Los superhéroes de la informática (Parte 1)
Este es un cuento que escribí hace cuatro años para un concurso, y lo he encontrado haciendo limpieza por mi ordenador, así que lo comparto con vosotrxs.
Los superhéroes de la informática
Había una vez, en un pueblecito normal y corriente llamado San Tolomeo un grupo de 5 niños que destacaban en el instituto por su astucia, valentía e intrepidez, aparte de por sus buenas notas. El grupo estaba formado por 3 chicos: Alex, Roberto y Gero y dos chicas: Mónica y Verónica.
Un lunes del mes de Mayo, a la hora del recreo, los 5 estaban hablando entre sí. Roberto comenzó la conversación:
- Hola, chicos, ¿ qué habéis hecho el finde?
- Pues yo me he ido a mi pueblo, Vigo, en Galicia, a estar un rato con la familia- respondió Alex.
- Pues yo tenía pensado irme a Japón con mi familia- dijo Mónica- , ¿ os apetecería veniros conmigo y vemos la zona? Preguntadlo y si os dejan me llamais por teléfono,¿vale?
- De acuerdo. respondieron los demás.
- Además como mañana se acaban las clases tenemos tiempo de sobra para planearlo- añadió Verónica
-Es verdad...- dijo Roberto
Sonó el timbre. El recreo había terminado. Los niños no cabían de emoción. Las siguientes tres clases fueron las peores de los niños, porque estaban pensando en el gran viaje y no se enteraron absolutamente de nada.
En fin, un desastre total. Después de una larga y aburrida espera, sonó el timbre por octava vez. Las clases habían finalizado. Pasaron los segundos, pasaron los minutos y pasaron las horas, hasta que acabó el día. Los niños se fueron a la cama pensando en si podrían emprender ese viaje, o no.
Al día siguiente, los niños desayunaron lo más rápido posible, y se despidieron rápidamente de sus padres, de hecho, llegaron media hora antes tan solo por enterarse de la buena o de la mala noticia.
Verónica preguntó:
- ¿ Al final os dejan?
- Me cuesta creerlo, pero a mi ¡sí!- respondió Gero
- A nosotros también- respondieron Alex, Mónica y Roberto
¡ A mí también! - respondió chillando Verónica.- Todos estaban como locos.
Nada más acabar las clases, llamaron a sus padres por teléfono y les dijeron que iban a tardar media hora en llegar a casa. Sólo los niños sabían la razón, y los padres no tuvieron ni tiempo para responderles, los niños habían colgado.
Se dirigieron al aeropuerto, que se encontraba a unas pocas manzanas del lugar, y miraron el precio de los viajes y el trayecto que tenían que recorrer.
60€ por persona. Para la sorpresa de todos, Gero dijo:
-Creo que tenemos un problema
- ¡Tranquilo! - le dijo Mónica- , nosotros tenemos dinero suficiente.
- Entonces soy yo el que lo tengo, porque no tengo suficiente dinero para el viaje. Con las ilusiones que me había hecho...
- No te preocupes, cada uno de los cuatro te damos diez euros y con eso y lo que tú tienes ahorrado es más que suficiente, ¿no?
- Muchísimas gracias- dijo entre lágrimas-, os debo una chicos.
Nada más llegar a casa, todos comieron y se echaron una buena siesta, para coger fuerzas pensando en el cansancio del viaje del miércoles.
A la mañana siguiente, todos estaban en el aeropuerto preparados para el despegue. Pero claro, como no les dejarían viajar solos, estuvieron acompañados por el tío de Roberto, y por los padres de Alex, que no se atrevieron a dejarle solo. Los motores del avión se estaban poniendo en marcha. El motor rugía potente, y, poco a poco, el avión se iba separando de la pista de aterrizaje.
Tras doce horas de agotador viaje sin escalas, los pasajeros bajaban en estampida del avión. Estaban en Mikago, un pueblecito del sur de China. Los niños se dedicaron a investigar los alrededores, yendo de un lado para otro, y quedando impresionados con la decoración de la zona. Se alojaron en un hotel durante su estancia, cenaron y durmieron allí.
Se levantaron con nuevas energías después de un agotador viaje, y, tras un bonito y tranquilo paseo, encontraron un camino en el que había una gran mancha negra. Se acercaron a investigar y era una tapa de alcantarilla, pero no se veía agua por debajo. Verónica gritó:
-¡ AAARGHHH! ¡Qué asco!
- Pues a mi me mola este sitio- dijo Alex
- ¿ A qué esperáis?- dijo Gero, que ya había abierto la tapa y estaba a unos metros, pisando suelo subterráneo.
Los chicos bajaron por una escalerilla y atravesaron multitud de pasillos y recovecos. Tras una hora de caminata, los chicos, agotados, ya no podían más.
Verónica dijo:
- Cr, cr.., creo que nos hemos perdido.
- Tranquila, no tengas miedo amiga- dijo Mónica- estamos descansando un poco pero ahora continuamos buscando el camino y te aseguro que saldremos de aquí.
Si tu lo dices...- respondió Verónica aterrorizada.
Gero se apoyó sobre la pared para reponer fuerzas y los demás hicieron lo mismo. Sin que se dieran cuenta, la pared se dio la vuelta con los niños apoyados. Ahora estaban en un lugar extrañísimo: había multitud de máquinas y ordenadores, además de unos pósters en la pared que parecían planos de algún artilugio raro.
Gero, que era un experto en la informática encendió el ordenador más grande, y unas luces rojas se encendieron. En todos y cada uno de los ordenadores se veía un único mensaje: ERROR
¿ Qué clase de error podía haber habido? ¿Ese ordenador era peligroso para el mundo? Esas preguntas eran las que pasaban por las mentes de los cinco niños. Una descarga eléctrica salió de los enchufes de esa especie del laboratorio. Los chicos sabían que algo iba mal. Gero tecleó unos comandos y de la nada aparecieron unas cápsulas rarísimas, con compuertas que se abrían y cerraban. En cada una de ellas había una curiosa inscripción en inglés: Scanner 90876- V342
Ni el propio Gero sabía lo que significaban aquellos numerajos, lo que sí tenía claro era que eran unos escáners. Había un manual escrito en inglés, y como él conocía “de pe a pa” este lenguaje, supo usarlo como se debía. Gero dijo para sus amigos:
-Mirad lo que pone aquí: “ En el interior de cada uno de los 4 escáners debe introducirse una persona, para que se lleve a cabo la materialización”
¿Qué era todo aquello de la “materialización”? No había tiempo para averiguarlo. Todos prefirieron coger ese riesgo, ya que aquello tenía muy pero que muy mala pinta.
Mónica, Alex, Roberto y Verónica se pusieron en los escáners, dispuestos para que lo que fueran a hacer. Dentro de cada escáner, había una gran luz transparente que se reflejaba en el interior, y, asustado, Gero vio en cada una de las cámaras como poco a poco sus amigos desaparecían. ¿Sería el ordenador maligno? ¿Tendría un virus? ¿Qué pasaba? Gero vio unos auriculares, se los puso y escuchó las voces de sus amigos:
-¿Gero? ¿Hola? ¿Hay alguien? Este sitio es muy raro...

PD: También encontré algunos dibujos míos



No he cambiado tanto, sigo dibujando prácticamente igual ;)



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