligrosa. Un tsunami desoló la ciudad en donde estábamos y 50 km de la periferia, y las autoridades nos obligaron a huir inmediatamente, sin darnos tiempo para recoger nuestras cosas, ni para reunir a toda la familia que no estaba en casa. Jamás sabré si compró las pipas que le pedí, y las pipas es lo que menos me importa. Aún hay esperanza, a pesar de los 5 meses que han pasado. Tengo a mi hermano mayor, que es un gran apoyo para mí, y que trabaja como diseñador de videojuegos, con lo que gana bastante y me mantiene perfectamente. Pero no me importaría ser pobre y tener que rebuscar en la basura estando con mi familia, lo más importante del mundo.
¡Las siete y media! Palpo la pared de mi habitación buscando el interruptor de la luz, me preparo el desayuno rápidamente una papilla con azúcar (como la que me daba mi madre de pequeño), cojo la mochila que he preparado la noche anterior (como me mandaba mi madre) y salgo de casa.
A mitad de camino me doy cuenta de que todavía llevo el pijama puesto, pero ya no hay tiempo para volver. Es tan original que pasa perfectamente como ropa de calle.
Siete interminables horas después, mi tutor me aborda y me pregunta como estoy.
- Hola Fran. ¿Cómo lo llevas?
Mi cara lo dice todo, y un segundo después, continúa hablando.
- Bueno, no hace falta que me contestes. Siempre has sido un alumno modélico y ejemplar, y ahora estás en las nubes, nunca trabajas en casa y sacas menos de 0 en los exámenes porque dejarlo en blanco te resta puntuación. No sé que puedo o podemos hacer por ti, pero sabes que estamos aquí para ayudarte.
Pronuncio un “gracias” que apenas oigo yo mismo y me marcho a casa. Me fijo en la gente, en sus mochilas y rostros. Un grupo de chicos de Bachillerato están fumando (qué asco) y no paran de reír. Otros presumen de mochila o ropa nueva, los más pequeños aprenden a darse collejas... Y en mi caso, tanto mi ropa como mi ser vamos de negro. Qué envidia, qué afortunados son.
Una gota de sudor de mi melena cae accidentalmente en mi boca. Escupo. El césped queda manchado, mejor no dar más detalles. Pero eso me hace recordar lo mucho que me gusta el fútbol.
Llamo a mi hermano por teléfono.
- Rafa, llego un poco más tarde a comer ¿vale?
- Tengo un montón de hambre, tío, así que si no vienes luego te haces tú lo que sea.
- Eres más...
Me deja con la palabra en la boca. Bueno, da igual. En la primera tienda que pillo me compro un balón, y después me dirijo al polideportivo “La filigrana”, el poli municipal.
- Perdone, ¿qué hay que hacer para apuntarse a fútbol?
- Mire, mejor pregúntelo en la sección de deportes colectivos, cuarta ventanilla a la izquierda.
- Gracias.
- Buenas tardes, ¿qué hay que hacer para apuntarse a fútbol?
- Yo soy la señora de la limpieza, tendrá que venir más tarde.
- Vaya.
Decido llamar con el móvil al polideportivo, y la señora que estaba al lado del primero que me atendió me responde a todo a la primera. Cómo te marea la gente, de verdad.
Primera sesión gratis, 2 días de entrenamiento y uno de partido, elegibles por el usuario. Precio: 10€
Pensé que no habría problema en destinar el dinero que habitualmente uso para chuches en el deporte, así que fui a casa, acabé con el embutido que quedaba en la nevera, y rellené un formulario de inscripción en Internet. Recibí un mensaje en mi correo electrónico paquitofranchocolatero@gmail.com (era el único que estaba disponible), podía empezar mañana.
Sonreí, por primera vez en mucho tiempo. Estaba realmente emocionado. No recordaba esa sensación. ¡¡¡Viva!!! Me puse a hacer los deberes concienzudamente, y me esforcé al máximo para el examen de mates del día siguiente aun sin haber dado un palo al agua en este mes que llevamos de curso.
Leí, entendí, practiqué y aprendí, hasta que, viendo que me había hecho todos los ejercicios del tema tres veces sin un solo error, me acosté en la cama para relajarme un poco. Caí rendido.




Comentarios
No se pueden incorporar más comentarios a este blog.