Ilusión perdida, y sigo buscando. Parte 6
No tardé mucho en dejar de descansar y ponerme a planificar esos dos meses. Tenía que explorar, lo poco que sabía de ese extraño mundo no me llevaría muy lejos. Fui al único lugar que conocía seguro: el punto de información, y pedí una visita guiada.
El mundo en el que estaba era más grande de lo que parecía, y descubrí lugares increíbles que jamás me hubiera imaginado.
Antes de comenzar la visita, tuve que guardar lo poco que llevaba encima en una taquilla, que, inexplicablemente, tenía mis iniciales y mi fecha de nacimiento grabadas en oro. Eso me hizo pensar en que no estaba allí de casualidad. Alguien o algo, lo que fuera, deseaba tenerme allí. Era mi oportunidad de cambiar las cosas.
Siguiendo con los lugares que descubrí:
Cabe destacar, por ejemplo, una sala en la que las personas realizaban las acciones 50 veces más rápido de lo que quisieran. Me explico, mi respiración al entrar a ese sitio estaba muy agitada, pero yo me sentía como respirando normal. Tuve que, a mi parecer, respirar muy despacio para volver al equilibrio. O por ejemplo quería simplemente dar un ligero paso y empezaba a correr. Tenía que ralentizar mis movimientos para parecer un ser normal.
Como persona curiosa que soy, pregunté: ¿Para qué narices sirve esta sala? Todo esto es muy raro.
Tuve que vocalizar un montón y hablar súper despacio para que se me entendiera la pregunta.
El guía me respondió amablemente:
- "La paciencia es la madre de la ciencia. La paciencia es amarga, pero sus frutos son dulces. Quien quiere acertar, aguarda" "Vísteme despacio que tengo prisa" Estas frases célebres y populares revelan el propósito que cumple esta sala: cultivar la paciencia que es necesaria para mantener la esperanza, la ilusión, y disfrutar del momento presente sin preocuparse por lo que pasó o por lo que puede pasar"
Ahora no me pare-cía todo tan absurdo e ilógico. Era un motivo convincente.
Otro lugar que pude visitar es el centro de recogida de ilusión, el cual ya estaba abarrotado, y eso que aún faltaban cuatro horas para las cuatro y media, hora en la que se produciría ese evento tan esperado. Era un sitio muy extraño, muy iluminado y con muchísimos cables y monitores.
El guía nos mostró un vídeo de cómo se efectuaba el proceso de repartición de ilusión, aunque me hubiera gustado más que hubiera hecho una demostración en directo conmigo. Pero bueno...
El sujeto al que se le iba a suministrar la ilusión se sienta en una silla, que está a 8 metros sobre el nivel del suelo y para la cual hay que subir por unas escaleras, sin ningún tipo de colchoneta o alfombra debajo, por lo que una caída desde esa altura podría resultar mortal. En palabras de nuestro guía, "para poder ser feliz hay que probar cosas nuevas y asumir riesgos, no quedarse parado por lo que puede haber pasado, sino intentarlo, y si se falla, al menos tener la conciencia tranquila de haber hecho todo lo que se ha podido"
Para no decir todo el rato "el guía", le llamaré por su nombre, Rodolfino.
Rodolfino siguió hablando:
- "Tras subirse a la silla, es totalmente necesario e imprescindible..."
Se oyó un estruendoso golpe. Y después otro, y otro, y otro. Todos salimos al exterior para comprobar qué pasaba.
¡Oh, no! ¡Otra vez, no!- exclamó Rodolfino.
- ¿Qu...qué pasa?
-Es complicado de explicar. Toma mi tarjeta de visita, llámame esta noche.
-¡Espera!
No me dio tiempo a decirle que no sabía como funcionaban los teléfonos en ese mundo. Ni siquiera tenía el mío, ni había visto ninguna tienda donde adquirirlos.
Cuando me quise dar cuenta, la calle estaba desierta. Sólo quedaba yo, y aquellos ruidos se oían cada vez más y más cerca. Una luz me cegó por completo, y, me quedé dormido. O inconsciente, no lo sé.
Lo único que recuerdo es que desperté en un sitio muy extraño, que no tenía nada que ver con lo que había visto ni en mi mundo ni en este mundo en el que acaba de estar. Madre mía, este jaleo se debería enseñar en los institutos.
Una voz grave y distorsionada me habló:
-Francisco.
- ¿Cómo sabes mi nombre? - pregunté con voz firme, aunque por dentro estaba asustadísimo.
- Todo el mundo sabe quién eres. Dependemos de ti. Tu subconsciente, ¿te suena de algo? Bueno, estás en tu propia mente.
- Sí, justo de eso me estaba hablando la profe el día que me quedé dormido en clase.. subconsciente, me suena. ¿Cómo puedo estar en mi mente? ¿Qué hago aquí?
-Aquí están los verdaderos motivos por los que haces las cosas aunque no te des en cuenta, aquí están guardados tus pensamientos más recónditos y algunas sorpresillas que no utilizarás hasta que seas más mayor. No necesitas recoger ilusión en ese mundo, solamente necesitas conocerte a ti mismo, descubrir quién eres realmente, superar tus temores. Escucha a ese guía, ¿no has perdido tu tarjeta de visita, verdad?
- No, Rodolfino Belmonte Díaz, 24************* (Lo sentimos, la Ley de Protección de Datos no nos permite mostrar el número completo) pero, ¿de qué me va a servir? No tengo teléfono.
- Todos somos iguales. No vemos la solución aun teniéndola delante de nuestras narices, siempre vamos por el camino más difícil.
- Vale, entonces, ¿qué tengo que hacer?
- Yo soy tu mente. Tengo muchas cosas dentro, que te pertenecen, soy como el cajón de tu habitación. Sí, ese que te dice siempre mamá que ordenes y que tiene cosas de cuando estabas en infantil. Yo tengo todos tus recuerdos almacenados, tus sentimientos, y tus experiencias, que sin duda te ayudarán a hacer frente a muchas de las decisiones que tengas que tomar ahora. Esta es una de ellas. Pero tú tienes que buscar en el cajón, ordenar tus ideas, ordenarme, y entonces...
-¿Entonces?
-Seguro que tomas la mejor decisión.
-Gracias por esta interesante conversación, yo mismo, pero tengo cosas importantes que hacer.
- No te preocupes, seguiré molestándote de vez en cuando. Sigue mi consejo, por favor.
- Lo haré.
Volví a la realidad, bueno, a la realidad que estaba viviendo en ese momento por culpa del casco de realidad virtual.. Bueno, al fin y al cabo, esa era mi realidad en ese momento, así que...
Con razón me dicen mis profesores que para tener sólo 13 años pienso demasiado.
Pues sí, puede que sea verdad. Así que, mientras asimiláis la parrafada que os acabo de contar, yo seguiré escribiendo lo que me pasó. Hasta pronto.

PD: Este es mi último post
(con 15 años)



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