Ilusión perdida, y sigo buscando. Parte 2
Soñé que sonaba la alarma y la apagaba en mi sueño. Volví a soñar que sonaba la alarma y esta vez no la apagué. Me desperté y resulta que había estado sonando de verdad. Por fortuna, todavía me quedaba tiempo de sobra para prepararme y llegar a clase tranquilamente. ¡Tenía el examen a primera hora! Pero lo llevaba muy bien preparado.
Fui corriendo, y tardé exactamente 13 minutos y 22 segundos en llegar. Es que a mí siempre me ha gustado ser técnico, de hecho, si me dicen nos vemos mañana y son más de las doce de la noche digo que técnicamente nos vemos hoy, y ese tipo de cosas.
En mi pupitre, una hoja impresa y dos folios en blanco. En mi estuche, un boli. En mi cerebro, los resultados de mi esfuerzo. La combinación: un examen increíble. Acabé el primero de todos, y repasé varias veces cada ejercicio. El profesor lo corrigió mientras los demás acababan y, como es lógico, no me dijo la nota pero me sonrió. Lo estaba consiguiendo.
A la salida del instituto, me acerqué a Blad, el más pequeño de la clase, y el más solitario y débil, más incluso que yo. Intenté hablar con él pero me ignoró. Volví a intentarlo y entonces vio la camiseta que llevaba, casualmente de su grupo de música favorito. Mentí diciendo que también lo era para mí. Supongo que ese es el precio que dicen que tiene la amistad, una mentira piadosa.
Blad poco a poco se fue convirtiendo en mi mejor y único amigo. Le decidí comentar lo del fútbol, y sin pensárselo dos veces, únicamente porque iba yo, accedió. Eso es un buen amigo, estar dispuesto a confiar en tu amigo y disfrutar y aprender junto a él.
A las seis de la tarde comenzaba mi primer entrenamiento. Estaba un poco, quizás, demasiado, emocionado.
Al principio fue todo un poco teórico y sólo nos movimos la última media hora de actividad. Pero le dije a mi amigo que no se desesperara.
A la salida, iba a hablando con mi amigo y me tropecé, cayéndome encima de una chica que, casualmente iba a mi clase.
-Lo... lo siento- dije sonrojado.
Ella sólo se rió.
Una anécdota más que contar. Eso creía, hasta que llegue a casa y no me podía quitar de la cabeza a esa chica, a esa sonrisa, y a ese tropezón por mi parte.
Llamé a Blad por teléfono y le conté que no podía parar de pensar en ella. El me dijo que no entendía mucho de esos temas, pero que me dejara de tonterías y me durmiera ya que eran las tres de la mañana. Yo le hice caso. Soñé con el incidente (cómo no), pero que se me caían los pantalones al tropezar y todo el mundo (incluido ella), se reía de mí. Me levanté sobresaltado, pero volví a conciliar el sueño rápidamente.
Jueves. Hoy también me tocaba ir a entrenar. El recreo y la clase de francés supusieron una auténtica liberación para mí, pues en el transcurso del resto de las clases mis ojos se desviaban hacia el tercer pupitre de la cuarta fila (no diré quién estaba sentado ahí) Pese a las continuas distracciones, me enteré más o menos de la clase, de los deberes y de la fecha de los exámenes.
El recreo del jueves fue único. Porque me atreví a jugar al fútbol, con sólo un día de entrenamiento y llevando sin jugar en el insti 4 años, desde aquel gol en propia... de penalti. Fui el último en ser pedido, pero eso no me desanimó. Por poco me libré de ponerme de portero, me tocó de defensa, mi posición favorita. Sólo una falta en todo el partido. El resto del tiempo me tiré con precisión tocando únicamente el balón, protegí el balón hasta que se fuera fuera (suena muy repetitivo, lo sé) sin que el rival pudiera siquiera rozarlo, retrasé el balón hacia al portero cuando estábamos muy acorralados, incluso salvé un gol en la línea de gol. Todos mis compañeros me felicitaron, incluso los del equipo rival. En ese momento entendí algo en lo que no me había fijado, el estado de ánimo y la autoconfianza afecta a tu forma de juego.
En clase de informática, como acabé mis tareas el primero, me puse a ver vídeos de regates de fútbol, tratando de aprender alguno. Me pasé toda la tarde practicando algunos de esos regates, mientras escuchaba una canción de Melendi titulada: "Me gusta el fútbol".
Cuando llegué a casa no pude más que dormir. Me desperté a la una a hacer mis necesidades y se me cayó la agenda al suelo por andar a oscuras. Entonces me acordé del ¡¡¡examen sorpresa!!! Mi profesor nos dice que va a haber un examen sorpresa esta semana, pero si nos lo dice ya no es sorpresa. La sorpresa es cuándo de esos días nos lo hará, pero creo que tampoco es para tanto...
En fin, el examen era de un tema de Sociales titulado: “El mundo actual” Recordé todo lo que mi padre me había enseñado en la pequeña empresa que tenía, y me puse a buscar información en Internet, ya que me había dejado el libro en clase y no iba a ir a casa de nadie a esas horas de la madrugada. Tras un buen rato de investigación, recordé que mi hermano tenía también un libro de Sociales de cuando él estudiaba parecido. Lo busqué, lo encontré e hice fotos a lo relacionado con el tema. Lo leí cuidadosamente, lo resumí, y lo traté de explicar con mis palabras. Sin el papel delante, dije lo que me acordaba y pensé: “que sea lo que Dios quiera” y me dormí sin preocupación alguna.
Despierto de nuevo, desayuné, me vestí y corrí hacia el instituto con mi resumen en la mano. No me gusta mucho tener los exámenes a primera hora, excepto si son de Educación Física pero lo bueno es que tienes las ideas más frescas en la memoria.
El examen fue sencillísimo, puse datos que recordaba de encuestas en Internet y curiosidades que encontré, con unos cuantos tecnicisimos que recordaba de mi padre y entregué la hoja de examen. Mi profesor, al hojearlo me dijo que tenía que hablar conmigo en el recreo. ¿Qué pasaba? Estuve toda la mañana intrigado.




Comentarios
partysummer - hace más de 10 años
Me has dejado con la intriga!!! ¿Qué le dirá el profesor? ¿Habrá copiado?
No se pueden incorporar más comentarios a este blog.